Era la noche anterior al domingo de Pascua del 2004, cuando una serie de detonaciones levantaron las alertas en el distrito Bayview de San Francisco, California: habían asesinado al oficial Isaac Espinoza.
El policía de 29 años recibió más de 10 balazos. Él y su compañero, Barry Parker, habían interceptado a un sujeto quien parecía esconder un arma de fuego, pero al aproximarse a éste e identificarse como oficiales— pues ambos vestían ropa civil y el automóvil en el que se transportaban estaba encubierto— el agresor les disparó con un AK-47 para después darse a la fuga.
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El crimen dejó viuda a Renata Espinoza y a su pequeña hija de tres años sin padre. En tanto la indignación social crecía y la exigencia de la pena de muerte para el responsable dejó entre la espada y la pared a la entonces recién nombrada fiscal de distrito, Kamala Harris.
“No voy a buscar la pena capital como Fiscal de Distrito. Considero, al igual que la mayoría de las personas, que los crímenes más severos merecen las consecuencias más severas”, declaró Harris tres días después del homicidio. La opinión pública estalló.
El regaño en la iglesia
Era el 17 de abril del 2004. La bandera de Estados Unidos (EU) reposó sobre el féretro de Espinoza, mientras miles de policías de San Francisco se reunieron en la Catedral de San Francisco para dar el último adiós a su compañero. El número de asistentes fue tal que el Bulevar Geary quedó bloqueado por sus automóviles, camiones, motocicletas y demás vehículos.
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Los familiares de Espinoza estaban en las primeras filas del templo desde donde recibieron las condolencias de la senadora Dianne Feinstein, una de las mujeres más influyentes de la política de California de aquel entonces.
“Esto no es sólo la definición de tragedia. (...) Éste es definitivamente un caso en el que se debió pedir la pena de muerte”, declaró la legisladora, cuyo discurso fue elogiado con gritos y aplausos por los asistentes del funeral. Todo ello en presencia de Harris, quien se sentaba en una de las bancas de la iglesia.
En tanto otras personas dieron su pésame en el Memorial de Policías Caídos (ODMP por sus siglas al inglés): “Hay un vacío que nunca se podrá llenar. El dolor es tan profundo para describirlo”, “Tienes una hermosa hija y vivirás a través de ella”, “Me duele que se haya ido por la violencia de las calles”, son algunos de los mensajes distribuidos en las más de 50 páginas que hoy conforman el memorial de Espinoza.
“Isaac, lamento mucho que no pudimos atraparlo aquella noche. Lo intentamos, pero no pudimos encontrarlo. Ojalá lo hubiéramos hecho. Lo haremos”, escribió el oficial J. Santos respecto al asesino de Espinoza.
¿Quién mató a Isaac Espinoza?
David Hill, de 21 años, entró al tribunal con el tradicional enterizo naranja y esposado de manos y pies. De hecho, su arribo a la corte fue lento y precavido debido a las cadenas alrededor de sus tobillos que le dificultaban el caminar.
El joven había sido arrestado poco después del asesinato de Espinoza, al ser identificado como el presunto homicida y responsable de otros tres cargos como el intento de homicidio de Barry Parker. Sin embargo, Hill se declaró inocente.
Las investigaciones señalaron a David (‘Dave’ en voz de sus amigos) como miembro de la pandilla Westmob. Razón por la cual abrió fuego contra miembros del grupo rival, Big Block Group, antes de que Espinoza y Parker lo descubrieran ocultando el AK-47 que usó en la noche del 10 de abril del 2004.
Según el portal SFgate, familiares y conocidos de Hill negaron los cargos en su contra. “David es un joven tranquilo, muy amigable y ama a los niños. David no es un asesino de policías”, suplicó su tía al término de las audiencias. Pese a ello, la última palabra fue firme: el joven de 21 años fue sentenciado a varias cadenas perpetuas.
“El fiscal de distrito está encargado de buscar justicia, no venganza. (...) Dí mi palabra a las personas de San Francisco que me opondría a la pena capital y honraré ese compromiso, pese a las fuertes emociones evocadas de este caso”, declaró Harris días después de la audiencia.
“He acusado este caso como un homicidio de circunstancias especiales, lo que automáticamente implica una sentencia vitalicia sin posibilidad de libertad condicional. (...) Las personas que reciben estas sentencias nunca vuelven a ver la luz del día”, insistió a la prensa.
La polémica decisión de Harris le costó críticas y cuestionamientos, pues no sólo rechazó la solicitud de la Asociación de Oficiales de San Francisco para sentenciar a Hill a la pena de muerte, también despertó en la opinión pública la duda si habría o no abusado de su discreción procesal.
Sin embargo, Kamala llegó al cargo con el apoyo de un electorado mayormente opositor a la pena capital; causa que no sólo ella adoptó durante su campaña como fiscal, también sus otros dos oponentes en la contienda, Bill Fazio y Terence Hallina— ante quien la Asociación de Oficiales apoyó a Harris, justamente, por su postura contra la pena de muerte— .
“Numerosos estudios han demostrado que no es un elemento disuasorio del asesinato. Es propensa a errores, lo que hace que se envíe a la muerte a personas inocentes. (...) he escuchado y considerado esas súplicas con mucho cuidado y entiendo y comparto el dolor que las impulsa, pero mi decisión está tomada y es definitiva”.
ASG