Pepa Matías no se quiere quejar, dice que ella por lo menos no ha perdido la casa a causa de la Dana, pero tiene motivos, porque ha vivido dos semanas de pesadilla; primero se inundó su vivienda, después su marido, jubilado como ella, se cayó limpiando el barro y tuvo que ser operado, por lo que las dolencias de ambos van a peor.
"Mi marido antes salía de casa, pero ahora ya no. A mí me da miedo que se infecte la herida con este barro que llena las calles y huele tan mal, y él tampoco quiere salir porque tiene alzheimer y desde el día del temporal está más desorientado", dijo.
Como el esposo de Pepa, muchos enfermos crónicos ya notan los efectos a medio y largo plazo del desastre natural que azotó el este de Valencia, España, y que, de acuerdo con los últimos datos oficiales, hasta el momento ha cobrado la vida de al menos 218 personas.
De acuerdo con Carlos Sánchez, responsable del Servicio de Asistencia Municipal de Urgencia y Rescate de Madrid (SAMUR), la asistencia sanitaria ha entrado en una segunda fase.
"Si durante los primeros días acudíamos a emergencias, ahora ayudamos sobre todo a personas con movilidad reducida que necesitan asistencia sanitaria por dolencias crónicas. El hecho de que nosotros estemos en la calle y trabajemos en coordinación con policía y bomberos nos permite estar en contacto con el ciudadano y que nos pueda reclamar esa asistencia", explicó.
Los riesgos de ayudar en plena calle
A pesar de los estragos que dejo la Dana, no todos los ciudadanos piden ayuda. Pepa, por ejemplo, siente que en su alrededor hay desgracias mayores que la suya y por eso, a pesar de su avanzada edad, salió a la calle con su pareja para ayudar en las tareas de limpieza, provocando que, tras un resbalo, su marido tuviera que ser operado de urgencia.
Asimismo, el proceso posoperatorio está siendo complicado porque. como no pueden ir hasta el centro médico, es ella quien se está encargando de las curas y de mantener en casa la higiene que precisa un enfermo.
"He tenido ansiedad y me estoy medicando, pero con cuidado porque también tomo medicamentos para la tensión y los problemas de articulaciones", comentó Pepa.
Sin embargo, ella también padece enfermedades crónicas que se están complicando por el peso del trabajo que supone cuidar a su esposo y por la tensión que ha vivido y sigue viviendo.
"Estoy agotada y muy triste, pero intento no desanimarme. Ya le he dicho a mi marido que nada de ver las noticias, mejor cosas que nos entretengan".
Los ancianos, uno de los colectivos más afectados por la 'Dana'
Una de las vecinas de Pepa es otra mujer mayor que tiene problemas respiratorios y a la que el polvo que flota en el ambiente le provoca ahogos.
De igual manera, en Algemesí, otro pueblo de la zona afectada, Isabel Adam camina por la calle con su madre de 81 años.
"Llevaba desde el 29 de octubre, (día en el que se suscitó el desastre) sin salir porque está todo lleno de barro y es peligroso para ella, que va con andador; además, está más desorientada de lo habitual", mencionó.
Cabe recalcar que los adultos mayores de 70 años fueron los que más sufrieron el primer envite del temporal, sumando 104 personas fallecidas, y ahora siguen siendo uno de los colectivos más vulnerables porque sus dolencias se han complicado.
Durante los primeros días, muchos se quedaron sin luz y tuvieron problemas para conseguir agua potable, comida variada y medicinas, cosa que ya se está traduciendo en complicaciones de salud para las personas con patologías de base.
ARR