Chile se mantiene en una emergencia sanitaria después de tres meses de medidas fallidas, y ahora figura como uno de los focos mundiales de la pandemia con la mayor cantidad de contagios y de muertes por millón de habitantes en el mundo.
Los pronósticos son oscuros ante cifras que no ceden y medidas que no surten efecto para disminuir los contagios, sobre todo en Santiago, que con siete de los casi 18 millones de habitantes del país, concentra más de 80 por ciento de las infecciones tres meses después del primer caso reportado en Chile.
"Son cifras bien dramáticas y donde, desgraciadamente, es posible esperar que esto sólo empeore", dijo Juan Carlos Said, médico y especialista en Salud de Pública del Imperial College de Londres.
En el reporte oficial del martes, el gobierno anunció que los contagios saltarán por encima de los 215 mil, luego de sumarse más de 31 mil casos positivos en test PCR (hisopado) que estaban pendientes. Además reportaron 5 mil 013 nuevos casos y un total acumulado de 3 mil 383 fallecidos.
Con un nivel de testeo PCR que alcanza hasta los 20 mil diarios, Chile ocupa el primer lugar de América en total de contagios en términos relativos, con 9 mil 652 casos por millón de habitantes, según el sitio Worldometers, que junto a otras publicaciones estadísticas de la Universidad de Oxford son ampliamente divulgadas en los medios chilenos desde el fin de semana.
Un control sanitario que se descuidó
Hasta fines de abril, Chile mantenía controladas las cifras de contagio y fallecidos en base a una estrategia que combinaba la realización de una gran cantidad de test PCR y cuarentenas dinámicas, junto con la ampliación de su capacidad de camas y de ventiladores mecánicos.
El gobierno de Sebastián Piñera, que venía de enfrentar la crisis social más grave en democracia tras las masivas protestas de octubre, encontró en el manejo de la pandemia una forma de reactivar la popularidad perdida, por lo que celebró haber alcanzado una "meseta" de contagios y planteó la reapertura gradual de las actividades económicas.
Los primeros días de mayo algunos centros comerciales alcanzaron incluso a levantar persianas. En paralelo, expertos alertaron del riesgo que implicaba que los contagios pasaran de los barrios más acomodados de Santiago hacia las zonas más pobres y pobladas de la capital. Ello finalmente sucedió y se perdió la trazabilidad de los contagios.
El gobierno desoyó a los expertos y recalcó que el país se había preparado temprano para enfrentar la pandemia. A ningún chileno le faltaría ni una cama ni un ventilador mecánico, dijeron autoridades dando una falsa sensación de seguridad a la población.
Hasta mediados de mayo no se respetó la cuarentena en estricto rigor, y desde los sectores más populares se recordó: "Si no salimos no comemos", en un país donde las ayudas económicas para sortear la crisis también demoraron. En Santiago, la cuarentena general que rige desde hace un mes y sólo ha logrado reducir en 30 por ciento la movilidad.
"Hubo muchos mensajes contradictorios que boicotearon la adherencia a la medida de cuarentena (...) se generó una falsa sensación de confianza", afirma Said.
Polémica con las cifras del país
El sábado, sumergido en una última polémica por el conteo paralelo de muertes probable, que elevaría a más de 5 mil los decesos, renunció el ministro de Salud, Jaime Máñalich, muy cercano al presidente Piñera.
En su reemplazo, asumió el ex presidente del Colegio Médico, Enrique Paris, que en sus tres días a cargo de la cartera ha dado señales de apertura a los expertos científicas. "La estrategia fracasó. Y ahora que asume un nuevo ministro, es una oportunidad única de apretar reset y partir de cero", planteó en su última columna en el diario La Tercera el periodista Daniel Matamala.
Ante la fallida cuarentena, una de las últimas propuestas es poner a Santiago a "hibernar": paralizar por completo las actividades por lo menos dos semanas.
"Nosotros usamos el concepto de hibernación para poder mostrar la necesidad de disminuir la movilidad de funcionamiento y la movilidad dentro de Santiago. Hoy solamente con las medidas de trazabilidad, testeo y aislamiento no vamos a conseguir retomar el control contra la pandemia", explicó Diego Pardow, presidente ejecutivo Espacio Público, el centro de pensamiento que lanzó la propuesta que el nuevo ministro de Salud prometió estudiar.
Piñera, por su parte, firmó un proyecto de ley que aumenta un ingreso familiar de emergencia para 5.6 millones de personas y crea un plan de reactivación por 12 mil millones de dólares, tras un acuerdo político en el Congreso que busca aliviar a las familias más pobres y contribuir a que se respete el confinamiento.
dmr