Brasil vuelve a subir precio de la electricidad a causa de la sequía en humedales del Paraná

El gobierno determinó subir la tarifa mínima de la electricidad en casi el 50 por ciento esto tras las bajas históricas en el número de las represas en el Paraná, que también genera afetaciones en Argentina y Paraguay.

La sequía en Brasil ha provocado un aumento en el precio de la electricidad. (AFP)
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Brasilia / Corrientes, Argentina /

La Agencia Nacional de Energía Eléctrica brasileña (Aneel) anunció este martes un alza promedio del 6.78 por ciento en la cuenta de luz desde septiembre, a través de una tasa adicional aplicada por la sequía que sufre el país.

La tasa, que ya estaba en el nivel más alto de un sistema de precios basado en los costos de producción, se incrementó de 9.49 reales (unos 1.85 dólares / 36.84 pesos mexicanos al cambio del día) a 14.2 reales (2.74 dólares /55.35 pesos mexicanos) cada 100 kWh de consumo, un incremento del 49 por ciento.

El peso de ese incremento en la factura de electricidad se estima cerca del 7 por ciento en base a la tarifa media de 60 reales (11.6 dólares / 233.88 pesos mexicanos) en el país, indicó en el anuncio André Pepitone, director general de Aneel. 

Sin embargo, quedarán eximidos los consumidores beneficiarios de la tarifa social. El nuevo valor se mantendrá hasta fin de abril para cubrir los costos de producción de energías alternativas de mayor precio y la importación.  

El gobierno se vio obligado a proveer recursos de ambos orígenes para garantizar el suministro ante la falta de lluvias que afectó severamente los niveles de las represas hidroeléctricas de las regiones del centro oeste y sur. Allí se origina el 70 por ciento del suministro de esta fuente, que prevalece en el país pese a tener una matriz energética diversificada.

El sistema de precios por niveles según los costos de generación está ilustrado por distintas banderas con los colores del semáforo. En enero, la bandera amarilla determinaba un extra de 1.34 reales (25 centavos del dólar / 5.22 pesos mexicanos) por cada 100kWh de consumo, pero el avance de la seca fue elevando el valor hasta el nivel actual. 

El máximo nivel de la bandera roja regía desde junio, sobre todo a causa de la costosa producción de energía termoeléctrica. La gravedad de la crisis hídrica requirió crear una nueva franja para continuar las alzas, la denominada bandera de la "escasez hídrica" anunciada este martes. 

El anuncio incluyó un programa para incentivar el ahorro energético domiciliario que otorgará un pago de 50 reales a los hogares que disminuyan su consumo más del 20 por ciento cada 100 kWh.

Es la última de una batería de medidas que incluyen un plan similar para empresas y una imposición a la administración pública federal de ahorrar de 10 a 20 por ciento de electricidad hasta abril.

La sequía en el Paraná empieza antes de que inicie la primavera austral. (AFP)

El caudal promedio del Paraná, una de las principales fuentes de energía de Brasil, Argentina y Paraguay, es de 17 mil metros cúbicos por segundo, pero cayó hasta los 6 mil 200, apenas por encima del valor mínimo histórico, de 5 mil 800 metros cúbicos por segundo registrado en 1944.

Esto redujo a la mitad la generación eléctrica en la central binacional Yacyretá, en el límite entre Argentina y Paraguay, que aporta 14% de la energía eléctrica a Argentina.

"La causante está en la naturaleza. Esto es un proceso. El año pasado creímos que estábamos en el piso, pero este año se agudizó", asegura el ingeniero Marcelo Cardinalli, gerente de explotación de Yacyretá.  Junto con la de Itaipú, compartida entre Brasil y Paraguay, son las gigantes hidroeléctricas de la cuenca que tiene más de 50 represas.

Bajante histórica del río Paraná ¿ciclo natural o cambio climático?

El río Paraná, coloso de Sudamérica y décima cuenca del mundo, sufre su peor bajante en más de medio siglo y es un enigma si la causa obedece a un ciclo natural o al cambio climático, con efectos inciertos a largo plazo.

Segundo en extensión detrás del Amazonas en América del Sur, el Paraná viene encogiéndose desde 2019 y ha tocado mínimos que no tenía desde 1940. Los expertos dudan si recobrará la exuberancia que lo convirtió en la principal vía de integración del Mercosur, aun cuando llegue la temporada de lluvias en diciembre.

En los últimos meses la bajante afectó la navegación mercante, la generación eléctrica, la pesca, la industria turística, la provisión de agua para consumo y riego, y modificó el relieve, el agua y el suelo de una forma que nadie aventura si será permanente.

La sequía en el Paraná no solo está afectando a Brasil, sino también a Argentina y Paraguay. (AFP)

El Paraná se vincula con las aguas subterráneas del Acuífero Guaraní, una de las mayores reservas de agua dulce del planeta. Sus más de 4 mil kilómetros unen a importantes ciudades de Sudamérica y de sus sedimentos se nutren las planicies agrícolas que baña en Argentina.

"El Paraná es el humedal más extenso, más biodiverso y de mayor importancia socio-productiva de Argentina [y Brasil]", explica el geólogo Carlos Ramonell, catedrático de la Universidad Nacional del Litoral. Aunque el brazo principal tiene caudal, en este momento en su red de cauces secundarios "sólo entre el 10 y 20 por ciento tienen agua, el resto está seco". 
"Se han mencionado como causas las represas brasileñas, la deforestación, el cambio climático, pero desde el punto de vista científico no estamos en condiciones de decirlo. Obviamente ha sido el déficit de lluvias, pero ¿provocado a partir de qué?", cuestiona Ramonell.

Las otras afectaciones que ha dejado la sequía del Paraná

El Paraná nace en Brasil, recibe afluentes del Paraguay y desemboca al Atlántico en Argentina, donde su tramo navegable es vital para las exportaciones de Bolivia y Paraguay, países sin salida al mar.

"Por el Paraná no se navega desde abril, las mercaderías se transportan por tierra hacia el río Paraguay, lo que cuadruplicó el costo", señala Juan Carlos Muñoz, directivo de Armadores Fluviales paraguayos.

Unas 4 mil barcazas, 350 remolcadores y 100 porta contenedores esperan la crecida. En mayo pasado la apertura extraordinaria de los embalses en Brasil liberó el paso de cientos de barcazas paraguayas aguas abajo. Pero la bajante ya no lo permite. También perjudicó la exportación de soja de Bolivia y la importación de gasoil a ese país.

La bajante afectó la reproducción de los peces, impedidos de desovar en lagunas y riachos ahora desmembrados del curso principal por enormes bancos de arena.

"Al estrés que sufre el sistema biótico por la desconexión se agrega el aumento del contenido salino del agua", explica Ramonell.

La bajante hizo emerger un reguero de basura y en donde había lagunas ha crecido maleza que aprovecha el ganado.

"Con la bajante, todos los químicos -mercurio, plomo- se concentran en la tierra de la costa. Cuando el agua vuelva, aquellos peces que chupan barro morirán. Vamos a ver un impacto gigantesco", asegura Ana Pirkas, vecina de la ciudad correntina de Goya, famosa por el turismo de pesca, hoy perdido.
La sequía ha generado también que los barcos no puedan circular por el río y afecte la producción agrícola. (AFP)

Una veda pesquera de fines de semana busca resguardar a las casi 200 especies que contiene el río. 

"Desde que hicieron las represas cambió mucho el río", opina Ramón Acuña, tercera generación de pescadores.

De la abundancia de sábalos, base de la pirámide ictícola del Paraná, que sacaba su padre, sólo le queda el recuerdo. A quién culpar o qué esperar en el futuro por ahora no tiene respuesta.

"No podemos descartar que la bajante sea solamente una variabilidad natural", opina Ramonell que cita ciclos similares de hace un siglo, cuando no había represas, deforestación o calentamiento global.

dmr

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