En tiempos de paz, los ritmos de la calle y los de las instituciones europeas discurren de forma distante, pero al menos paralela. En tiempos de crisis, de caos, la forma se parece más bien a una tangente que apenas roza la curva de las expectativas. Con miles de muertes, cientos de miles de nuevos parados, sectores enteros cerrados sin saber cuándo podrán abrir y un desafío económico sin precedentes, los ciudadanos esperan una reacción proporcional. Han escuchado hablar a sus líderes de eurobonos, de coronabonos, de un Plan Marshall. De una movilización sin precedentes a nivel comunitario y, además, de forma inmediata. La realidad, incapaz de satisfacer esas ambiciones, les golpea como una bofetada.
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Los titulares de Economía y Finanzas de la UE se reunieron ayer de forma telemática por tercera vez en las últimas semanas. Y la discusión se prolongó con vistas a la madrugada. Después de casi cinco horas, el ministro maltés, Edward Scicluna, ya aventuraba un encierro hasta el amanecer ofreciendo buenas pistas de lo que estaba ocurriendo. “Un Eurogrupo maratoniano quizás hasta la mañana para acordar un robusto plan financiero con cuatro pilares para apoyar a los trabajadores y empresas durante el covid-19. Y más importante aún, para sentar las bases de una recuperación sostenible”.
En la elección de palabras y el énfasis está la clave. Mírenlas bien. Un plan para la emergencia, algo tangible para hoy, y una senda clara, acordada, para la parte difícil, la de la recuperación. Los ministros llevaban tiempo perfilando un paquete, cuyos trazos generales estaban muy trabajados: unas líneas de crédito reforzadas de hasta 250 mil millones para los estados usando el Mede, el mecanismo de rescates de la Eurozona. Otros 200 mil millones en financiación y liquidez para las empresas mediante el Banco Europeo de Inversiones. Y otros 100 mil millones, si fueran necesarios, para los trabajadores mediante el Sure, el fondo que la semana pasada propuso la Comisión Europea para que los Estados pueden obtener préstamos para soportar el empleo.
Ni eurobonos, ni coronabonos ni un Plan Marshall. Son todos ellos, y algunos más, elementos clave de una discusión abierta, profunda. Pero no estaban directamente en la agenda del día, son la Fase 2. Se habló, claro, pero no como piensa la calle, porque era imposible aprobar nada similar. Todos los implicados saben que no hay consenso para ello, que hace falta muchísimo más trabajo técnico, preparatorio y un visto bueno de sus jefes, que está a años luz por el momento. La pelea era por un papel, por unas cuantas palabras y expresiones.
Los protagonistas saben que, en cierto modo, no pasa nada. Dicho así puede confundir. Pasa, claro que pasa, la respuesta conjunta a largo plazo es una cuestión fundamental, casi existencial para España, Italia y Francia. Pero hay en la estrategia europea dos partes. La inmediata es la de las medidas rápidas, las de la liquidez, el flujo constante de millones para que no haya bancarrotas en cadena, decenas de millones de parados y una catástrofe irreversible. La ministra Calviño lo llama “una red de seguridad”.
La segunda es la de la reconstrucción. Una solución que pase por disparar el endeudamiento y los niveles de vulnerabilidad de los estados ya más endeudados difícilmente va a ser una solución para el conjunto de la UE. De ahí las llamadas al Plan Marshall, el Fondo de Solidaridad que ha propuesto Francia. El Fondo que han propuesto los comisarios Gentiloni o Breton. El Mecanismo especial que España masculla pero no acaba de presentar en voz alta.
Y ADEMÁS
TODOS JUNTOS
Ana Botín, presidenta del Banco Santander, considera necesario que la Unión Europea se dote de algún mecanismo de financiación sobre la base de que todos los países están juntos en esta crisis y señala que, si no se trata de coronabonos, tal vez sea hora de plantear algún otro tipo de instrumento común con el respaldo de la UE.
CONFIANZA
Ante la reunión de ministros europeos, Botín insiste en que en el caso de que los socios del euro no actúen juntos, se podría “socavar la fe del público”, en el enfoque de que la UE es más fuerte cuando trabaja unida, sobre el que descansan los logros económicos, políticos y sociales alcanzados.
VOLVER AL TRABAJO
La presidenta del Santander advierte sobre las mayores necesidades financieras si se alarga el confinamiento. Por ello, defiende volver al trabajo cuanto antes, pero de forma segura, acelerando los test para identificar a quien haya superado la enfermedad.