Saltando de roca en roca para cruzar un arroyo en el glaciar Jamtal de Austria, la climatóloga Andrea Fischer confiesa el temor de que se pierdan irreversiblemente valiosos datos científicos a medida que la nieve y el hielo desaparezcan por las condiciones que enfrenta el clima.
"Jamás imaginé que alguna vez se derretiría tan dramáticamente como este verano... Nuestro 'archivo' se está derritiendo", lamenta la glacióloga.
Fischer, vicedirectora del Instituto de Investigación Interdisciplinaria de Montañas de la Academia de Ciencias de Austria, ha pasado más de 20 años estudiando Jamtal y otros cuatro glaciares alpinos en los picos más altos de Austria en busca de las áreas de hielo más antiguas.
Para los científicos que tratan de reconstruir el clima de la Tierra en el pasado lejano, estas formaciones de agua helada son una cápsula del tiempo única que se remonta a miles de años atrás.
Porque a medida que crecían, el hielo encapsulaba ramitas y hojas, que ahora se pueden fechar con carbono, explica Fischer.
Basándose en la antigüedad de dichos materiales y la profundidad a la que se encuentran, los investigadores pueden inferir cuándo se produjeron los periodos más fríos o cuándo unas condiciones más cálidas provocaron el deshielo.
Ahora, sin embargo, los glaciares se derriten de forma cada vez más acelerada, incluído el que se encuentra en el remoto y estrecho valle de Jamtal, no muy lejos de donde unos turistas encontraron, sorprendentemente bien conservado pese a sus 5 mil 300 años de antigüedad, el cuerpo de Oetzi, el Hombre de Hielo, en los años noventa.
Las temperaturas en las montañas más altas de Europa han aumentado cerca de dos grados Celsius en los últimos 120 años - casi el doble que la media global, según la Comisión Internacional para la Protección de los Alpes (CIPRA).
Desde entonces, los aproximadamente 4 mil glaciares de esta cordillera se han convertido en uno de los signos más claros de la rapidez con la que nuestro clima se está degradando.
Los glaciares todavía no están ante el máximo clima
El glaciar Jamtal ha ido perdiendo cerca de un metro de superficie anualmente, pero este año ya ha perdido más, explica Fisher.
"Y aún quedan dos meses de verano, cuando el glaciar está totalmente expuesto al sol", alerta, revelando que en cinco años podría desaparecer.
Normalmente la nieve protege al hielo glacial del sol hasta septiembre, pero la poca nieve que cayó el pasado invierno ya se había derretido a principios de julio.
"Este año es escandaloso en comparación con el promedio de los últimos 6 mil años", lamenta Fischer.
Para finales del verano, Fischer teme que se hayan derretido otros siete metros de profundidad, lo que supone unos 300 años de "archivos" climáticos.
"Necesitamos los datos que contienen los glaciares para comprender el clima del pasado y crear modelos de lo que nos espera en el futuro", dice.
Pero a medida que aumentan las temperaturas y los glaciares se vuelven más inestables, Fisher y su equipo se ven obligados a tomar precauciones de seguridad adicionales: 11 personas murieron en una avalancha de hielo glacial en los Dolomitas italianos en julio, un día después de que las temperaturas alcanzaran nuevos récords.
El recuerdo de un glaciar
En Galtuer, el pueblo más cercano al glaciar Jamtal, sus 870 residentes dependen mayoritariamente del turismo. Allí, el Club Alpino ya ofrece un tour llamado "¡Adiós, glaciar!" para concienciar sobre los efectos del cambio climático.
Residentes locales como Gottlieb Lorenz, cuyo bisabuelo fue el primer administrador de la cabaña Jamtal habilitada como refugio para montañistas a 2 mil 165 metros de altura, se sienten desconsolados.
"Se me parte el corazón cuando pienso en lo magnífico y poderoso que era el glaciar y lo diminuto y miserable que es hoy", dice el hombre de 60 años.
Luego señala una foto en blanco y negro tomada en 1882 que muestra una gruesa capa de hielo que se extiende más allá de la cabaña.
Hoy, el hielo se encuentra a una caminata de 90 minutos.