Los efectos de la pandemia del covid-19 como el hambre, la pobreza y la inseguridad están desencadenando un aumento del fenómeno migratorio y, entre las personas que deciden alcanzar el llamado “sueño americano”, solo 15 por ciento llevan papeles que los identifiquen.
De acuerdo con el análisis “Migración y Derechos Humanos”, de Georgina Ruiz Toledo, Coordinadora Centro de Investigación de la Universidad Anáhuac Puebla, México no está preparado para recibir a una gran cantidad de migrantes que buscan, primero ingresar de forma legal o ilegal para luego viajar a la frontera norte.
Destacó que, actualmente, las oficinas del Instituto Nacional de Migración (INM) cuentan con 25 ventanillas para brindar atención para tramitar una visa, un permiso o un refugio es individual, infraestructura que no permite responder a las solicitudes que realizan los migrantes.
“Solo el 10 o 15 por ciento de las personas trae consigo documentos de identificación, como pasaporte. Por una parte, el país está obligado a respetar las leyes migratorias y permitir la entrada ordenada; por otra, la situación de violencia en el sur de nuestro país es muy aguda”, destacó la especialista.
Ante la creciente movilidad transnacional de personas revela la falta de un sistema de coordinación de la migración que garantice el respeto a los derechos humanos de las personas en tránsito, lo cual, ha generado una crisis de derechos.
“El sistema, por las características migratorias actuales, debe articularse de manera que cubra los ámbitos nacional, regional y mundial. Existe una delgada línea entre el respeto a los derechos humanos y hacer cumplir las leyes migratorias de cada país; coexisten el derecho fundamental a la movilidad y la soberanía de los países, quienes pueden permitir o no el ingreso a su territorio, así como, los mecanismos y acreditaciones necesarias para ello”, comentó.
Ante la pandemia del covid-19 y sus efectos, no se pueden pasar por alto las complejas realidades de las cuales escapan los migrantes centroamericanos y las condiciones y riesgos a los cuales se enfrentan en su camino en busca de alcanzar el llamado “sueño americano”, comentó.
Resaltó que la frontera sur de México resulta “borrosa” porque no existen medidas de seguridad y es conocida la operación de los balseros guatemaltecos que trasladan personas todos los días a territorio mexicano.
“En estos momentos el foco internacional está puesto en nuestro país, pues se están definiendo los alcances de las políticas migratorias, donde encontrar el justo medio entre los derechos humanos del migrante y el cumplimiento a la ley del país es crucial”, apuntó.
Ante el fenómeno migratorio, la investigadora resaltó la importancia de la colaboración entre México y Estados Unidos que debe fincarse en una estrategia basada en los derechos humanos, situando al migrante en el centro de las medidas políticas y de coordinación, y prestando especial atención a la situación de los grupos de marginados y desfavorecidos.
“Un enfoque que vele por la inclusión de los migrantes en las estrategias y los planes de acción nacionales pertinentes, tales como los relativos a la oferta de vivienda pública o las estrategias nacionales para combatir el racismo y la xenofobia”, finalizó.
AFM