Uno de ellos vio a los asesinos; otro, escuchó los disparos que le quitaron la vida a 13 personas. Dos sobrevivientes de la masacre en la secundaria Columbine recuerdan aún el horror que vivieron hace 20 años.
Amanda Duran, que tenía 15 años cuando ocurrió la matanza en la escuela secundaria de Columbine (Colorado), afirma que los ataques posteriores, como en el festival de música country en Las Vegas, o el ocurrido en un instituto en Parkland (Florida), le hicieron “perder los estribos”.
Duran recuerda bien lo ocurrido aquel 20 de abril de 1999. La joven, tenía una cita con el consejero de la escuela debido a problemas personales por lo que estaba en la biblioteca esperando la reunión, cuando comenzó a escuchar “sonidos chasqueantes”. Al instante, entraron dos estudiantes armados, eran Eric Harris y Dylan Klebold, a quienes no conocía.
Se metió bajo una mesa a buscar refugio “escuché un ‘boom’ muy cerca, cuando le dispararon a una niña que estaba a mi lado”, rememoró. “Me ensordecí y en ese momento pensé que seguro sería la próxima”.
“Así que me acurruqué muy, muy apretada, puse los brazos encima de mí así y contuve la respiración, me preparé para que me dispararan en las costillas. Solo esperé y esperé”.
Al mismo tiempo Alisha Basore, que entonces tenía 17 años, se dirigía a su clase de arte cuando escuchó los estallidos de las armas y la estampida de estudiantes despavoridos. Ella logró escapar con dificultad pues se recuperaba de una herida de bala –amarga coincidencia– que recibió en un accidente cuatro meses antes.
“Las balas no rozaron mi rostro ni nadie me apuntó un arma a la cara, nada de eso”, indicó.
“Pero lamentablemente eso no hizo menor el trauma ni facilitó lo que siguió semanas, años después: funerales, el saber que tus amigos fueron asesinados, saber que alguien con quien hablaste ayer era una de las víctimas”.
Columbine se convirtió entonces en el mayor tiroteo escolar en la historia de EU, un país que estaba en estado de choque.
Esta semana las alarmas se dispararon en Littleton, Colorado, después de que una mujer que estaba obsesionada con la masacre, según las autoridades, viajara al centro del estado para comprar armas.
Las fuerzas de seguridad emprendieron una búsqueda intensa de la joven Sol Pais, de 18 años, quien apareció muerta el miércoles en un aparente suicidio.
Pero la ansiedad, el miedo, es algo que los sobrevivientes enfrentan todos los días.
Alisha desarrolló un problema de bulimia que todavía sufre. Por su parte, Amanda tuvo que lidiar con otra tragedia en 2007 cuando su hermano Joe se suicidó en medio de una profunda depresión que llevaba años arrastrando y un duro proceso de divorcio.
Joe fue asociado con los tiradores luego de la masacre, recibiendo amenazas de muerte, contó su hermana.
Amanda se sumergió en una tristeza profunda debido a los tiroteos posteriores, le enfurecía que los políticos no hicieran nada para endurecer los controles de armas.
Para Alisha, “ninguna arma salta del suelo y le dispara a alguien, es quien sostiene el arma quien aprieta el gatillo”.
Amanda dijo admirar a los estudiantes de la secundaria Stoneman Douglas de Parkland (Florida), donde murieron 17 personas en el tiroteo de 2018, “por alzar su voz, trabajar para cambiar las leyes de armas”.
“Queremos volver a la normalidad”, clama Amanda.