La chilena Adriana Rivas, ex espía de la dictadura de Augusto Pinochet, vivió durante más de treinta años como limpiadora y niñera en Australia hasta que fue detenida el año pasado debido a una petición de extradición de su país, donde está acusada de crímenes de lesa humanidad.
Rivas está acusada por el secuestro y desaparición en 1976 de Víctor Díaz, subsecretario del Partido Comunista de Chile, así como de Fernando Navarro, Lincoyán Berríos, Horacio Cepeda, Juan Fernando Ortíz, Héctor Veliz y Reinalda Pereira, quien estaba embarazada de su primer hijo en el momento de su detención.
El martes se presentaron los argumentos de la defensa y de la Fiscalía en un tribunal del estado de Nueva Gales del Sur, el cual emitirá una sentencia sobre su extradición a Chile el próximo 27 de julio, decisión que se puede apelar en otras instancias judiciales.
La Chany, como se le conocía a esta mujer que ahora tiene 68 años, llegó a ser la secretaria personal de Manuel Contreras, el máximo jefe de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), que era la policía secreta de Augusto Pinochet (1973-1990).
Rivas, quien niega haber participado en torturas o asesinatos, viajó en 1978 con el que fue su marido a Australia, en donde residió después en una vivienda subvencionada en el barrio de Bondi, en el este de Sidney, y se dedicó a labores de limpieza y cuidado de niños.
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En 2006 viajó a Chile, en donde fue detenida por los casos vinculados a su extradición, aunque después logró escapar y volver a Australia tres años más tarde.
Actualmente se encuentra detenida en un centro penitenciario de Sidney mientras se dirime su proceso de extradición en los tribunales.
Rivas justifica la tortura
Rivas, presunta integrante de la Brigada Lautaro, el comando operativo de exterminio de la DINA, ha sido considerada como una de las personas más crueles de esta unidad de élite.
Al conmemorarse los 40 años del golpe de Pinochet en 2013, Rivas defendió la tortura como método necesario para extraer información en una entrevista con la emisora SBS Spanish.
Entonces, la chilena comentó que las torturas en su país durante el régimen de Pinochet eran "un secreto a voces", y las calificó de técnica "necesaria" para "quebrantar a la gente".
Al hacer una retrospectiva de su vida, Rivas, que se declara inocente de los delitos que se le imputan en Chile, no duda en afirmar: "los mejores años de mi juventud fueron los que viví en la DINA".
El caso de la Chany fue plasmado en el documental "El pacto de Adriana", que fue dirigido por la sobrina de Rivas, Lissette Orozco, que en 2017 ganó el Premio de la Paz en el festival de cine de la Berlinale en la capital alemana.
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El documental incluye una entrevista con Jorgelino Vergara, quien trabajaba como mozo en el cuartel Simón Bolívar, un centro secreto de la brigada Lautaro en donde se torturaba y mataba a los opositores de Pinochet.
"No la vi matar gente, pero torturó al extremo de que (la víctima) quedó moribunda", relata Vergara, también conocido como el Mocito, en ese documental.
No obstante, la otrora secretaria de Contreras siempre ha afirmado que nunca presenció una tortura y que no soporta el flagelo de un ser humano.
Australia y su nexo con el golpe
En 2015, la entonces presidenta de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (AFDD) de Chile, Lorena Pizarro, dijo que el proceso de extradición de Rivas es "la punta del iceberg" de centenares casos de ex agentes secretos de Pinochet que aparentemente viven en la impunidad en Australia desde finales de la década de 1980 y principios de 1990 y cuyas identidades se desconocen.
"Algunos señalan que hubo un convenio (entre Chile y Australia) nosotros no tenemos la certeza de eso, pero sí tenemos la absoluta convicción de que ellos se encuentran acá", dijo entonces Pizarro a Efe en un viaje al país oceánico.
El otrora primer ministro de Australia Gough Whitlam (1972-75) llegó a confirmar la cooperación de los servicios secretos australianos con la CIA estadunidense en la caída del gobierno de Salvador Allende, derrocado en el golpe de Pinochet.
"Ha sido escrito, y no puedo negarlo, que cuando asumí el Gobierno, el personal de la inteligencia australiana estaba trabajando como delegados de la CIA en la desestabilización del Gobierno de Chile", afirmó en su día Whitlam.
tm