Actualmente, Revicor, una empresa biotecnológica dirigida por David Ayares, lidera las investigaciones en materia de xenotrasplantes, es decir, la implantación de órganos animales en cuerpos humanos, cuyo propósito es combatir la escasez de miembros vitales.
De acuerdo con las autoridades sanitarias de Estados Unidos, más de 100 mil personas están en lista de espera para un trasplante, por lo que miles de ellas mueren cada año sin llegar al momento de la intervención quirúrgica.
Por lo tanto, y con el fin de poner un alto a dicha problemática, una granja ubicada en el estado de Virginia, al sur de Estados Unidos, Ayares y sus equipos de investigación crían cerdos modificados genéticamente para trasplantar sus órganos a pacientes humanos.
De hecho, según un informe del hospital NYU Langone, ubicado en Nueva York, el riñón que fue trasplantado recientemente a la paciente Towana Looney, provino de uno de los tanto cerdos que Revicor tiene a su disposición.
"Es un momento emocionante", declaró Ayares.
De igual manera, el director de la compañía mencionó que los porcinos están modificados genéticamente para que sus órganos tengan menos probabilidades de ser rechazados por el sistema inmunológico de los pacientes.
"Estos cerdos no son los típicos cerdos de granja. Se han invertido millones de dólares en la producción de esta genética, por lo que son animales de muy alto valor", expuso.
Poco reconocimiento al animal donante
Desde 2021, varios cirujanos estadunidenses han trasplantado con éxito riñones y corazones de cerdo modificados genéticamente a humanos, la mayoría de ellos suministrados por Revivicor.
Sin embargo, para poder empezar a sumar casos de éxito, los primeros ensayos se realizaron en personas con muerte cerebral, los cuales murieron a las pocas semanas de la operación. No obstante, se extrajo que los órganos animales que recibieron no fueron rechazados inmediatamente por sus sistemas inmunológicos.
En un oscuro laboratorio a varios kilómetros de la granja, Todd Vaught, jefe de biología celular de Revivicor, tiene los ojos pegados a un microscopio y con una pipeta, perfora un óvulo de cerdo para extraer su ADN y sustituirlo por células que, según el, tienen todas las instrucciones necesarias para modificar genéticamente al futuro donante, y que, tras ser implantados en las hembras, nacerán nuevas camadas.
Por su parte, la socióloga francesa, Catherine Rene, criticó dicho procedimiento y lo calificó como un maltrato hacia los cerdos, pues están siendo usados como meros recipientes de órganos destinados a humanos.
"En última instancia, hay muy poco espacio para el reconocimiento del animal donante, del regalo que se hace", dijo Rene.
Sin embargo, Ayares no estuvo de acuerdo con tal afirmación y externó que cientos de millones de cerdos se utilizan cada año como alimento, por lo que, de acuerdo con él, es mucho más importante que el órgano porcino se utilice para un trasplante.
Riñones de un millón de dólares
La primera generación de animales desarrollada por Revivicor tenía una única modificación del genoma y estaba destinada a desactivar la producción de una sustancia que provoca el rechazo del órgano trasplantado.
Mientras tanto, la segunda tiene diez genes modificados, seis de los cuales provienen del ADN humano, con el fin de mejorar la compatibilidad biológica. Es con esta segunda generación de cerdos con la que United Therapeutics (UT), la empresa matriz de Revivicor, está pensando en grande.
En marzo, la empresa abrió otro centro médico cerca de Blacksburg, donde, en un nuevo quirófano, se extraerán los riñones de los cerdos y se prepararán para su transferencia al paciente receptor.
El portavoz de la empresa, Dewey Steadman, dijo que las instalaciones cuentan con controles rigurosos para evitar cualquier infección de los 200 animales que se mantienen allí.
El objetivo de la compañía es iniciar operaciones en pacientes a partir 2025 y, si la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) da luz verde, comenzar la producción a gran escala de cerdos modificados genéticamente en 2029.
Asimismo, están considerando vender riñones por alrededor de un millón de dólares cada uno, lo que se aproxima al costo de 10 años de diálisis para pacientes en Estados Unidos, según Steadman.
ARR