El jaguar (Panthera onca), es el rey de las selvas mexicanas, está recuperándose a lo largo de todo el país. A pesar de que continúa en peligro de extinción, amenazado por la destrucción de su hábitat, la cacería furtiva y la matanza en represalia por comerse el ganado de campesinos, la población de jaguares en México aumentó 20 por ciento, según el más reciente Censo Nacional del Jaguar, que estima una población de 4 mil 800 ejemplares.
“Hay jaguares por todas las selvas que existen desde el sur de Sonora por toda la vertiente del Pacífico: Sonora, Sinaloa, Nayarit, hasta Chiapas; después menos conectado, más fragmentando hay desde Tamaulipas, San Luis Potosí, Veracruz hasta Tabasco y en la Península de Yucatán hay poblaciones muy buenas”, dijo Gerardo Ceballos, investigador del Laboratorio de Ecología y Conservación de Fauna Silvestre del Instituto de Ecología de la UNAM.
En entrevista con MILENIO, Ceballos González recordó que en el primer Censo Nacional del Jaguar, elaborado entre 2008 y 2010, se registraron 4 mil jaguares en 12 localidades de diversas regiones del país, cuando se estimaba una abundancia de apenas mil ejemplares. Los resultados del segundo censo fueron publicados a finales de 2021, éste se realizó entre 2016 y 2018 y registró 4 mil 800 jaguares, un aumento del 20 por ciento.
“La buena noticia es este incremento o por lo menos que se mantuvo la población y es buena noticias decir que los esfuerzos están funcionado, pero esto nos indica que la especie aún está en peligro de extinción y que debería haber un esfuerzo para mantenerla en los siguientes años”. No obstante, con los resultados del censo, los especialistas estiman que “podría haber entre unos 6 mil o 7 mil jaguares en México”.
El especialista estima que apenas sobrevive un solo jaguar por cada 20 mil hectáreas de hábitat en el país; considera que a principios del siglo XX pudieron existir alrededor de 30 mil jaguares.
“Hay selvas donde podría haber jaguares pero fueron exterminados; en otros lugares sufren del problema que la gente local caza las presas del jaguar (y se quedan sin alimento). Cuando pueden, matan a un perro, vacas, becerro y hay un problema grande, adquieren enfermedades de animales domésticos como moquillo y cuando matan ganado, la gente local tiende a cazarlos porque los considera competencia”, explicó.
Gerardo Ceballos señaló que se pierden unos 60 jaguares por el conflicto con el ganado, pero advirtió que la cacería furtiva está empezando a crecer en México y Sudamérica, para satisfacer la demanda del mercado negro chino.
“El mercado chino, en ausencia de otros grandes felinos en otras partes del planeta, está enfocándose en los jaguares a los que venden como si fueran tigres, venden las garras, la piel, los huesos, hubo un decomiso de 800 colmillos en Bolivia hace poco. En México todavía no es un problema grave, pero se comienza a ver, por ello, el trabajar con las comunidades locales ayuda mucho porque son los que defienden su territorio”, apuntó.
El ecólogo sostuvo que el proyecto Tren Maya no representa una amenaza para las poblaciones mejor conservadas de jaguar, que justamente se localizan en las selvas de la Península de Yucatán, ya que se han logrado implementar medidas de mitigación, como los pasos de fauna; además de que está trabajando con los dueños de la tierra para la conservación de la especie.
“En términos científicos, lo que hicimos fue evaluar los impactos del tren, si transita solo por la selva, por la parte que no está construida, tirarían 3 mil hectáreas, pero las tasas de deforestación anual en la península son de 60 mil hectáreas, es decir, que el problema de la península no es el tren, es la deforestación, la mala planeación, equivale a una construcción de 20 trenes por año”.
Los resultados del censo fueron publicados a finales de 2021 en la revista científica Plos One en el artículo de investigación “Más allá de las palabras: De las tendencias de la población de jaguares a la conservación y las políticas públicas en México”.
El documento destaca que el jaguar es la especie de felino más grande del Neotrópico y la menos estudiada del género Panthera. Históricamente, su rango de distribución se extendía desde el suroeste de los Estados Unidos hasta el centro de Argentina, pero actualmente la especie se considera “casi amenazada” a nivel mundial porque ha sido extirpada de aproximadamente el 55 por ciento de su rango histórico y muchas de sus poblaciones ahora están en peligro de extinción o en peligro crítico.
Los jaguares todavía están presentes en la mayor parte de su área de distribución histórica en México. Su distribución se extiende a lo largo de las tierras bajas y estribaciones de las montañas desde Sonora hasta Chiapas en la costa del Pacífico, y desde Tamaulipas hasta la Península de Yucatán en la costa del Golfo de México.
Para la realización del segundo censo, en 2018, se colocaron en 11 sitios un total de 36 cámaras trampa en cada uno de ellos, en un área de estudio de 81 kilómetros cuadrados. Los sitios fueron seleccionados en base a su importancia como regiones prioritarias para la conservación del jaguar y el conocimiento de los grupos de trabajo.
Se identificaron jaguares en:
• Sonora: Sahuaripa, matorral seco y bosque caducifolio subtropical.
• Sinaloa: Meseta de Cacaxtla, bosque tropical caducifolio.
• Colima: Nevado de Colima, bosque seco tropical.
• Guerrero: Sierra de Chilpancingo, bosque de pino-encino.
• Oaxaca: Los Chimalapas, selva tropical lluviosa.
• Chiapas: Montes Azules, selva tropical lluviosa.
• Campeche: Calakmul, bosque tropical.
• Quintana Roo: Laguna Om, bosque tropical.
• Quintana Roo: El Edén, bosque tropical caducifolio.
• Yucatán: Punto Put, bosque tropical caducifolio.
• San Luis Potosí: Sierra del Abra-Tanchipa, bosque tropical caducifolio.
Por ello, en 2005 un grupo de expertos fundaron la Alianza Nacional para la Conservación del Jaguar, para llevar a cabo investigaciones ecológicas y desarrollo de iniciativas de conservación y gestión para la implementación de políticas de conservación.
La Alianza desarrolló una Estrategia Nacional de Conservación del Jaguar que identificó nueve áreas fundamentales y críticas para la conservación del jaguar en México, que “se han convertido en el marco del programa de conservación del jaguar del gobierno mexicano”.
Las áreas son: la protección de corredores biológicos e identificación de áreas prioritarias para la conservación; monitorear las poblaciones de jaguares y sus presas; resolución de conflictos entre humanos y jaguares; lineamientos para la translocación y reintroducción de jaguares; derecho y política pública; mitigación del impacto de la infraestructura humana; conservación de la comunidad local; educación ambiental y divulgación.
RM