“Scotland still loves EU” (Escocia todavía ama a la Unión Europea) rezaba una de las pancartas de la manifestación proeuropeísta celebrada ayer en Edimburgo. Con este lema amoroso, Escocia quiso dejar claro que no votó a favor de abandonar el bloque continental y eso, para algunos, justifica un nuevo referendo de independencia.
- Te recomendamos ‘Brexit’: el penoso divorcio que mermó a Londres y Bruselas Europa
La región británica, donde el 62 por ciento votó por permanecer en la UE, amaneció ayer fuera del club comunitario, lo que congregó a cientos de ciudadanos en Edimburgo, que han clamado consignas a favor de que se celebre una nueva consulta, algo a lo que el gobierno británico se opone con firmeza.
El primer ministro, el conservador Boris Johnson, sostiene que la cuestión quedó zanjada en 2014, cuando el 55 por ciento rechazó la independencia, si bien el Ejecutivo de la nacionalista Nicola Sturgeon considera que el brexit brinda un escenario completamente diferente que justifica una nueva cita con las urnas.
Entre las pequeñas piscinas que rodean el parlamento regional, los manifestantes organizaron un pasillo por el que desfilaron un par de músicos, mientras otros escuchaban los discursos de los organizadores, el grupo proindependentista “Stand Up For Scotland”.
Enfrente de ellos, un reducido grupo de unas diez personas celebraba el brexit y la lograda “independencia británica”.
“Estoy triste, pero tengo esperanza porque sé que volveremos al corazón de Europa. Somos una nación europeísta y no queremos estar aislados”, comentó el ciudadano John Love, de 66 años, mientras sostenía una enorme bandera hecha a base de diferentes estandartes de Escocia, la UE y el movimiento independentista regional.
Unos metros más allá, entre un mar de banderas comunitarias, escocesas y otras con el emblema “Yes” en apoyo a la separación, un grupo de amigas de Fife y Glasgow comentó la “decepción” que sienten por no haber podido frenar la salida de la UE, aunque se muestran esperanzadas de poder ingresar de nuevo en ella si consiguen que el movimiento que respaldan se haga mayoritario entre los escoceses.
Sin embargo, tras el divorcio ya hay cambios visibles de inmediato; la representación diplomática británica en Bruselas envió a un empleado por la mañana a cambiar la placa de su edificio que ahora dice “Misión del Reino Unido ante la Unión Europea”, reflejando que ya no es miembro.
También tomó su puesto el nuevo embajador de los 27 en Londres, el portugués João Vale de Almeida, quien afirmó en un tuit estar “deseoso de trabajar constructivamente con las autoridades londinenses y el pueblo británico”.
Mañana, Johnson dará un discurso en que marcará sus grandes líneas para el futuro y qué papel en el mundo quiere para el nuevo Reino Unido. No obstante, tendrá que lidiar con el descontento general de la región Escocesa.
El resultado del referendo de 2016, en el que 52 por ciento de los británicos optó por el brexit, fue interpretado como una reacción desesperada de la parte del país —principalmente el norte de Inglaterra— olvidada por la globalización.
“Escocia es europeísta, votamos por la permanencia y no deberíamos haber salido”, dijo la ciudadana Moira, que confía en que el gobierno escocés logre convocar un referendo este año para que el parlamento regional “tenga todos los poderes” y el reingreso en el club de los 27 sea “una realidad”.
En los próximos meses, Londres tendrá que negociar su futura relación con Bruselas al tiempo que trata de alcanzar un ambicioso tratado de libre comercio con Estados Unidos, su principal opción para reemplazar a su socio europeo.
“Hay mucho en juego”, dijo Jill Rutter, del centro de reflexión UK in a Changing Europe (Reino Unido en una Europa cambiante).
Johnson aseguró que no quiere alinearse con las normas europeas, lo que preocupa a sus ex socios.
“No podemos permitir que se establezca una competencia nefasta entre nosotros”, advirtió el presidente francés, Emmanuel Macron, en una carta a los británicos publicada en The Times.
El brexit marca el inicio de una nueva cuenta atrás para negociar en 11 meses las bases de la relación futura entre UE y Gran Bretaña, antes de que el 31 de diciembre expire el periodo de transición y ambos bandos se enfrenten de nuevo al “precipicio” si para entonces no han logrado un acuerdo.
EN CIFRAS
62 por ciento de los escoceses votó, en 2016, por mantener a Reino Unido como miembro activo de la Unión Europea.
55 por ciento votó porque Escocia continuara como parte de Reino Unido; sin embargo, el brexit habría cambiado esta postura en miles de ciudadanos, según analistas.