Reforma tributaria, ELN y relaciones con EU y Venezuela: los retos de Petro en Colombia

Petro ambiciona grandes reformas en un país con altos niveles de pobreza, desigualdad y una creciente violencia y encarna a una izquierda que ha sido marginada en Colombia.

Gustavo Petro asumirá como presidente de Colombia el 7 de agosto. (AFP)
Editorial Milenio
Bogotá /

Cuando este domingo Gustavo Petro se coloque la banda presidencial marcará varios hitos en Colombia: será el primer jefe de Estado de izquierda en 200 años de historia republicana, el primer ex guerrillero en convertirse en comandante supremo de las Fuerzas Armadas y tendrá como vicepresidenta a Francia Márquez, la primera afrocolombiana en ocupar ese cargo.

Petro genera esperanza en sectores políticos y sociales que nunca habían llegado a esas instancias de poder y de la población más vulnerable, que espera mayor equidad y respuestas a un descontento generalizado por la desigualdad que se evidenció en las multitudinarias protestas de 2021 contra las políticas del saliente gobierno del conservador Iván Duque.

Pero también hay incertidumbre entre militares, empresarios y en un sector que desconfía de su pasado como guerrillero por las reformas que buscará llevar a cabo en lo fiscal, agrario y policial y por los posibles cambios en la economía para que no dependa tanto del extractivismo.

“Es el inicio del cambio. Es esa esperanza que teníamos hacia una perspectiva de la protección de la vida”, afirma María Violet Medina Quiscue, una indígena nasa. “El pueblo y los sectores excluidos fuimos los que le dimos la potestad y la fe para que llegara”, agrega.
Petro busca las negociaciones de paz con el ELN, para acabar con la guerrilla en Colombia (Archivo)

La “paz total” con el ELN para Colombia

La transición política fue pacífica con el gobierno de Duque, quien cede el poder a su principal opositor y termina con baja popularidad. En contraste, tras resultar elegido, Petro mejoró su imagen favorable, que pasó de 42 por ciento en febrero pasado a 64 por ciento en julio en una encuesta de Invamer a mil 200 personas.

A sus 65 años, Petro ambiciona grandes reformas en un país con altos niveles de pobreza, desigualdad y una creciente violencia y encarna a una izquierda que ha sido marginada y en ocasiones estigmatizada por el peso de cinco décadas de conflicto armado.

La firma del histórico acuerdo de paz entre el gobierno y las extintas Fuerzas Armadas Revolucionaras de Colombia (FARC) hace cinco años, abrió espacio en el país a nuevas prioridades como la lucha contra la corrupción y el desempleo, aunque no terminó con la violencia de otros grupos armados ilegales y disidentes de la otrora guerrilla.

Como presidente, Petro aspira a dar un impulso hacia la “paz total”, lo que significa continuar la senda recorrida con las FARC y avanzar en las negociaciones de paz con el Ejército de Liberación Nacional  la última guerrilla activa, así como plantear un sometimiento a la justicia de las bandas criminales, entre ellas el Clan del Golfo, el cártel de narcotráfico más poderoso del país.

Aunque se trata de una meta ambiciosa, la analista política Sandra Borda explica que Petro aprovecharía el apoyo popular y el impulso de su victoria electoral para sacar adelante reformas profundas y negociaciones con actores armados que generan resistencia en algunos sectores de la sociedad.

Petro inicia su mandato con mayoría en el Congreso. No solo cuenta con el apoyo de una bancada inédita de izquierda, también logró consensos con partidos tradicionales como el Liberal y el Conservador, de doctrina opuesta. Aunque en principio parece tener un cheque en blanco para que se aprueben todas sus propuestas, los analistas coincidieron en que no tiene garantizado apoyo constante durante todo su mandato de cuatro años.

Yann Basset, profesor de ciencia política de la Universidad del Rosario (Bogotá), consideró que esa mayoría puede ser frágil y no apoyaría al nuevo mandatario en una eventual reforma de la Constitución que le permitiera, por ejemplo, reelegirse, uno de los principales temores de los críticos de Petro.

Las protestas en Bogotá fueron por los intentos de reforma tributaria implementados por el presidente Iván Duque. (Reuters)

La reforma tributaria, la primera "prueba de fuego" de Petro

La primera prueba será la reforma tributaria que presentará al Congreso tras posesionarse. La lidera el reputado economista José Antonio Ocampo, designado ministro de Hacienda y quien ha caído bien en el mercado por su experiencia en política monetaria. “Confíen en que nosotros no vamos a hacer nada irresponsable en materia macroeconómica”, dijo en una reciente entrevista con AP.

Se trata de una reforma clave con cuyos recursos Petro espera financiar programas sociales como educación universitaria gratuita y un plan contra el hambre. Ocampo ha dicho que el dinero saldrá de la capa más acomodada de la sociedad y del control de la evasión.

Desde el sector económico hay gran expectativa por el contenido de la reforma y por otras medidas, como una posible suspensión del otorgamiento de licencias mineras y de exploración petrolera con el objetivo de acelerar la transición energética. Ese sector, que aporta alrededor del 18 por ciento de los ingresos fiscales para el gobierno colombiano, y está en el primer renglón de las exportaciones, en junio pasado sumó más de 5 mil 500 millones de dólares, según cifras oficiales del Departamento de Estadística.

Ricardo Triana, director ejecutivo del Consejo de Empresas Americanas que agrupa más de 100 compañías estadunidenses en 17 sectores, aseguró que en una reunión previa a su elección Petro les prometió que respetaría los contratos ya firmados y que no correrían peligro las inversiones en marcha.

Queremos explorar otras posibilidades porque si bien entendemos su preocupación para darles un periodo de transición a estos dos sectores (petróleo y carbón)... estas empresas están muy comprometidas en ser carbono neutrales en el futuro y han hecho acciones muy concretas”, afirma Triana, quien ve en las energías renovables una oportunidad para el país.
El general Eduardo Enrique Zapateiro, dejó su cargo debido a su enemistad con Petro, por sus orígenes guerrilleros. (EFE)

Los militares y el ex guerrillero

La otra reforma que toca fibras sensibles en el país es la policial. El objetivo es que esa fuerza ya no dependa del Ministerio de Defensa y quede bajo jurisdicción del Ministerio de Interior o del nuevo Ministerio de la Paz y la Seguridad.

Esa transición estará liderada por el ministro de Defensa, Iván Velásquez, un abogado con una larga trayectoria en la investigación de la corrupción y estructuras criminales que presidió la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala. El perfil de Velásquez, enfatiza la analista Sandra Borda, apunta a un proceso de transformación interno de las fuerzas armadas para acabar con la corrupción y promover el respeto a los derechos humanos.

El coronel en retiro John Marulanda, presidente de la Asociación Colombiana de Oficiales en Retiro de las Fuerzas Armadas, asegura que las fuerzas militares son muy “civilistas” y que harán el reconocimiento protocolar del nuevo presidente aunque “tenemos muy claro su origen”.

Marulanda se refería al pasado de Petro, quien en su juventud militó en la guerrilla M-19 hasta que en 1991 se firmó un acuerdo de paz con el gobierno. Luego de desmovilizarse, Petro se convirtió en congresista, alcalde de Bogotá y, finalmente, en presidente electo.

Mantener relaciones con EU y Venezuela

También se espera un cambio relevante en la mirada exterior de Colombia: Petro se propone restablecer las relaciones diplomáticas con Venezuela, rotas desde 2019. Entre los empresarios de ambos países hay alta expectativa por la apertura comercial de la frontera compartida.

El presidente ejecutivo de la Cámara Colombo Venezolana, Germán Umaña Mendoza, asegura que los miembros de su agrupación esperan que se abra en agosto y se permita el paso del transporte de carga.

Gustavo Petro, presidente de electo de Colombia, junto a el mandatario y acérrimo rival, Álvaro Uribe, que poseen diferentes punto de vista en lo político y en lo social (AFP)

Las proyecciones de Umaña indican que, si se abre la frontera, el comercio binacional podría alcanzar los mil millones de dólares, una cifra superior a la de años pasados pero por debajo del pico de 2008 de más de 7 mil millones. A su vez, Petro ha planteado cambios en la relación con Estados Unidos en la política antinarcóticos angular en la relación— y el tratado de libre comercio firmado hace una década.

Camila Hernández, experta del Centro para América Latina Adrienne Arsht del Atlantic Council, aseguró que podrían generarse tensiones por la política antinarcóticos, aunque no descartó que se pueda llegar a un entendimiento porque “una relación de 200 años no se puede acabar con un solo tema”. El reto podrían plantearlo los congresistas republicanos en el Capitolio, que defienden el modelo actual de erradicación forzada de cultivos ilícitos.

Sin embargo, Hernández remarcó las coincidencias entre Petro y EU en temas clave como la lucha contra el cambio climático y la implementación del acuerdo de paz con las FARC, para la cual Washington ha donado millones de dólares.

Hay expectativa de qué va a pasar, incertidumbre sobre los pasos de Gustavo Petro. Pero inicialmente, muchos de los ministerios y anuncios para su gabinete “dieron tranquilidad a nivel internacional”, concluye Hernández.

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