La Universidad de Gante, en Bélgica, publicó un estudio científico sobre las heces y orina de los perros, donde informan que, a través de las mismas generan un alto impacto negativo en la biodiversidad debido a las grandes cantidades de fósforo y nitrógeno.
Los investigadores belgas han comprobado en cuatro reservas naturales de Gante, en el norte de país, que los perros aportan una media de 11 kilos de nitrógeno y cinco kilos de fósforo por hectárea, lo que implica "una fertilización importante que hasta ahora se ha ignorado, pero que puede ser perjudicial para la biodiversidad y el funcionamiento del ecosistema".
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"Nos sorprendió la cantidad de nutrientes que los perros dejan en sus heces. Con razón, se está prestando mucha atención a la cantidad de nitrógeno que la agricultura, la industria y el tráfico inyectan a la atmósfera. Pero los perros siempre han quedado fuera de esta historia", explicó el profesor Pieter De Frenne.
El estudio, elaborado por bioingenieros y publicado en la revista Soluciones Ecológicas y Evidencia de la Sociedad Ecológica Británica, pretende arrojar luz sobre una fuente de acidificación del suelo a partir de fertilizantes hasta ahora ignorados.
Para llegar a sus conclusiones, los investigadores contaron los perros presentes en cuatro reservas en Gante y alrededores (Vinderhoutse Bossen, Gentbrugse Meersen y dos subáreas en la Reserva Natural Bourgoyen-Ossemeersen) en 418 momentos a lo largo de 18 meses.
A partir de esos datos, desarrollaron modelos de varios escenarios, como si los perros tenían correa, iban solos o si los dueños recogían sus heces.
"En el escenario de la correa, descubrimos que las cantidades de nitrógeno y fósforo que quedan en áreas concentradas alrededor de los senderos excedieron los límites legales de fertilización para la agricultura. Bastante sorprendente, ya que nuestra investigación es sobre reservas naturales", señaló el académico.
En el modelo en el que los dueños llevan atados a sus perros y recogen sus heces, los niveles de nitrógeno disminuyeron en un 56 por ciento y los niveles de fósforo en un 97 por ciento, parámetros que oscilan porque el fósforo se encuentra esencialmente en las heces, que se pueden retirar, y el nitrógeno también la orina, que queda en el terreno.
Los científicos señalan que, si bien a primera vista puede parecer beneficioso que se fertilice la naturaleza, ya que las plantas crecen mejor, esto sólo favorece a las especies que requieren muchos nutrientes y que, a su vez, expulsan a las especies más raras, con lo que se reduce la biodiversidad.
Los datos que aporta la investigación son una estimación, matizan los científicos, pero se pueden mejorar los resultados, distinguir razas y tamaños de perros, peso del estiércol o volumen de la orina.
LG