Las emotivas imágenes que mostraron a una mujer guatemalteca suplicando a un oficial de la Guardia Nacional mexicana que le permitiera cruzar a Estados Unidos fueron dolorosas pero también reconfortantes para sus familiares ya que, a través de estas, supieron que ella y su hijo estaban vivos.
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La semana pasada, un fotógrafo de Reuters captó a Ledy Pérez en Ciudad Juárez rogando a un agente mexicano que le permita continuar su travesía hacia Estados Unidos. Las imágenes, con su pequeño hijo al lado, se hicieron virales.
"Cada (vez) que miraba los videos me partía el alma y yo seguía pidiendo oración por ella", dijo a Reuters, llorando, Lolinda Amaya, tía de Pérez, desde su humilde vivienda de madera en el distrito de El Petén, una población selvática que por años ha sido azotada por el narcotráfico.
Cuando el oficial desvió la mirada, la madre y el hijo cruzaron rápidamente la frontera hacia Estados Unidos. Pérez y su hijo de seis años fueron liberados el lunes por autoridades estadunidenses, relataron familiares.
Aunque la escena fue triste, Amaya admitió que ver a su sobrina en ese video fue reconfortante pues le había perdido el rastro.
Amaya explicó que su sobrina había soñado con ahorrar para comprar una casa, por lo que decidió salir de su país pidiendo dinero prestado para emprender el peligroso y largo viaje a Estados Unidos.
En los videos ampliamente difundidos, Pérez le decía al oficial mexicano que había luchado por criar a su hijo en Guatemala después de que el padre los abandonó cuando el niño tenía apenas nueve meses.
La mujer pudo haber solicitado asilo en Estados Unidos, pero el proceso no garantiza a los migrantes el derecho a permanecer en el país mientras se procesan sus casos. La mayoría de ellos son regresados a México bajo el programa "Protocolos de protección de migrantes", que comenzó en enero.
Huyendo de la pobreza y violencia en casa, cada año miles de centroamericanos intentan llegar a Estados Unidos en busca del sueño americano. En su trayecto, mucho de ellos son asesinados, secuestrados e incluso víctimas de violaciones.
Dolores Morales, la abuela de Pérez, dijo entrevistada en la misma casa donde viven otros miembros de su familia, que las condiciones de vida en su municipio, La Libertad, son difíciles. A pesar de los peligros del viaje hacia el norte, dijo que su nieta sabía que valía la pena correr el riesgo.
"Le agradezco a Dios que haya llegado", dijo la mujer de cabello gris, con las palmas juntas como si rezara. "Se fue para asegurar una vida mejor para su hijo".
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