“Cuando entramos, apagamos el celular y lo dejamos en el casillero. Después vamos a clase”, resume Ylan, un alumno de secundaria en Francia, donde el gobierno estudia generalizar una pausa digital en 2025 para reducir el acoso y mejorar el rendimiento escolar.
El instituto de secundaria Auguste Brizeux de la localidad portuaria de Lorient, en el oeste de Francia, empezó en 2022 a aplicar esta medida, que desde esta semana experimentan unos 180 centros más con el inicio del curso.
La planta baja cuenta con un muro de estantes destinado inicialmente a guardar libros y cuadernos, pero que ahora sirve también para que sus 600 alumnos coloquen sus celulares hasta el final de las clases.
“Es importante que los alumnos mantengan una distancia física con su teléfono a lo largo del día para que tengan la cabeza despejada”, aseguró a la AFP el director del centro, Grégory Charbonnier.
Con esta medida, el responsable del centro desde 2020 tiene dos objetivos: “el bienestar y la salud de los alumnos, y la lucha contra el acoso, que demasiado a menudo se amplifica con el celular a través de las redes sociales”.
“Un 90 por ciento de nuestros alumnos poseen un celular y el 55 por ciento de ellos le dedica más de 20 horas por semana”, subrayó el director, para quien algunos pueden presentar señales de comportamientos adictivos.
“Tranquiliza a todos”
Para Ylan, de 11 años, y sus compañeros de clase, desconectarse de su celular al inicio de las clases se convirtió en una costumbre y no lo viven como una humillación.
“Evita que caigamos en la tentación de mirarlo. Cuando estamos en clase, no lo necesitamos realmente y puede distraernos. Nos permite aprovechar el tiempo con los amigos”, abundó Inès.
La adolescente piensa incluso que lo dejaría en su lugar aunque no la obligaran, para concentrarse mejor. “Es bueno porque estamos desconectados de las pantallas y las redes sociales”, explicó.
En su clase, todos han dejado el celular a la entrada, salvo Oscar, quien, a preguntas del director, confiesa que todavía lo tiene en la mochila: “El timbre sonó. No quería arriesgarme a llegar tarde”.
El personal no controla si los alumnos dejan el teléfono en el casillero, pero si descubren a alguno con él encima lo confiscan y se lo devuelven ese día en presencia de uno de sus padres o responsables para dialogar.
En caso de infracciones muy frecuentes, el alumno ya no lo deja en el casillero, sino que está obligado a depositarlo directamente y en persona en la secretaría de asuntos estudiantiles cada mañana.
“A veces miran rápidamente su celular entre dos clases al buscar un cuaderno en la taquilla, (...) pero en general son bastante honestos”, estimó Camille Bellanger, asistente educativa.
Florence Allix, profesora de alemán, lo considera “una muy buena medida”, que tranquiliza a todos: profesores y alumnos.
¿Generalización en 2025?
Desde 2018, una ley prohíbe el uso de un celular en los centros de educación infantil, primaria y secundaria en Francia, mientras que deja a la dirección decidir si limitan su utilización en los liceos.
En secundaria, la regla general es que los celulares estén apagados y guardados, explica Jérôme Fournier, del sindicato SE-Unsa, precisando que esto es insuficiente, aunque en la mayoría de los centros funciona.
Un informe de expertos, solicitado por el presidente Emmanuel Macron, recomendó prohibir los celulares antes de los 11 años y limitar estrictamente el acceso a las redes sociales para los menores de 15.
“El objetivo es que nuestros alumnos se concentren mejor durante el tiempo escolar y que puedan tejer vínculos con sus compañeros”, así como luchar contra el acoso escolar, dijo el martes la ministra de Educación, Nicole Belloubet.
El gobierno estudia generalizar a partir de enero este dispositivo, que ahora se aplica a 50 mil alumnos entre 11 y 15 años, pese a las críticas sobre su eventual costo y gestión.
LP