El rey Felipe de Bélgica reconoció por primera vez la "violencia y crueldad" de su antecesor Leopoldo II hacia el Congo en el marco del 60 aniversario de la independencia del país, expresando su "profundo pesar", pero sin pedir disculpas. Siendo el primer reconocimiento oficial de la monarquía sobre los crímenes durante el colonialismo.
"Deseo expresar mi más profundo pesar por estas heridas del pasado, cuyo dolor se ha reavivado por las discriminaciones aún presentes en nuestras sociedades", escribe en una carta dirigida al presidente de la actual República Democrática del Congo, Félix Tshisekedi. En la época del Estado Libre del Congo "se cometieron actos de violencia y de crueldad que todavía pesan sobre nuestra memoria colectiva. El periodo colonial que le sucedió causó también sufrimiento y humillaciones".
La carta ha sido calificada por los medios locales como "histórica". El diario Le Soir celebró el "gesto necesario, que engrandece al rey y a su país", mientras que el rotativo La Libre lamentó que no fueran "disculpas". "Quizás lleguen al final de la labor" de la comisión parlamentaria, agregó el último.
La canciller congoleña, Marie Ntumba Nzeza, dijo que el pesar "sirve de consuelo" para sus conciudadanos. "Esto es un avance que impulsará las relaciones de amistad entre nuestras dos naciones", agregó.
Sin embargo, para el antiguo vocero del ex presidente congoleño Joseph Kabila, Lambert Mende, dice que no es suficiente, llamando a "reparar el daño en términos de inversiones y daños". "Eso es lo que esperamos de nuestros socios belgas", agregó.
El pasado oscuro de Leopoldo II de Bélgica
Muchas estatuas de Leopoldo II, quien gobernó de 1865 a 1909, fueron atacadas en Bruselas y Amberes, especialmente, en su mayoría con pintura roja simbolizando la sangre de los congoleños. Algunos municipios decidieron retirarlas del espacio público.
Bajo su reinado se produjo una explotación masiva de los recursos naturales del Congo, principalmente caucho, para la que se utilizó a la población autóctona en condiciones de esclavitud, y se aplicó un régimen de terror en el que fueron comunes los castigos atroces, en particular la mutilación de las manos, y se produjeron asesinatos en masa. Aunque no hay una cifra exacta, se calcula que murieron entre cinco y diez millones de personas.
Según la mayoría de los historiadores, la violencia no cesó después de la cesión del Congo al estado belga en 1908 y, durante décadas, se mantuvo un sistema de separación entre negros y blancos parecido al apartheid en Sudáfrica.
Durante la Conferencia de Berlín en 1885, el Congo fue declarado propiedad privada del Leopoldo II, quien lo administró bajo el nombre de Estado Libre del Congo hasta 1908, cuando pasó a ser una colonia de Bélgica hasta su independencia, el 30 de junio de 1960.
Tras un acuerdo de principio entre los grupos políticos en el Parlamento belga, una comisión parlamentaria debería investigar el pasado colonial con expertos belgas y africanos a partir de septiembre, algo que no ha sucedido hasta ahora.
Entre 2000 y 2001, un comisión ya examinó el contexto del asesinato en enero de 1961 de Patrice Lumumba, el efímero primer ministro congoleño en donde se apuntó a la "responsabilidad moral" de "algunos ministros y otros actores" belgas.
Bélgica y su Black Lives Matter
Aunque estos hechos son objeto de debate a nivel nacional desde hace años, las manifestaciones por el homicidio del afroamericano George Floyd a manos de la policía en Estados Unidos, extendidas a Europa, han reavivado la discusión y el debate sobre el racismo en la sociedad belga, y han convertido en objeto de actos vandálicos las numerosas estatuas de Leopoldo II diseminadas por toda Bélgica.
En su misiva, el rey Felipe asegura que continuará "combatiendo todas las formas de racismo" y apoya la reflexión sobre el tema que se producirá en el Parlamento belga "para que nuestra memoria sea pacificada definitivamente".
El monarca señala que el aniversario de la independencia de la República Democrática del Congo es el momento de "renovar" la "amistad profunda" que une a los dos países, saluda la "cooperación intensa" entre ambos, sobre todo en materia sanitaria en este periodo de pandemia de coronavirus, y reafirma su "compromiso" con el país africano.
Asimismo, afirma que espera poder visitar próximamente la República Democrática del Congo, donde nunca ha estado, y debido a la pandemia de coronavirus tuvo que cancelar la visita que tenía prevista a Kinshasha atendiendo a la invitación que le formuló Tshisekedi para asistir a los actos conmemorativos de la independencia.
En ese sentido, la primera ministra belga, Sophie Wilmès, aprovechó un acto conmemorativo de la independencia congoleña para reivindicar "la capacidad de mirar a ese pasado compartido con lucidez y discernimiento, un pasado también imbuido de desigualdad y violencia hacia los congoleños".
"Como en otros países europeos, ha llegado el momento de que Bélgica se embarque en un camino de investigación, en un camino de la verdad, en un camino de la memoria", aseguró la jefa del gobierno belga, para quien el debate se debe realizar "sin tabúes".
En una petición que recabó más de 80 mil firmas, el colectivo de militantes anticolonialistas "Reparemos la Historia" reclama la retirada de las imágenes de este rey.
dmr