Una mujer fue sacada con cuidado de entre los escombros 72 horas después de una serie de potentes terremotos que sacudieron la costa oeste de Japón.
A pesar de los esfuerzos de los rescatistas, la cifra de fallecidos subió el viernes a al menos 94 personas, mientras que la de desaparecidos se redujo a 222 tras dispararse en la víspera.
Un anciano fue encontrado con vida el miércoles en una vivienda que se vino abajo en Suzu, una de las ciudades más afectadas en la prefectura de Ishikawa.
Su hija gritaba “papá, papá” mientras un grupo de bomberos lo sacaba en camilla, elogiándolo por haber resistido tanto tiempo luego del terremoto de magnitud 7.6 del lunes.
Otros tenían que esperar mientras los rescatistas buscaban a sus seres queridos.
Las autoridades de Ishikawa indicaron que 55 de los fallecidos estaban en la ciudad de Wajima, otros 23 en Suzu y los demás en cinco localidades vecinas. Más de 460 personas resultaron heridas y al menos 24 de ellas estaban graves.
El Instituto de Investigación de Terremotos de la Universidad de Tokio halló que la arenosa costa oeste de Japón se adentró hasta 250 metros (820 pies) en el mar en algunos tramos.
Los sismos provocaron un gran incendio en la localidad de Wajima, además de tsunamis y deslaves en la región. Con algunas carreteras cortadas por la destrucción, aumentaba la preocupación por las comunidades que siguen a la espera de agua, alimentos, mantas y medicamentos.
Estados Unidos anunció el viernes un paquete de 100 mil dólares en ayudas, incluyendo mantas, agua y suministros médicos, y prometió más. Shohei Ohtani, la superestrella de los Dodgers de Los Ángeles de la MLB, anunció también una aportación para la zona de Noto, pero no reveló la cuantía.
Miles de soldados japoneses se han unido a los trabajos para intentar llegar a las zonas más afectadas de la península de Noto, donde se registró el epicentro del temblor, y que está conectada por un estrecho istmo a la isla principal de Honshu.
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Los expertos han advertido de posibles brotes de enfermedades e incluso decesos en los centros de evacuación, que albergan a unas 34 mil personas que han perdido sus casas, en su mayoría ancianos.
Masashi Tomari, un criador de ostras de 67 años que vive en la ciudad de Anamizu, en Ishikawa, dijo que era duro dormir sobre el piso con apenas una manta. No tuvieron calefacción hasta que el jueves, tres días después del desastre, recibieron dos estufas.
“Este es un lugar terrible y frío”, apuntó.
Tomari no sabía qué hacer en su casa, donde el piso estaba lleno de cristales rotos y objetos caídos. Por la noche, la oscuridad era total porque seguían sin electricidad. Pero Tomari y otros ya estaban pensando en la reconstrucción.
Sachiko Kato, propietaria de una tienda de ropa en Anamizu, colocó un aviso amarillo como advertencia dentro de su establecimiento, donde las paredes estaban inclinadas, y uno rojo para el cobertizo de la parte trasera, que quedó completamente derruido.
“En esta calle había muchas tiendas. Ahora, todas han desaparecido. Quizás podamos trabajar duro para reconstruirlas”, añadió.
El viernes no se había restablecido aún el suministro de agua corriente y Kato tenía que recoger agua en un río próximo para utilizar el inodoro.
Docenas de réplicas han sacudido Ishikawa y la región vecina en la última semana. Japón, con sus fallas entrecruzadas, es una nación muy propensa a los terremotos. La previsión meteorológica pronostica lluvias y nevadas para el fin de semana y los expertos advirtieron de posibles nuevas réplicas.
La región afectada por los últimos sismos es conocida por sus artesanías, incluyendo lacados, cuchillos, cerámica, velas y kimonos.
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EHR