¿Desatará un estallido social? ¿Obligará al gobierno a liberar la economía? La inflación en Venezuela llegaría a un millón por ciento este año, según una proyección del FMI que plantea escenarios volátiles con una única certeza: el dramático deterioro de las condiciones de vida.
Hoy el ingreso básico de un venezolano —1.5 dólares a la tasa del mercado negro— apenas alcanza para un kilo de pollo. Mientras, las finanzas públicas languidecen por el derrumbe de la producción petrolera, que aporta 96 por ciento de los ingresos.
El sombrío panorama que avizora el Fondo Monetario Internacional —con una caída del PIB de 18 por ciento— no le extraña sin embargo a quienes padecen la crisis en carne propia.
“Ya nada me sorprende. Día a día, las cosas aumentan. No es gradual, es exponencial”, comentó en entrevista Marcos Salazar mientras comía, en un puesto callejero, una hamburguesa que le costó un salario mínimo. Profesor de 31 años, sobrevive con tres trabajos y remesas de familiares.
Se estima que 1.6 millones de venezolanos emigraron desde 2016 ante la debacle, que según las principales universidades del país elevó la pobreza a 87 por ciento en 2017.
El FMI cree que ese éxodo se intensificará, además, por la escasez de comida y medicinas y el deterioro de los servicios públicos, con un fuerte impacto en la región.
Según la OPEP, la producción de la estatal petrolera, casi única fuente de divisas, cayó de 3.2 millones de barriles diarios (mbd) en 2008 a 1.5 millones en junio pasado, impidiendo aprovechar la recuperación de los precios.
“De la hiperinflación solo se sale con reformas económicas profundas. Así han terminado todos los casos”, opinó Henkel García, director de la consultora Econométrica, señalando que estos fenómenos no se mantienen de forma permanente, como demostró el caso de Zimbabue.
EL FMI prevé, no obstante, que el gobierno izquierdista de Nicolás Maduro seguirá cubriendo el déficit con financiamiento monetario, propulsor de la inflación. La base monetaria se multiplicó por 250 en los últimos dos años, según el Banco Central.
Maduro, cuya reelección el pasado 20 de mayo desconoce gran parte de la comunidad internacional, tiene al frente un desafío de equilibrista para no perder el control.
Enfrenta crecientes protestas de empleados estatales por mejoras salariales y de ciudadanos hartos por las continuas fallas en los servicios públicos. Esas manifestaciones, sin embargo, están atomizadas y no cuentan con el liderazgo de la oposición, por ahora desarticulada y con varios líderes presos o exiliados.
Para el politólogo Miguel Martínez Meucci, “la principal amenaza para Maduro sigue siendo la fractura de las Fuerzas Armadas”, cuyo alto mando, con gran poder político y económico, le jura lealtad. “Aunque un estallido social pudiera propiciarlo, el régimen trabaja noche y día para sofocar ambas cosas”.
Líderes del chavismo han elevado en los últimos días sus voces en reclamo de un giro económico. Estas tensiones podrían salir a relucir en el congreso del partido de gobierno que arrancará el sábado.
¿Hacia dónde va Venezuela con un millón de inflación?
LA ALDEA
El FMI pronostica un alza dramática de precios, cuando líderes chavistas presionan a Maduro por un cambio.
Caracas /
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