El menos gringo de los cardenales gringos acaba de ser elegido jefe de la Iglesia católica. Se llama Robert Prevost, nació en Chicago y además tomó la nacionalidad peruana. Se le ve tímido cuando sale al balcón vaticano.
La feligresía reunida en la Plaza de San Pedro estalla en ovaciones, porras, cánticos. Los usuarios de redes sociales de aquí, allá y por acullá comienzan a murmurar: “Es gringo”, “¿Será cercano a Donald Trump?”. Pronto sabremos que no, más bien es su antítesis, sobre todo en temas de migración.
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Sea como sea, ayer, en el día de la unción papal, el nombramiento del primer papa estadunidense desató una oleada de críticas a su compatriota. Entre las 10:07 y las 18:07 horas del 8 de mayo de 2025 los internautas soltaron su furia contra el presidente de los Estados Unidos. “Gringo malo, gringo bueno”, escribían en Instagram. La foto del político junto a la del religioso.
Un análisis de 579 millones de conversaciones en redes sociales revela que Robert Prevost provocó 90 por ciento de conversaciones positivas en la aldea digital, mientras que, a la par, Donald Trump despertó 73 por ciento de interacciones negativas. Aplausos para León XIV, abucheos para el empresario neoyorkino.
El reporte de MilenIA –Central de Datos e Inteligencia Artificial– revela que sólo 9 por ciento de los internautas expresaron desaprobación por el nombramiento de Prevost y que únicamente dos de cada 10 simpatizan con Trump. Vidas cruzadas, luz y sombra, gringo bueno contra gringo malo. Las redes no se andan con medias tintas.
Visto el asunto desde otro ángulo, el de las ideas y de las obras mundanas, no es previsible que el primer papa estadunidense y el presidente de Estados Unidos sumen fuerzas para hacer a ese país grande otra vez, como reza el lema de Donald Trump.
Si el recién ungido León XIV sostiene la trayectoria que tuvo como Robert Prevost, chocaría con su compatriota en temas como migración. Su sensibilidad latinoamericana y su enfoque en la justicia social también están en contraposición con la retórica trumpista.
El empresario neoyorquino avecindado en Florida había mostrado interés en que el siguiente papa fuera su compatriota y de hecho tenía dos candidatos, pero ninguno de ellos era Prevost: su opción número uno era Timothy Dolan, arzobispo de Nueva York; después, Raymond Burke, un cardenal de Wisconsin, ambos conservadores.
Sobre el ex obispo de Chiclayo, Perú, quien hasta hace unas horas encabezaba la Comisión Pontificia para América Latina, el presidente Trump no había hecho declaraciones públicas previas a su elección como papa.
Pero no hay muchas posibilidades de que le tenga simpatía: antes de entrar en un silencio monacal en la red X (antes Twitter), a partir de que el entonces papa Francisco fue hospitalizado, en febrero, Prevost confrontó directamente, con varios tuits, al vicepresidente y estrecho colaborador de Trump, J.D. Vance, cuestionando sus posturas sobre los migrantes.
Posturas definidas y fuertemente reivindicadas por su jefe.
Trump, “brutta figura”
Aunque los usuarios de redes ya castigaban a Donald Trump antes de la decisión cardenalicia, la ira social se hizo más ruidosa el justo día de la asunción. El instrumento político de Elon Musk ardió como Troya: la llegada de León XIV generó 393 millones de interacciones en X (antes Twitter), lo cual representa el 68 por ciento de las conversaciones sobre la unción papal.
El reporte de MilenIA muestra que 76 millones de reacciones hicieron vibrar YouTube, 54 millones se movieron en TikTok, 34 millones en Facebook y 22 millones en Instagram.
“Me gustaría ser papa. Esa sería mi elección número uno”, soltó Donald Trump el 29 de abril, sólo ocho días después de la muerte de Francisco.
Pretendía ser una broma y el presidente propuso al arzobispo Dolan: “tenemos un cardenal de un lugar llamado Nueva York que es muy bueno”.
Pero la impresión de que se ve a sí mismo gobernando todo, hasta la Iglesia católica, quedó reforzada días después, cuando a pesar de declararse evangélico compartió una imagen generada por inteligencia artificial en la que él aparece con los atuendos y símbolos papales, indignando a los fieles en todo el mundo.
Para el cardenal Dolan parecía el beso del diablo: aunque su nexo con Trump es público y visible (por ejemplo, fue invitado a ofrecer la oración en sus dos tomas de posesión como presidente, en 2017 y en 2025), realizó varios gestos para tomar distancia, como cuando le preguntaron si la ilustración de Trump como papa lo había ofendido:
“Bueno, ya sabe, no era buena. Los italianos dicen ‘brutta figura’”.
De poco le sirvió porque sus oportunidades eran escasas, según los analistas, que señalaron dos obstáculos principales: su cercanía a Trump, precisamente, y provenir del país más poderoso del mundo, Estados Unidos.
Esto último, sin embargo, no impidió el éxito de Prevost en el cónclave.
Cuestionamientos directos al trumpismo
El nuevo León XIV llega al papado con un cuestionamiento, el de un caso en el que es señalado por no haber abierto una investigación, en 2022, sobre dos personas que acusaron a un par de sacerdotes de haber abusado sexualmente de ellas en 2007 (en 2024, la Diócesis de Chiclayo sostuvo que Prevost recibió las denuncias, aplicó medidas cautelares y siguió los procedimientos canónicos, respetando la presunción de inocencia).
Trump, a su vez, es el primer presidente convicto de la historia de Estados Unidos, por un caso de fraude cometido para encubrir un escándalo sexual, y ha sido acusado de violación y otros delitos de esa índole. Pero no es posible adivinar si eso hace suponer que tiene algún tipo de vínculo con el nuevo pontífice.
Aunque en su primera reacción tras el ascenso de León XIV fue felicitarlo en su red social (“es un gran honor saber que es el primer papa estadunidense”), es dable pensar que no le agradan sus críticas a su vicepresidente, lo que le resulta peor porque se dirigen a la política migratoria que Trump le encarga defender.
La penúltima y antepenúltima publicación en X por parte de Prevost, las del 15 y 25 de febrero, tienen que ver con el deseo de mejora de salud para Francisco, que pasó por una mala racha antes de recuperarse, recaer y morir.
Pero justo antes de eso, compartió dos artículos que cuestionan directamente a Vance y al trumpismo.
El primero, que tuiteó el 3 de febrero y está firmado por Kat Armas, se titula JD Vance se equivoca: Jesús no nos pide que clasifiquemos nuestro amor por los demás, y critica la postura del vicepresidente de que los cristianos deben priorizar el amor por su familia y nación sobre otros tipos de amor.
La autora replica que Cristo pide amar a todos sin distinción, incluyendo a extranjeros y enemigos, y acusa a Vance de malinterpretar la fe al promover una visión nacionalista que contradice el mandato universal de amor.
El segundo, que publicó el 12 de febrero y fue escrito por Sam Sawyer, aborda el mismo tema pero esta vez con mucha mayor autoridad, pues se fundamenta en una carta del papa Francisco a los obispos de Estados Unidos, en la que cuestiona la política de la administración Trump que criminaliza a los migrantes; también refuta a Vance y añade que las políticas migratorias deben respetar la dignidad humana.
Para reírse de Trump
Robert Prevost es un estadunidense orgulloso de también ser peruano. No por nada las principales interacciones en redes sociales ocurrieron en Estados Unidos y Perú, según muestra el análisis de MilenIA. Le siguen México, Colombia y Argentina.
León XIV parece tener a América Latina en el bolsillo de la sotana. También generó mucho interés en Italia, Francia, Brasil, España y Canadá.
En enero de 2023, cuando Francisco lo llamó a Roma para nombrarlo prefecto del Dicasterio para los Obispos, el orgullo de Chiclayo dijo que le daba “mucha tristeza y mucho dolor” marcharse porque “le dije al Santo Padre que no es el mejor momento para dejar el país, yo quiero seguir acompañando al pueblo”.
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Lo anterior, en un contexto en el que el gobierno peruano reprimía protestas populares (de diciembre de 2022 a marzo de 2023; el saldo final fue de 77 muertos, mil 300 heridos y 600 arrestados). Prevost, quien llegó al Perú como misionero agustino en 1985 y tomó la nacionalidad en 2015, pidió a las autoridades respetar la democracia.
Nacido el 14 de septiembre de 1955 en Chicago, con ascendencia francesa e italiana, por parte de padre, y española, por la madre, Prevost tiene de origen una sensibilidad hacia los migrantes que se reflejó en el trabajo de apoyo que hizo en el Perú a favor de los provenientes de Venezuela.
En línea con Francisco, Prevost se manifestó proclive a bendecir a las parejas del mismo sexo pero no del matrimonio gay; de una mayor participación de las mujeres en ministerios laicales y roles de liderazgo no ordenados, pero sin clericalizarlas; y en contra del aborto.
Pero es en cuanto a sus actitudes frente a los problemas sociales en donde choca con Trump, como cuando hace énfasis en la “opción por los pobres” y la necesidad de una Iglesia que “huela a ovejas”, o cuando aboga por la protección de la naturaleza y la justicia ambiental, reconociendo los derechos de los pueblos originarios.
Su elección de nombre subraya el tipo de papado que quiere hacer: en la tradición, el elegido escoge el de un santo o un papa anterior, al que admira o desea emular.
León XIV evoca a León XIII (1878-1903), recordado por su encíclica ‘Rerum Novarum’ (1891), que abordó los derechos de los trabajadores, la justicia social y la relación entre la Iglesia y el mundo moderno. Es considerado el “Papa de la Doctrina Social”.
En poco más de dos meses, desde que entró en silencio en la red X, Prevost solo lo rompió una sola vez, el 14 de abril, una semana antes de la muerte de Francisco.
Fue para retuitear una publicación de Rocco Palmo, un escritor católico estadunidense, en el que se ríe de que Trump y el presidente salvadoreño Nayib Bukele hayan usado la Oficina Oval de la Casa Blanca para justificar la deportación ilícita de un residente legal de origen salvadoreño, y luego cuestiona:
“¿No ven el sufrimiento? ¿No les preocupa su conciencia? ¿Cómo pueden callarse?”.
Esto puede gustarle todavía menos a Trump. Pero entonces, parece que Prevost todavía no estaba en su radar, pues no comentaba sobre él. Ahora sí tuvo que hacerlo. Pero ya como León XIV.
Con información de Omar Cordero.
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ksh