Feministas elevan su voz ante el despotismo machista

La aldea | América Latina

Mientras en Uruguay, Cuba y CdMx pueden abortar, las centroamericanas se enfrentan a leyes muy duras.

En Santiago, las marchas han sido ejemplo para otras ciudades del continente. (Reuters)
Agencia AFP y Jordane Bertrand
Montevideo /

Movilizadas de nuevo en las calles de México, Argentina o Chile, las feministas latinoamericanas mantienen la presión sobre sus gobiernos, decididas a conseguir avances concretos contra la violencia machista y a favor del aborto.

El 19 de febrero, decenas de miles de mujeres argentinas se reunieron frente al Congreso de Buenos Aires. Fue la primera movilización del año a favor de la legalización del aborto.

Después de que el Senado argentino rechazara la legalización del aborto en agosto de 2018, las feministas cuentan ahora con la renovación parcial de la Cámara alta en las elecciones de diciembre, que dieron mayoría a la coalición del presidente de centroizquierda Alberto Fernández.

El mandatario ha declarado en repetidas ocasiones su opinión favorable a la modificación de la ley —que actualmente solo autoriza el aborto en caso de violación o cuando la vida de la madre se encuentra en peligro—, pero sin mencionar la legalización de esa práctica.

En Chile, escenario desde hace más de cuatro meses de un movimiento sin precedentes contra la inequidad social, salpicado por la violencia policial, incluidos casos de agresión sexual, las feministas se han implicado en las protestas.

El 25 de noviembre, las jóvenes del colectivo LasTesis realizaron en Santiago la performance “Un violador en tu camino” para denunciar las faltas del Estado, la justicia y la policía en la lucha contra el machismo.

Aunque, a raíz de una serie de movilizaciones “titánica”, el país adoptó en 2017 una ley para despenalizar el aborto en caso de riesgo para la vida de la madre, violación e inviabilidad del feto, “en Chile, aún no tenemos una ley contra la violencia de género, aún existe un Parlamento que no comprende la importancia de erradicar este tipo de violencia”, explica Claudia Dides, directora de la organización civil no gubernamental feminista Miles.

Si las mujeres en Uruguay, Cuba y Ciudad de México pueden abortar libremente, las de los países de América Central se enfrentan a leyes antiaborto especialmente duras.

En otros lugares, donde el acceso está restringido, las feministas están luchando por promover la causa. En Colombia, por ejemplo, el Tribunal Supremo debe pronunciarse entre este miércoles y jueves sobre su posible legalización.

En México, la llegada al poder a finales de 2018 del primer gobernante de izquierda dio a las feministas la esperanza de que el tema de la violencia contra las mujeres se tuviera más en cuenta.

Por desgracia, las aterradoras estadísticas —más de mil feminicidios en 2019— y los asesinatos recientes de una mujer y de una niña, han revelado, una vez más, las deficiencias de las instituciones y de un gobierno completamente superado.

Las feministas mexicanas han reclamado a Andrés Manuel López Obrador “políticas públicas eficaces para combatir la violencia contra las mujeres”.

“Los movimientos feministas en América Latina son muy dinámicos, alertan, se movilizan con más fuerza” que en otras partes señala Lissell Quiroz–Pérez, que recuerda la aprobación de “leyes pioneras” en varios países de la región sobre paridad, feminicidio y violencia de género.

“Pero en la práctica, su aplicación se obstaculiza por el machismo de las instituciones”.

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