En el corazón de Roma, hay un rincón donde la fe y el amor por el papa Francisco se sienten en cada rincón.
La Iglesia de Santa María Addolorata, conocida como la “Iglesia de los Argentinos”, se ha convertido en un refugio de oración y esperanza para quienes han hecho de la capital italiana su hogar.
Banderas celestes y blancas, escudos de provincias argentinas y la imagen de la Virgen de Luján acompañan a los fieles que llegan cada día con un solo propósito: pedir por la pronta recuperación del Santo Padre. Su salud ha preocupado a millones en todo el mundo, pero aquí, a solo unos kilómetros del Vaticano, las plegarias no cesan.
“Esta es la iglesia donde se reúnen todos los sudamericanos, sobre todo los domingos. Es un punto de encuentro, un pedacito de nuestra tierra en Roma”, comparte Rosario Paz, una argentina que, como muchos, ha encontrado en este lugar un consuelo en la distancia.
Desde el pasado 14 de febrero, cuando Francisco fue ingresado al Hospital Gemelli, las misas y rosarios en su honor se han vuelto una rutina. Cada oración, cada vela encendida, lleva el mismo mensaje: que el Papa pueda sanar y seguir guiando a su pueblo.
“Pedimos por su salud, queremos que siga adelante. Lo queremos mucho y esperamos que pronto pueda estar bien”, dice con emoción Héctor Farcomeni, otro argentino en Roma.
La conexión entre Argentina e Italia es profunda, y esta iglesia es prueba de ello. No solo es un espacio de fe, sino también un símbolo de identidad y pertenencia para la comunidad latina. Por eso, será uno de los puntos clave del Jubileo 2025, un evento de gran significado espiritual.
“Ahorita que está mal, vengo todos los días a rezar”, confiesa Rosario con la voz entrecortada. No está sola. Decenas de fieles la acompañan en este acto de amor y fe inquebrantable.
Para muchos, esta iglesia es más que un templo; es un pedazo de Argentina en Roma, un sitio donde el amor por su tierra y su Papa se vive con el corazón.
“La Virgen de Luján, la protectora de Argentina… Todos los argentinos la conocen”, susurra un feligrés.
Hoy, bajo su manto, el pueblo argentino se une en una sola voz: Fuerza, Francisco.
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