En Texas, el mismo territorio donde ocurrió en 2019 la masacre racista y xenófoba en la zona de un supermercado Walmart de El Paso, se convirtió en la vigésima entidad de Estados Unidos en permitir algún tipo de portación no regulada de armas de fuego, autorizando a la mayoría de los mayores de 21 años que no hayan sido declarados culpables de un delito grave a portar una pistola enfundada en público sin haber recibido algún tipo de entrenamiento o tener una licencia.
La nueva ley entró ayer en vigor, donde las personas pueden portar el arma sin la necesidad de que esté oculta, aplicándose a menos de un mes de la conmemoración que se realizó en El Paso por el ataque supremacista blanco donde murieron 23 personas el 3 de agosto de 2019.
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Los partidarios de la medida, incluyendo al gobernador texano Greg Abbott y los demás republicanos del Congreso, la han elogiado por considerarla una expansión necesaria al llamado movimiento constitucional a la portación de armas que les permitirá a las personas defenderse con mayor facilidad sin interferencia del gobierno.
Sin embargo, los detractores, incluyendo algunos grupos policiales y otros, aseguran que relajar aún más las restricciones a las armas de fuego es algo imprudente en un estado en el que se han registrado muchos tiroteos masivos.
Hasta el miércoles, los texanos requerían de un permiso para portar una pistola afuera de sus casas y vehículos. Para obtenerlo, tenían que acudir a que les tomaran las huellas dactilares, realizar un entrenamiento de varias horas sobre leyes de armas de fuego y seguridad, y aprobar un examen de aptitudes. Ahora todavía pueden tomar un curso de capacitación en línea que la ley requiere que el estado proporcione, pero no es obligatorio.
Texas tiene una arraigada cultura de la tenencia de armas que evoca la del Viejo Oeste, y muchos de sus residentes están a favor de las medidas más flexibles.
El ataque en Walmart llevó a Nuevo México, cuya frontera se encuentra a sólo 24 kilómetros al norte de El Paso, a aprobar la así llamada ley de señal de peligro, la cual permite a los cuerpos policiales incautar armas de personas consideradas de riesgo para ellos mismos o los demás.
Según los fiscales, el hombre acusado en la masacre de El Paso, Patrick Crusius, condujo desde su residencia en el área de Dallas hasta El Paso para poder matar a hispanos, los cuales conforman aproximadamente el 80 por ciento de la población de la ciudad fronteriza. Los abogados del atacante afirman que se le diagnosticaron discapacidades mentales pese a haber matado a 23 personas.
La polémica por la nueva ley de armas
Jesús “Chuy” Aguirre, de 78 años, es uno de los que están a favor de esta flexibilización en la normativa. Es propietario de la armería Chuy's Gun Shop en El Paso.
“A la larga nos apaciguamos y los policías comenzaron a entender lo que tenían que hacer”, declaró el hombre, quien hace una generación abogó con éxito por la introducción de permisos para la portación de armas ocultas.
Angel Zacarias, quien con 21 años tiene apenas edad suficiente para ser elegible a portar un arma sin permiso, se encontraba hace unos días en la tienda de Aguirre para preguntar el precio y la calidad de una pistola usada. Dijo que no planeaba solicitar una licencia de portación de armas para así ahorrarse las cuotas, que por lo general alcanzan los 200 dólares (casi 4 mil pesos).
Pero también hay muchos en contra de la nueva ley, especialmente de grupos policiales, que, a pesar de que la nueva medida endureció las sanciones para los convictos por delitos graves que sean sorprendidos portando un arma, mantienen su preocupación por el hecho de que los cursos de capacitación sean opcionales.
A esto se suma también el la seguridad de los agentes en sus interacciones de rutina con aquellos que porten armas de fuego sin licencia.
Martin Portillo compró un arma de fuego después de la masacre en Walmart, pero aún con eso, dijo que no se siente tranquilo de que haya menos requerimientos para portar un arma de fuego en público y cree que la medida podría derivar en un incremento de la violencia.
“Creo que si vas a estar tan armado como un agente de policía, entonces necesitas tener cierto tipo de entrenamiento”, dijo el ciudadano estadunidense por naturalización quien llegó de niño junto con su familia desde Ciudad Juárez, Chihuahua.
El hombre, que vive en El Paso y tiene su arma hace dos años, recalca que “las situaciones suben de tono, en especial en estos días... Ya no se pelea con los puños”.
Adria Gonzalez, quien estaba de compras en Walmart cuando se desató el tiroteo y ayudó a resguardar a otras personas, aseguró que la nueva ley va en contra del sentido común y socava la disciplina requerida para portar un arma. Su esposa le pidió que se entrenara para portar un arma.
“Después de todo lo que sucedió, me dijo: ‘¿Sabes qué? Tienes que estar entrenada, tienes que protegerte’”, contó González, recordando el mensaje de su pareja, quien es militar.
El doctor José Burgos, que trabajaba en el Centro Médico University cuando comenzaron a recibir a las víctimas del ataque en Walmart en la sala de emergencias, se convirtió en portador de armas con permiso casi al principio de la pandemia, por temor a un nuevo atentado contra los latinos y después de ver cómo las personas realizaban compras de pánico. Cree que anular el requerimiento de capacitación resultará en actos innecesarios de violencia.
“Si tenemos leyes que son más permisivas para la propiedad de armas, se necesita educar a las personas al respecto”, declaró. “Uno todavía tiene que cumplir la ley que te sancionará si usas un arma de fuego de forma indebida”.