Los partidos opositores de Chile exigieron este martes la realización de una Asamblea Constituyente para cambiar la Carta Magna que se mantiene como herencia de la dictadura de Augusto Pinochet, en contraposición al “Congreso Constituyente” propuesto por el gobierno de Sebastián Piñera, en una jornada de renovadas manifestaciones y enfrentamientos en las calles de las principales ciudades del país.
En una declaración pública, avalada por 14 agrupaciones políticas opositoras –entre ellas el Partido Socialista, el Comunista, la Democracia Cristiana y el Partido Radical–, se plantea que “la Asamblea Constituyente es el mecanismo más democrático para garantizar una amplia participación ciudadana que otorgue plena legitimidad al proceso”.
La opción opositora contrasta con lo anunciado el domingo por el gobierno de Piñera que, en un giro a su postura inicial, se abrió a iniciar un proceso para cambiar la carta fundamental a través de un “Congreso Constituyente” conformado por los actuales legisladores (Cámara baja y Senado).
El gobierno ha manifestado su rechazo a realizar una Asamblea Constituyente, que contempla que los legisladores que la redacten emanen de una nueva elección en las urnas con ese propósito.
“La propuesta de un Congreso Constituyente por parte del gobierno se aleja de la demanda popular por participación y deliberación”, agrega la declaración de los partidos de oposición.
Horas más tarde, mediante un comunicado, Renovación Nacional, el partido oficialista, pidió a todas las organizaciones políticas “flexibilizar posiciones para lograr un acuerdo” y escuchar “a los cientos de miles que han marchado pacíficamente” desde que comenzó el estallido social que golpea Chile desde el 18 de octubre.
La ultraconservadora Unión Demócrata Independiente indicó que “no está disponible para negociar mientras no cese la violencia” que ya ha dejado 20 muertos.
Barricadas, multitudinarias manifestaciones, incendios, saqueos y violentos enfrentamientos en varias ciudades marcaron la jornada de paro general convocado este martes en Chile por un centenar de organizaciones sociales, para presionar al gobierno a que profundice en las reformas sociales.
En la jornada, el peso chileno se desplomó 3.1 por ciento y alcanzó su valor mínimo histórico, de 783.82 unidades, mientras que la Bolsa de Comercio de Santiago cayó 1.57 por ciento en medio de los temores sobre los efectos en la economía de la extensión de la crisis.
A primera hora, las barricadas incendiadas impidieron el paso de vehículos en algunos accesos a Santiago. Luego una gran marcha pacífica convocó a 80 mil personas –de acuerdo a cálculos del gobierno– por la céntrica avenida Alameda, pero por la tarde volvieron a estallar violentos incidentes en los alrededores de la Plaza Italia y el centro de Santiago.
En un costado de la Plaza Italia, manifestantes encapuchados incendiaron un restaurante y saquearon un hotel, con cuyo mobiliario encendieron una gran fogata. En sus cercanías se emplaza la representación diplomática de Argentina en Chile, a la que manifestantes también intentaron entrar, según relató el embajador José Bordón.
Saqueos a tiendas y violentos choques con la policía se generaron también en otros puntos del centro de la capital chilena, especialmente fuertes en los alrededores de la casa de gobierno. Un iglesia del turístico barrio Lastarria, patrimonio de la ciudad, resultó incendiada.
En la ciudad de Concepción (sur), manifestantes incendiaron la sede de la gobernación regional y se enfrentaron con la policía, mientras varias tiendas fueron saqueadas en el balneario de Viña del Mar y el turístico puerto de Valparaíso. En la vecina localidad de San Antonio, fue atacado una recinto militar.