Una tormenta de polvo afectó a Irak el martes, el segundo fenómeno de este tipo en menos de una semana, causando hospitalizaciones por problemas respiratorios y el cierre temporal de los aeropuertos internacionales de Bagdad y Nayaf.
Después de una primera tormenta que envolvió la mayor parte de Irak a finales de la semana pasada, la capital y el centro del país se despertaron nuevamente sumergidos en una luz anaranjada.
Las nubes, muy bajas, limitaban la visibilidad.
En las calles de Bagdad, numerosos transeúntes llevaban máscaras desechables para protegerse del polvo, que depositaba una fina capa sobre edificios y coches, según periodistas de la AFP.
"Ha habido hospitalizaciones por problemas respiratorios, pero la mayoría son casos benignos", declaró a la AFP Saif Al Badr, portavoz del ministerio iraquí de Salud.
Los aeropuertos internacionales de Bagdad y Nayaf, ciudad santa chiíta del sur del país, que recibe a miles de peregrinos de todo el mundo cada año, suspendieron sus operaciones durante la mañana, lo que provocó la cancelación de decenas de vuelos.
Según fuentes del aeropuerto, ambos se reabrieron a primera hora de la tarde gracias a una mejoría de las condiciones.
Aunque las tormentas de arena y polvo son frecuentes en primavera en Irak, el director de los servicios meteorológicos, Amer Al Jabri, afirma que probablemente aumentarán en este país semidesértico.
"Las principales causas son el déficit de precipitaciones, la aceleración de la desertificación y la ausencia de cinturones verdes" en torno a las ciudades, capaces de atenuar sus efectos, indicó Jabri a la AFP.
Irak es uno de los países más vulnerables al cambio climático y la desertificación.
En noviembre pasado, el Banco Mundial estimó que, debido a ésto, el país podría sufrir una caída del 20 por ciento de sus recursos hídricos de aquí a 2050.
RM