A partir de hoy, todos los comercios israelíes que están a pie de la calle pueden reabrir sus puertas, en un nuevo paso hacia la normalización del país, que registra hasta ahora 200 muertos y más de 15 mil contagiados por la pandemia del coronavirus.
Tras una semana de la retirada de las mayores restricciones del confinamiento, el gobierno israelí puso el pie en el acelerador y este domingo, primer día hábil de la semana en el país, abrieron la mayoría de los comercios al público, que se hace más presente en las calles y que va recobrando una sensación de normalidad.
La normalidad, aún lejana ante la ausencia de turismo y básicamente cualquier forma de vida cultural, cuenta hoy con comerciantes con mascarillas, clientes haciendo fila fuera de las tiendas para entrar y con un intento, no siempre exitoso, de respetar las normas de distanciamiento social impuestas por el Ministerio de Sanidad.
Algunos portan sus mascarillas en la barbilla, otros colgando de una oreja, algunos dejan la nariz por fuera y muchos se la quitan para hablar. La Policía, para quien los dos metros de distancia distan de ser una prioridad, observa, reparte alguna que otra mascarilla y, más que aplicar las multas de 200 shéqueles (unos 50 euros) a quienes no las portan, se limita a pedirles que lo hagan.
La decisión de permitir la reapertura casi total de los negocios, incluyendo peluquerías y salones de belleza y permitiendo a restaurantes vender comida para llevar, no fue, sin embargo, recibida de igual forma por toda la población.
Varios analistas y hasta miembros de alto rango del Ministerio de Sanidad cuestionaron duramente la veloz desescalada, denunciaron la falta de un plan claro y preciso de reapertura de la economía y exigieron que se hagan cumplir con severidad las reglas de distanciamiento social.
Otros, como los comerciantes del mercado jerosolimitano Majané Yehuda, cuestionaron que comercios masivos como Ikea estén abiertos desde la semana pasada mientras que ellos aún no tienen permitido comenzar a vender.
Por otra parte, más de 200 cadenas de tiendas anunciaron que no reabrirían sus locales hasta no recibir ayuda gubernamental y explicaron, además, que hacerlo solo agravaría sus pérdidas, debido a la situación económica que enfrenta el país, algo que explica también por qué parte de los comercios que hoy tenían permitido reabrir aún no lo ha hecho.
La objeción más importante, sin embargo, se debe a que esta reapertura se da en paralelo con la decisión del gobierno de imponer un toque de queda de lunes a martes en ocasión del Día de los Caídos y de cerrar los cementerios y prohibir las habituales visitas de familiares y amigos a las tumbas de sus seres queridos muertos en guerras, ataques terroristas o por cualquier causa mientras prestaban el servicio militar.
A esto, se suma además otro toque de queda, de martes a miércoles, para evitar grandes aglomeraciones durante los tradicionales festejos del Día de la Independencia.
jamj