¿Cuál era la importancia de Shinzo Abe, ex primer ministro de Japón asesinado?

Abe se convirtió en el primer ministro más joven de Japón en 2006, a los 52 años.

El ex ministro japonés Shinzo Abe | AP
Editorial Milenio
Tokio /

Shinzo Abe era un político de sangre azul preparado para el poder. El primer ministro de Japón con más años de servicio, también fue quizás el político más complejo y causante de polarización en la historia nipona reciente.

Abe, quien fue asesinado este viernes, enfureció tanto a los liberales en casa como a las víctimas de la Segunda Guerra Mundial en Asia con su impulso agresivo para renovar el ejército y su visión revisionista de que Japón recibió un veredicto injusto de la historia por su pasado brutal.

Al mismo tiempo, revitalizó la economía de Japón, lideró los esfuerzos para que la nación asumiera un papel más importante en Asia y sirvió como un raro faro de estabilidad política antes de renunciar hace dos años por motivos de salud.

Su peso en Japón

“Es la figura política más importante de Japón en las últimas dos décadas”, asegura Dave Leheny, politólogo de la Universidad de Waseda. “Él quería que Japón fuera respetado en el escenario mundial de la manera que sentía que se lo merecía. (...) También quería que Japón no tuviera que seguir disculpándose por la Segunda Guerra Mundial”.

Abe, que murió tras recibir un disparo durante un discurso de campaña, tenía 67 años.

La policía arrestó al presunto pistolero en la escena del ataque, que conmocionó a muchos en Japón, una de las naciones más seguras del mundo con algunas de las leyes de control de armas más estrictas. Cerca del sospechoso había un dispositivo de dos cañones que parecía ser un arma hecha a mano.

El político conservador creía que el historial de éxito económico, paz y cooperación global de Japón en la posguerra era algo a lo que “otros países deberían prestar más atención y de lo que los japoneses deberían estar orgullosos”, dijo Leheny.

Abe era un favorito de los conservadores pero era vilipendiado por muchos liberales en Japón. Y ninguna política fue más divisiva que su preciado sueño, en última instancia fallido, de revisar la Constitución de renunciar a la guerra por parte de Japón.

Abe contra Pekín y Seúl

Su ultranacionalismo también enfureció a las Coreas (Norte y Sur) y a China, ambas víctimas de Japón en tiempos de guerra.

Ese impulso por la revisión constitucional surgió de su historia personal. El abuelo de Abe, el ex primer ministro Nobusuke Kishi, despreciaba la Carta Magna redactada bajo la tutela de Washington y adoptada durante la ocupación estadunidense de posguerra.

Para Abe la Constitución de 1947 fue un símbolo de lo que vio como el legado injusto de la derrota de Japón en la guerra y una imposición del orden mundial de los vencedores y de los valores occidentales.

En la Constitución se plasma la renuncia de Tokio al uso de la fuerza en conflictos internacionales y limita a Japón a la autodefensa. Hoy en día, el país tiene un ejército, una marina y una fuerza aérea modernos y bien equipados que trabajan en estrecha colaboración con Estados Unidos, su principal aliado.

Por una nación “hermosa”: Abe

El escaso apoyo público que recibieron esos intentos de Abe condenó al fracaso el impulso del ex primer ministro, pero el objetivo aún cuenta con el respaldo de sus seguidores ultraconservadores.

Abe se enfureció contra los tratados de posguerra y el tribunal que juzgaba a los criminales de guerra japoneses. Su retórica política a menudo se centró en hacer de Japón una nación “normal” y “hermosa” con un ejército más fuerte y un papel más importante en los asuntos internacionales.

También fue una fuerza impulsora de los esfuerzos de los conservadores japoneses para encubrir las atrocidades de la guerra y presionar para que se pusieran fin a las disculpas por esos actos criminales.

Sus partidarios señalan sus esfuerzos por elevar el perfil de Japón en el escenario internacional y su propuesta de un nuevo orden de democracias afines, como contrapartida al ascenso de China, algo que Washington y otros países occidentales respaldaron.

También tuvo una gran influencia en las políticas del actual primer ministro, Fumio Kishida, impulsando el refuerzo de la fortaleza militar, incluida la capacidad de ataque preventivo.

Abe renunció como primer ministro en 2020 tras el recrudecimiento de los síntomas de una colitis ulcerosa, que padecía desde que era adolescente.

Entonces, declaró a la prensa vivir ese momento como “desgarrador” al dejar muchas de sus metas sin lograr. Además del fracaso en la revisión constitucional, tampoco pudo resolver varios otros legados inconclusos de la confrontación bélica, incluida la normalización de los lazos con Corea del Norte, la resolución de disputas insulares con los países vecinos y la firma de un tratado de paz con Rusia que pusiera fin formalmente a sus hostilidades en la Segunda Guerra Mundial.

Abe y su relación con EU

Abe fue elogiado en Washington por impulsar una relación más sólida entre Estados Unidos y Japón, que vio como un medio para reforzar la capacidad de defensa del país asiático.

Japón alberga a 50 mil soldados estadunidenses como baluarte en la región en medio de las tensiones con China y Corea del Norte.

El ex premier dijo en su momento que estaba orgulloso de trabajar para una alianza de seguridad más fuerte con Washington y de dirigir la primera visita de un presidente estadunidense, Barack Obama, a la ciudad de Hiroshima, atacada con bombas atómicas en 1945.

También cautivó a los conservadores con sus políticas de seguridad debido a los temores al terrorismo, las ambiciones de misiles y armas nucleares de Corea del Norte y la contundencia militar de Pekín.

Además, ayudó a Tokio a obtener los Juegos Olímpicos de 2020 al asegurar que un desastre en la planta nuclear de Fukushima estaba “bajo control” cuando aún no lo estaba.

Más años como premier de Japón

Abe se convirtió en el primer ministro más joven de Japón en 2006, a los 52 años, pero su primera etapa demasiado nacionalista terminó abruptamente un año después, también debido a su salud.

El final de ese mandato cargado de escándalos fue el comienzo de seis años de cambios anuales en el liderazgo japonés, recordados como una era de política de “puerta giratoria” que carecía de estabilidad y políticas a largo plazo.

Cuando regresó al cargo, en 2012, Abe prometió revitalizar la nación y sacar su economía de su estancamiento deflacionario con su fórmula “Abenomics”, que combinaba estímulo fiscal, flexibilización monetaria y reformas estructurales.

Ganó seis elecciones nacionales y construyó un sólido control del poder. Dejó el cargo como el primer ministro con más años en el cargo de Japón, eclipsando el récord de Eisaku Sato, su tío abuelo, quien sirvió desde 1964 hasta 1972.

LG

LAS MÁS VISTAS

¿Ya tienes cuenta? Inicia sesión aquí.

Crea tu cuenta ¡GRATIS! para seguir leyendo

No te cuesta nada, únete al periodismo con carácter.

Hola, todavía no has validado tu correo electrónico

Para continuar leyendo da click en continuar.