Avenidas sin tráfico y largas filas afuera de supermercados y farmacias es la cara de París el día que comienza la restricción estricta a los desplazamientos, que busca contener los contagios de Covid-19.
Desde ayer a las 12 horas los franceses tienen que presentar un formulario que justifica la salida de sus hogares, luego de que el gobierno de Emmanuel Macron decretó aislamiento por 15 días, aunque se prevé que serán 45.
Días antes del anuncio, los parisinos paseaban tranquilamente por los Jardines de Luxemburgo, armaban el clásico pícnic a un costado del río Sena o tomaban el sol en las escalinatas de la basílica del Sagrado Corazón del barrio de Montmartre. Además de que los runners invadían la ciudad.
Aunque todos los parques, museos, comercios y restaurantes están cerrados y cada día aumentan los contagios y las muertes por el nuevo coronavirus, no parecen entrar en pánico y son contados los que usan cubreboca.
“La semana pasada cerraron escuelas, pero la gente seguía saliendo. Luego cerraron comercios no esenciales porque seguían yendo de compras y a restaurantes. Al día siguiente hubo buen clima y todos salieron a los parques. Entonces ya lanzaron medidas más extremas”, cuenta Cynthia Solís, mexicana que estudia una maestría desde hace seis meses en París.
Ya cuenta con el formulario para justificar sus salidas a alguno de los más de 100 mil policías que vigilarán las calles del país. En la hoja se lee que solo se permite ir a comprar alimentos o medicamentos, acudir al médico, a ayudar a algún familiar, pasear al perro o ejercitarse cerca de su domicilio.
“Si no lo especificas, te multan con 38 euros. Así será por los próximos 15 días, aunque se dice que serán 45. Si tienes que ir a trabajar, tu jefe tiene que darte un comprobante para poder trasladarte y evitar la multa”.
Cynthia narra que el laboratorio donde hace su investigación suspendió actividades y que quienes están en un posgrado reciben clases por videochat. Entre sus compañeros hay extranjeros que volvieron a su país en los últimos tres días, aunque solo los que cuentan con los recursos.
“Pensé en ir a México, pero los vuelos estaban en 50 mil pesos. Además de que corro el riesgo de no poder regresar a terminar mis estudios, ya que en América apenas comienza la contingencia y puede que cuando acá mejore la situación ya no me permitan entrar.
Sin compras de pánico
El lunes pasado Cynthia, oftalmóloga, tardó media hora en la fila para entrar a un supermercado al sur de la ciudad. Variaba por establecimiento y distrito, pero la línea no superaba las 10 personas y mantenían la estricta distancia de un metro entre cada una. Mientras que ayer, antes de mediodía, había más de 50 esperando turno en las tiendas.
“Hice mis compras para unos 20 días. Hay filas en los supermercados, controlan la entrada, además no atienden todo el tiempo, abren una hora y cierran otra para no tener concentrada a tanta gente. Pero las personas no se desesperan y los precios no han subido”.
Considera que los parisinos se han tomado la situación “muy a la ligera” y por ello el gobierno se puso más estricto. Leyó el mensaje de Macron como un llamado a estar tranquilos, pero también a pelear como en una guerra, “unidos y cooperando”.
ledz