La nueva mayoría republicana de la Cámara de Representantes de Estados Unidos se convirtió en rehén de un facción ultraderechista que impulsa una agenda anti migrante, anti latina y anti derechos LGBTQ+, lo cual la puso en curso de colisión con Joe Biden y los demócratas del Senado en medio de la crisis política por el techo de la deuda nacional.
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Tan solo en primer mes de la nueva legislatura, los “ultras” aprobaron la creación de un comité para investigar al presidente Biden, pasaron una iniciativa que afectará al sistema de recaudación de impuestos, iniciaron los primeros pasos con miras para un juicio político contra el secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, por el supuesto “caos” en la frontera y condicionaron el alza del techo de la deuda a recortes a los pagos de Seguro Social.
“Estos tipos son dementes fiscales, creo. No lo entienden del todo”, estalló Biden ante una audiencia afroamericana durante las conmemoraciones del líder de los derechos civiles Martin Luther King.
“Al igual que muchos estadunidenses, me decepcionó ver el primer proyecto de ley que votaron los republicanos de la cámara (Baja). Ayudaría a las personas adineradas ya las grandes corporaciones a engañar con sus impuestos a expensas de los contribuyentes comunes (...) Este es su primer proyecto de ley e hicieron campaña sobre la inflación. No dijeron que, si eran elegidos, su plan era empeorar la inflación”, acusó.
El poder de los “ultras” –alrededor de medio centenar de derechistas aglutinados en el llamado Freedom Caucus– les fue conferido directamente por el nuevo presidente de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, quién se vio forzado a hacer concesiones extraordinarias para obtener los 218 votos necesarios para convertirse en líder del órgano legislativo.
Una de las mayores concesiones de McCarthy fue ponerse él mismo una pistola en la sien: permitió que cualquier miembro de la bancada republicana, integrada por 221 legisladores, puede iniciar de inmediato un proceso legislativo de destitución de su líder; el resultado práctico es que su suerte pende de un hilo manejado por un grupúsculo de conservadores xenófobos, anti inmigrantes y pro Trump.
En un discurso ante el pleno de la Cámara de Representantes durante el debate de las nuevas reglas legislativas impuestas por la nueva mayoría conservadora, el líder de los “ultras”, el republicano de Texas Chip Roy, se ufanó de tener al órgano legislativo bajo su control.
“(Esto) refleja una transformación fundamental del Congreso para garantizar que el pueblo sea representado por sus funcionarios electos. Ese es el punto”.
Pero en contra de la mayoría de los ultras surgió un dique legislativo: los miembros de la bancada hispana de la Cámara de Representantes que buscan aprovechar el hecho de que los republicanos tienen una marea raquítica, de apenas 10 asientos, para torpedear su agenda.
Pete Aguilar, el número 3 de la plana mayor de los demócratas en la cámara Baja y representante de un distrito latino de California, encabeza la cruzada contra los ultras.
“Estos republicanos nos quieren llevar por el camino de la división y de la insolvencia financiera. Es un plan extremista para usar estas reglas para poner a la economía como rehén y promulgar más recortes al Seguro Social y al Medicare”, afirma.
El congresista hispano aludió a lo que podría ser la batalla política del año: los jaloneos entre la nueva mayoría republicana, la Casa Blanca y los demócratas para elevar el techo de la deuda, que llegó a su límite hace un par de semanas y que puede conducir a la insolvencia financiera de los Estados Unidos e incumplir con sus obligaciones financieras tanto internacionales como domésticas.
El miércoles pasado, Joe Biden recibió a McCarthy para buscar un acuerdo en un encuentro a solas. Sin embargo no hubo acuerdo pero se comprometieron a seguir dialogando.
Los “ultras” exigen que toda negociación para subir el techo de la deuda, deba ser compensada dólar por dólar con recortes a los pagos del Seguro Social, al programa de atención médica a los pobres, Medicaid, y al programa de salud de los ancianos, Medicare.
Por lo pronto, Biden dejó en claro que, en el caso improbable que las iniciativas de la agenda de los ultras logran rebasar a la mayoría demócrata en el Senado y llegan a su escritorio, las vetará, en lo que sienta las bases para un periodo de 2 años de peleas política hacia las elecciones presidenciales de 2024.
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