Miles de bolivianos furiosos por lo que consideraron un intento del presidente Evo Morales de manipular las elecciones del domingo protestaron el martes frente al hotel donde la junta electoral del país procesaba los votos restantes en La Paz.
Con el conteo final de votos a 95 por ciento, el izquierdista Morales extendió su ventaja a más de 9 puntos porcentuales, aún por debajo de los 10 puntos que necesita para evitar una segunda vuelta con su principal rival, el ex mandatario Carlos Mesa.
Un conteo rápido preliminar del Tribunal Supremo Electoral (TSE) mostró el domingo, con un avance de 84 por ciento, que las elecciones iban a una segunda vuelta. Pero después de detener inesperadamente la difusión de datos por 24 horas, el lunes el TSE afirmó que Morales ganaba con una ventaja de casi 10 puntos, lo que desató las protestas.
El observador oficial de las elecciones, la Organización de Estados Americanos (OEA), dijo que el cambio “modificó drásticamente el destino de las elecciones” y perjudicó la confianza en el proceso.
En un nuevo golpe a la legitimidad de las elecciones, el vicepresidente de la autoridad electoral renunció el martes a manera de protesta, diciendo que la pausa en los informes había desacreditado “todo el proceso electoral, causando una convulsión social innecesaria”.
Lanzando insultos contra Morales y diciendo “no tenemos miedo”, los manifestantes marcharon por el centro de La Paz, atravesando las barreras policiales mientras se lanzaban petardos para convocar a más personas a la manifestación.
La noche del lunes manifestantes y la policía se enfrentaron. Varias oficinas de las autoridades electorales fueron incendiadas en distintas regiones. En la ciudad de Potosí, dos personas saltaron de un edificio en llamas para escapar del fuego.
Los disturbios fueron un golpe para el país que tuvo un largo período de estabilidad política bajo la presidencia de Morales, el primer mandatario indígena de Bolivia y que gobierna desde 2006.
En un intento por calmar la agitación, el gobierno de Morales suavizó los comentarios del presidente el domingo, cuando declaró que ganó las elecciones y que solo necesitaba votos rurales para confirmar otra victoria “histórica y sin precedentes”.
Después de enfatizar que el conteo rápido fue solo preliminar el canciller, Diego Pary, invitó a la OEA a auditar el conteo de votos y dijo que los gobiernos extranjeros serían bienvenidos a monitorear el conteo restante.
“Cualquiera que sea el resultado, nosotros, como gobierno, lo vamos a aceptar”, dijo Pary en una conferencia de prensa.
Entre lágrimas, la presidenta del TSE, María Eugenia Choque, negó cualquier intento de fraude electoral ante los reporteros el martes por la mañana.
Para evitar una segunda vuelta el 15 de diciembre, los candidatos necesitan más del 50 por ciento de los votos, o 40 por ciento con una ventaja de 10 puntos.
Morales, que se ha mantenido fuera del ojo público desde el domingo, tiene previsto dar una conferencia de prensa este día.
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PIÑERA OFRECE DISCULPA A CHILENOS
Tras cinco días de masivas protestas, saqueos, incendios y choques callejeros, que llevaron a su gobierno a declarar estado de emergencia y toque de queda, el presidente de Chile, Sebastián Piñera, pidió perdón y reconoció su incapacidad para anticipar el estallido que ha dejado 15 muertos.
Piñera prometió mejorar las pensiones de los más pobres, suspender un aumento de 9.2 % a la electricidad, complementar el salario mínimo, establecer un seguro para compra de medicinas y mayores impuestos a los más ricos. Además, planteó reducir los sueldos de parlamentarios y de altos funcionarios, disminuir el número de congresistas y limitar las reelecciones.