Dos académicas, dos jueces conservadores, dos denuncias de corte sexual: casi tres décadas después del cuestionado nombramiento de Clarence Thomas a la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos, una sensación de déjà vu sobrevuela la nominación del elegido de Donald Trump, Brett Kavanaugh.
En 1991, Anita Hill, una profesora de derecho, testificó ante una comisión exclusivamente masculina en el Senado estadunidense, en una audiencia en la que detalló sus acusaciones de acoso sexual contra el actual juez Thomas, entonces candidato a la máxima instancia judicial del país.
Washington ahora se prepara para un escenario similar, cuando en una audiencia pública programada para este lunes se espera que la académica californiana Christine Blasey Ford testifique contra Kavanaugh, a quien acusa de agresión sexual.
Pero en el contexto del movimiento #MeToo, que desde al año pasado destapó comportamientos de abuso sexual en todo el mundo, muchos se preguntan ¿será esta vez diferente?
El 11 de octubre de 1991, Hill enfrentó un intenso interrogatorio cuando acusó a Thomas, con quien había trabajado la década anterior, de haberle hecho comentarios sexualmente explícitos durante largo tiempo.
Thomas, propuesto por el entonces presidente George H.W. Bush, siempre lo negó. Él, al igual que Hill, es negro y siempre sostuvo que el proceso era un “linchamiento” racista.
El testimonio de Hill fue televisado y veinte millones de estadunidenses fueron testigos del palpable escepticismo de los 14 senadores de la comisión. La mayor parte del proceso, que duró tres días, estuvo dedicado a cuestionar la credibilidad de la acusadora. Thomas acabó confirmado por 52 en 48 votos.
Hill perdió su batalla, pero se convirtió en una inspiración para muchos en EU: 1992 fue llamado “Año de la mujer” por el gran número de mujeres entraron al Congreso. Y a partir de entonces, se duplicaron las denuncias por acoso sexual en el trabajo.
Veintisiete años después, otra académica pone en aprietos a un nominado a la Corte.
Ford, una académica de 51 años, acusó a Kavanaugh, de 53 años, de agredirla sexualmente en una fiesta en la década de 1980.
Ella afirma que Kavanaugh y uno de sus amigos, ambos borrachos, la acorralaron en una habitación e intentaron mantenerla a la fuerza en una cama para tocarla e intentar desvestirla. También afirma que Kavanaugh le tapó la boca para evitar que gritara.
El próximo lunes, Ford y Kavanaugh deberán enfrentarse a la misma instancia que Hill y Thomas, pero el EU de 2018 no es el mismo de 1991. El número de mujeres electas, que aunque todavía son mucho menos que los hombres, ha aumentado y el comité incluye ahora a cuatro senadoras.
Y el movimiento #MeToo creó un espacio de diálogo en todo el país sobre la violencia sexual y las desigualdades de género, provocando la caída de hombres poderosos como el productor de Hollywood Harvey Weinstein en octubre de 2017.
Pero la cuestión de si ella va a ser tomada en serio sigue siendo una pregunta sin contestar. Muchos conservadores han denunciado que el proceso es un intento a último minuto de desbaratar el nombramiento.
Para Hill, que publicó una columna ayer en The New York Times, el hecho de que el panel “todavía carezca de un protocolo para investigar el acoso sexual y las acusaciones de ataques que emergen durante las audiencias de confirmación, sugiere que el comité ha aprendido muy poco”.
“La opinión pública espera más de nuestro gobierno que en 1991”, asegura. “Con la mayor consciencia actual que hay sobre la violencia sexual, corresponde un aumento de la responsabilidad al respecto de nuestros representantes”, resalta.
Acoso sexual, ¿‘Déjà vu’ en la Corte Suprema de EU?
LA ALDEA
El juez nominado por Trump al máximo tribunal del país se enfrenta a la mujer que lo acusa de agresión en un caso muy similar al ya vivido en 1991 pero que puede tener otro final.
Washington /
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