El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, visitaba el jueves en el núcleo financiero de Shanghái, China, en un viaje para reforzar los lazos con el mayor socio comercial del gigante sudamericano y recabar apoyo político para sus esfuerzos de mediar en el conflicto en Ucrania.
Lula llegó a China el miércoles por la noche y tenía previsto reunirse el viernes con su homólogo chino, Xi Jinping, en Beijing antes de concluir su visita el sábado.
El gobierno brasileño dijo que se esperaba que ambas partes firmaran al menos 20 acuerdos bilaterales durante el viaje de Lula, un reflejo de la mejora en las relaciones tras un periodo accidentado durante el mandato de su predecesor, Jair Bolsonaro.
Lula también asistiría en Shanghái a la ceremonia oficial en la que su cercana asesora y expresidenta de Brasil Dilma Roussef juraría el cargo como jefa del Nuevo Banco de Desarrollo, una institución con apoyo chino.
La organización se presenta como alternativa al Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, controlados principalmente por Estados Unidos y sus aliados occidentales. El banco se centra en el grupo de países en desarrollo conocido como BRICS, formado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica.
La institución, establecida hace más de siete años, ha aprobado 99 proyectos de préstamos por valor de más de 34.000 millones de dólares, principalmente para proyectos de infraestructura, según el Ministerio chino de Exteriores.
Buena parte de ese crédito ha ido a parar a Brasil para proyectos como un sistema de metro en la capital financiera del país, Sao Paulo.
Durante su reunión con Xi, se espera que Lula hable de comercio, inversión, reindustrialización, transición energética, cambio climático y acuerdos de paz, según el gobierno brasileño.
China es el mayor mercado de exportación de Brasil y cada año compra decenas de miles de millones de dólares en soja, ternera, mineral de hierro, carne de ave, pulpa, caña de azúcar, algodón y petróleo. Brasil es el mayor receptor de inversión china en América Latina, según medios estatales chinos, aunque Lula se ha posicionado en contra de que organizaciones chinas compren empresas brasileñas.
Uno de los acuerdos que Lula firmará en China será para la producción del sexto satélite construido en un programa binacional, un dispositivo que monitoreará biomas como la selva amazónica.
Beijing eliminó hace poco las restricciones sobre la ternera brasileña, impuestas en febrero tras el descubrimiento de un inusual caso de enfermedad de las vacas locas.
Desde el punto de vista político, la visita del izquierdista Lula simboliza el regreso de Brasil a las relaciones internacionales después de que sucediera a Bolsonaro en enero.
El líder populista conservador, a menudo brusco, y miembros de su familia provocaron tensiones con las autoridades chinas en varias ocasiones al hablar con declaraciones sobre el origen de la pandemia del COVID-19 o la firma de telecomunicaciones Huawei. Bolsonaro admiraba a nacionalistas conservadores y mostró poco interés en asuntos internacionales o en viajar al extranjero.
Lula, que el jueves visitará un centro de investigación de Huawei en Shanghái, viajó a Argentina y Uruguay en enero y a Estados Unidos en febrero, una muestra de la importancia que otorga a los asuntos internacionales, según los expertos. Durante su primera presidencia recorrió el mundo, especialmente en su segundo mandato, cuando pasó por docenas de países, y ha estado en China en dos ocasiones previas.
Una pieza clave de la estrategia de Lula en el extranjero es su propuesta de que Brasil y otros países en desarrollo, incluida China, medien para alcanzar la paz en Ucrania. Sin embargo, su propuesta de que Ucrania renuncie a Crimea para facilitar la paz ha molestado a Kiev y a sus defensores más acérrimos.
China también ha intentado jugar un papel para poner fin al conflicto, aunque de una forma muy cercana a Moscú. Se ha negado a condenar la invasión, criticado las sanciones económicas sobre Rusia y acusado a Estados Unidos y la OTAN de provocar el conflicto.
Rusia y China declararon una relación “sin límites” en un comunicado conjunto el año pasado, y Xi reiteró esa cercanía reuniéndose el mes pasado con el presidente de Rusia, Vladímir Putin, en Moscú el mes pasado.
La propuesta china planteada en febrero tiene elementos en común con la de Lula, como el cese de las hostilidades y el inicio de negociaciones, aunque no dice nada sobre la devolución de territorio ucraniano tomado por Rusia y sus aliados separatistas.
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