Guerra en Gaza cancela el festejo de Navidad en Belén

Conflicto bélico. Hoteles, tiendas y restaurantes se encuentran sin turistas; el año pasado más de 4 mil peregrinos llegaron a la Basílica de la Natividad, hoy desierta

En la iglesia luterana, un pequeño belén representa a un niño Jesús entre los escombros que dejaron las bombas israelíes. REUTERS
Lorenzo Cremonesi
Belén /

Navidad sin alegría, sin árbol, sin coros ni peregrinos. La Basílica de la Natividad está absolutamente vacía. Frente a la entrada de la cripta de la Gruta normalmente habría fila, pero estos días no hay absolutamente nadie. Las tiendas están desiertas, casi sin decoración, apenas hay tráfico y el imponente muro gris impuesto por Israel hace casi dos décadas a lo largo de este tramo de la Cisjordania ocupada filtra los vehículos hacia Jerusalén. En la iglesia luterana, un pequeño belén representa a un niño Jesús tendido entre los escombros de la tragedia de Palestina bajo las bombas israelíes en la Franja de Gaza. En resumen: Navidad sin Navidad en esta ciudad, corazón de la cristiandad.

“No recuerdo un vacío así, nunca fue así, ni siquiera en la época de las dos Intifadas. El año pasado, los días de Navidad, más de 4 mil peregrinos se inclinaban a diario en el callejón de la Humildad que da acceso a la Basílica de la Natividad. Hoy es cero y seguirá siéndolo. Mi tienda, que vende artículos religiosos y especialmente belenes tallados en madera de olivo, aquí, en la plaza del Pesebre, vio su último cliente hace quizá dos meses”, dice Rony Tabash, de 42 años, que charla con los pocos policías de la Autoridad Nacional Palestina y taxistas en paro para pasar el rato. Muchos pequeños comercios permanecen cerrados, al igual que varios hoteles y restaurantes. Para ellos, la época tradicionalmente más rentable del año se ha convertido en la prueba de fuego de la crisis.
“Nuestra ciudad está acostumbrada a recibir una media de casi 30 mil peregrinos en el periodo comprendido entre principios de diciembre y las semanas posteriores a la Navidad ortodoxa, después del 7 de enero. Pero estos días yo diría que su número no pasa de un par de centenares. Un desastre, sobre todo si se tiene en cuenta que más de 70 por ciento de nuestra economía depende del turismo religioso. No hay dinero, son fiestas de pobreza y poca esperanza, porque la situación sigue siendo muy difícil. Nuestro municipio ha decidido limitar todas las celebraciones en solidaridad con nuestros hermanos palestinos de Gaza. No tenemos árbol de Navidad y nuestro belén será un Jesús tendido entre los escombros. Solo habrá las ceremonias religiosas tradicionales, incluida la misa de medianoche. Pero los controles israelíes estos días son muy estrictos para poder siquiera circular”, relata Hanna Hanania, alcaldesa de 44 años.
“De 33 mil habitantes, los cristianos rondamos 25 por ciento. Nuestro éxodo es un fenómeno que se remonta al nacimiento de Israel en 1948, cuando representábamos aquí la mayoría absoluta”, añade la alcaldesa, quien es una figura importante en el gobierno de Abu Mazen.
“El atentado de Hamas del 7 de octubre nunca se habría producido si hubiera continuado el proyecto de crear un Estado palestino en Cisjordania y Gaza. Hoy en día, nuestro Ejecutivo solo podría plantearse asumir el gobierno de Gaza si se acordara un plan de paz claro que implicara a nuestro Estado libre e independiente”, sentencia.
El sacerdote y rector de la Universidad local Al-Kalima, Mitra Raheb, afirma que “la situación debe entenderse a la luz de la ocupación del territorio palestino”. Le preocupa el colapso demográfico: “En 1910, durante el periodo otomano, los cristianos representaban 11 por ciento de la población, descendieron 8 por ciento durante el Mandato Británico y se desplomaron 2.8 por ciento tras el nacimiento de Israel. Hoy son alrededor de 1.5 por ciento. En Gaza, la pequeña comunidad de menos de mil personas está destinada a desaparecer, y me temo que también aquí se reanudará la emigración a Europa y América”.


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