Yusef Salaam tenía 15 años cuando fue acusado de violar brutalmente, junto con otros tres adolescentes de color y uno latino, a una joven blanca de 28 años en pleno Central Park, Nueva York, incluso en ese entonces el ahora presidente Donald Trump solicitó la pena de muerte.
Casi 13 años después, a través de estudios de ADN, se identificó al verdadero autor de la golpiza y de la violación: Matías Reyes, un asesino serial; con ello, en 2002 comenzaron a revocarse las sentencias contra Antron McCray, Kevin Richardson, Yusef Salaam, Raymond Santana y Korey Wise, “The Central Park Five” (Los cinco de Central Park), como los apodó la prensa en 1989, cuando fueron detenidos injustamente.
Salaam, nombrado miembro de la junta del Proyecto Inocencia en 2018, estuvo en México para hablar sobre su experiencia y de la miniserie lanzada por Netflix When They See Us y, aunque ganó una cifra millonaria por el daño sufrido, sigue luchado contra los grilletes que permanecen de la esclavitud abolida.
¿Eran unos niños cuando Ed Koch, entonces alcalde de NY, afirmaba que se encontraban ante el crimen del siglo?
No se nos dio la oportunidad de defendernos. Nos acusaron de criminales, de violación y del casi asesinato de una banquera de inversiones, y solo por el color de nuestra piel. Dos semanas después Donald Trump uso su riqueza y sacó un desplegado en los diarios pidiendo la pena de muerte contra nosotros.
No se hizo un juicio justo porque la ley no existe para la gente negra ni para los latinos, para la gente blanca somos depredadores, terroristas; servíamos para los discursos políticos de odio. La misma Hillary Clinton nos pidió disculpas, pero Trump jamás se disculpó, solo publicó otro desplegado donde señalaba que “la culpabilidad del grupo no estaba aún probada”.
¿Qué fue lo más impactante del proceso?
Nos llevaron al banquillo, lloramos. Nos sugerían pedir misericordia y me preguntaron: ¿tienes algo que decir antes de encerrarte? Yo dije: sí, y cuando me puse de pie, vi con claridad lo que la gente deseaba, verme muerto por ser negro.
Nadie vio los hechos, las pruebas falsas, los falsos testimonios; estamos ante un sistema altamente falible. Hubo policías que nos difamaron, pusieron nuestro nombre, domicilios y teléfonos en los diarios de la Ciudad de Nueva York.
Recibimos millones de cartas de odio, una de ellas que aún conservo dice que dentro de 20 o 30 años siempre habrá quién recuerde mi supuesto crimen. Mi madre, en el breve tiempo que pasó a verme, me dijo que no participara en ese show mediático. Sí, abolieron la esclavitud, pero dejaron los grilletes.
¿Qué te hizo soportar 13 años de encierro, perdiendo tu niñez?
Caí en la cuenta de que cuando nuestros padres se unen para crearnos, nosotros somos el resultado de una de las más de 400 posibilidades de los millones de espermas que van corriendo a fecundar el óvulo.
Cuando nací, mis padres tuvieron que observarme durante siete días antes de bautizarme para elegir mi nombre: Yusef Salaam, que significa señor y paz, grandeza y justicia. Yo sabía que tenía que cambiar, hacer algo grande en medio de un sistema de justicia que está de cabeza. Si te aplastan, debes resurgir, eso es lo que le digo a la gente que defiendo. No pueden permitirse ser sepultados vivos y olvidados. Somos semillas y podemos resurgir como océanos.
¿Qué haces en tus tiempos libres?
Ir a la cárcel fue de las experiencias más dolorosas e innecesarias que tuve que pasar siendo un niño. Alguien me dijo que nuestra vida es un lienzo en blanco sobre el cual la gente pasa, toma el pincel y deja una huella.
Desde que salí, mi labor consiste en transmitir a las personas que ellas también pueden tomar su propio pincel y pintar sobre ese lienzo, donde puede surgir una obra cualquiera o una obra maestra. Claro, tengan en cuenta que yo ni en un millón de años me convertiría en Donald Trump. No lo hagan por favor. El sueño americano de buscar oportunidades no es buscando ese tipo de riqueza ni ser arrollado por la pesadilla estadunidense.
¿En algo aportará la miniserie de Netflix?
Sí, por lo menos en presentar que se deben hacer ajustes en el sistema de justicia, que hay policías que interrogan a menores de edad sin la supervisión de sus padres, que siguen maltratando y obligando a las personas a hacer confesiones falsas.
Nelson Mandela pasó 27 años en la cárcel y dejó el odio y la rabia en esa celda porque lo iban a destruir. Pero no dejó su enojo. Con el enojo puedes permitirte bailar, crear y luchar contra la nueva esclavitud. Los latinos, mexicanos y negros debemos negarnos a esos nuevos modelos de esclavitud. Esta revolución de “los hombres inferiores” debe venir desde adentro. Hay que avanzar como pueblo para asegurarnos de que podemos cambiar el curso de la historia.