Reyna Montoya es una de las 649 mil beneficiarias del programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés) que podría ser beneficiada con la renovación de la membresía para continuar viviendo en Estados Unidos.
Con raíces mexicanas nació en Tijuana donde pasó la mayor parte de su infancia. A los 10 años, luego de que su padre fuera víctima de la violencia del país, junto a su familia decidió emigrar a Arizona en Estados Unidos.
“Al crecer como indocumentado, experimenté un miedo constante a la deportación, la separación familiar y la falta de oportunidades educativas para estudiantes como yo”, explicó
En 2012, fue beneficiada del programa DACA; en 2013 fue la organizadora principal, que impidió la deportación de un autobús de inmigrantes indocumentados en Phoenix, Arizona. Ese mismo año, detuvo la deportación de su padre.
En 2016, con su licenciatura en Ciencias Políticas y Estudios Transfronterizos por la Universidad Estatal de Arizona y una maestría en educación secundaria de la Universidad del Gran Cañón fundó la asociación sin fines de lucro “Aliento” con el fin de dar un respiro de oxígeno a los indocumentados para apoyarlos en su camino al extranjero.
Todo iba en color de rosas hasta que en 2017 llegó al poder el ex presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien trajo inestabilidad para los dreamers, pues podrían remover su licencia para permanecer en Estados Unidos.
“Trump a cada día empezaba a decir que iba a terminar con el programa de DACA, incluso me tenía que levantar a las 5 de la mañana a esperar que no hubiera ningún cambio, por que a lo mejor podía ponerme en algún título de deportación. fueron unos años de mucha incertidumbre e intriga”, detalló.
Con la llegada del actual presidente Joe Biden, indocumentados como Reyna sólo esperan tener tranquilidad y paz en su lugar de residencia.
“Se nos puso la piel chinita de la emoción y tranquilidad de ver al nuevo mandato. Confiamos en que Biden cumplirá sus promesas y sanará las heridas que tanto han dolido en estos últimos cuatro años”, dijo.
Maricarmen de San Luis Potosía a Texas
Maricarmen Sánchez lleva más de dos décadas en Estados Unidos, originaria de San Luis Potosí, cruzó la frontera a los 8 años junto a su padre. Su sueño era tener una mejor educación y calidad de vida, aspiración que se vio truncada cuando alcanzó la mayoría de edad; sin dinero para estudiar ni ser reconocida en el país, comenzó como trabajadora doméstica y en una fábrica con jornadas mayores a las 12 horas.
Hoy tiene 32 años y vive en Texas, es parte del programa de la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés) desde septiembre de 2013, fecha en que fue otorgado su permiso. Espera que con el nuevo gobierno estadunidense, pueda ser legal en el país al que ha entregado su vida.
Recordó que el viaje hacia el sueño americano fue muy riesgoso, le tocó cruzar el Río Bravo, dos detenciones por migración, amenazas. Fue hasta el tercer intento que logró pasar el gran muro fronterizo, del que hoy desea detener su construcción.
En 2012, el ex presidente Barack Obama lanzó el programa DACA como una medida temporal para proteger de la deportación a las personas que llegaron a Estados Unidos cuando eran niños. Este es renovable y se otorga por dos años. Entre sus beneficios, está el de obtener permisos de trabajo y para permanecer en el país.
No obstante, su paz mental y tranquilidad se vio interrumpida cuando en 2017 Donald Trump anunció que removería DACA. Regresó la ansiedad al sueño que empezaba a surgir, casada y con hijos, temía por su legalización temporal, ser arrestada y con su familia separada.
“Siento que con Biden y el partido demócrata, puede que haya más esperanza de que pase algo, pero hay que ser realistas, es todo un proceso, a ver cómo reaccionan los del Senado”, comentó.
ledz