El presidente de España, Pedro Sánchez, se convertirá en el presidente más breve del país. El jefe del Ejecutivo romperá la marca de Leopoldo Calvo-Sotelo, que estuvo 22 meses al frente del gobierno durante 1981 y 1982.
El mandatario, abanderado por el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), prometió, al llegar a la presidencia en junio pasado, que convocaría a elecciones cuanto antes, que su único objetivo era echar a Mariano Rajoy.
No cumplir esta promesa de inmediato fue una losa con la que cargó y de la que se aprovecharon sus rivales políticos. A consecuencia de ello, Sánchez finalmente decidió ayer convocar a elecciones generales para el próximo 28 de abril, tal y como estaba previsto y debido a la falta de apoyo en el Congreso al contar con solamente 84 diputados de un total de 350.
Esto luego de que la oposición, es decir, la derecha, tumbó los presupuestos generales del Estado, y Sánchez no tuvo otra opción que convocar los comicios para el cuarto mes del año.
El mandatario recordó que tenía dos caminos, el primero era gobernar hasta el próximo año con los presupuestos de su antecesor y la segunda: adelantar las elecciones. “Me inclino por la segunda porque España no puede esperar ni un minuto más”, sentenció.
Y lo hace con la sociedad más polarizada que nunca, la crisis de Cataluña sin resolver, el juicio a los políticos independentistas catalanes en marcha y cinco partidos nacionales —con la previsible entrada del ultraderechista Vox— en el futuro Congreso que salga de las urnas.
Esta decisión la toma el presidente ocho meses después de haber echado del cargo a Rajoy tras presentar una moción de censura que contó con el apoyo de la izquierda, los nacionalistas vascos, y los independentistas catalanes, estos últimos han abandonado a Sánchez debido a que le exigieron la realización de un referendo soberanista a lo que evidentemente el líder socialista dijo no.
Durante su comparecencia en el Palacio de La Moncloa, Sánchez destacó algunos de sus logros, entre ellos –según él— volver a poner a España en la escena internacional; sanear las cuentas públicas; la mejora del empleo, y la reconstrucción del estado del bienestar.
Pero, añadió, después se tenían que aprobar los presupuestos y no sucedió debido a que en España hay una “oposición alejada del sentido común, que antepuso sus intereses”.
Se volvió a lamentar. “Se bloquearon los presupuestos más sociales de la última década, buenos para los españoles y para cada territorio del país”.