El gobierno de Irán implementó el uso obligatorio de cubrebocas ante el aumento de muertes y casos por la pandemia de coronavirus, incluso cuando los habitantes cada vez minimizan el peligro de la enfermedad. La medida ya había sido anunciada desde el 28 de junio.
El líder supremo, el ayatolá Ali Jamenei, divulgó una imagen de él mismo con mascarilla en días recientes, para exhortar tanto a funcionarios públicos como a los 80 millones de habitantes de la República Islámica a usarlas y evitar la propagación del virus.
Sin embargo, un sondeo de opinión pública y una caminata por las calles de Teherán muestran la extensa apatía que se siente sobre la pandemia que en febrero colocó a Irán entre los primeros países golpeados después de China. Ya sea por fatiga, rechazo o fatalismo, esa indiferencia ha atemorizado a funcionarios de salud pública iraníes que han emitido advertencias cada vez más extremas.
“Primero quiero agradecer a nuestro gran pueblo”, dijo sarcásticamente un trabajador de salud en un traje protector en el pasillo de un hospital en un sombrío anuncio de la televisora estatal. “¡Ustedes, mano a mano con el coronavirus, nos derrocaron!”.
Las nuevas reglas marcan un punto de inflexión para Irán, que ha batallado en su intento por balancear los cierres de provincias para evitar la propagación del virus con los temores de paralizar una economía que ya batallaba debido a las sanciones estadunidenses después del retiro unilateral de la administración de Donald Trump del pacto nuclear de 2018 de Teherán con potencias mundiales.
También influyeron consideraciones religiosas en esta teocracia chiíta, ya que las autoridades se negaron durante semanas a cerrar centros de oración en donde los feligreses tocan o besan las barras protectoras de las tumbas.
Durante un momento, parecía que las restricciones y el temor público habían funcionado, ya que los nuevos casos y muertes por el virus cayeron a sus niveles más bajos en mayo. Pero al poco tiempo volvieron a aumentar y los funcionarios inicialmente dijeron que se debió a la realización de más pruebas diagnósticas mientras el mismo tiempo se reactivaba la actividad económica.
dmr