Una mujer que se identificó como hombre, de nombre Jay Langadinos, decidió demandar al psiquiatra Patrick Toohey, quien la atendió y le sugirió cambiar de sexo, lo que la llevó a someterse a tratamientos farmacológicos y clínicos en Nueva Gales del Sur, Australia.
Según The Sydney Morning Herald, citando documentos judiciales, fue la misma Langadinos quien en mayo 2010, a sus 19 años, se dirigió a un endocrinólogo porque quería someterse a un tratamiento de hormonas masculinizantes al identificarse como hombre.
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El profesional decidió que lo mejor era que Jay acudiera al psiquiatra para determinar si podía aplicar el tratamiento, llegando Toohey, que consideró que tenía disforia de género, una desalineación entre el sexo y la identidad de una persona.
Tras su tratamiento hormonal, en 2012 Langadinos nuevamente fue al mismo psiquiatra porque quería que le extirparan los senos, un desarrollo quirúrgico en el que el profesional "no vio ninguna contradicción" en que se aplicara, ante lo cual se operó en abril de ese año.
Al mes siguiente, con 22 años, nuevamente acudió a la atención psiquiátrica previo a iniciar una extirpación de útero, sometiéndose en noviembre de ese año al procedimiento luego de que Toohey otra vez descartara alguna contradicción ante la instancia clínica.
Sin embargo, tras dichas operaciones, Jay Langadinos, a sus 31 años, ya no se identificó más como hombre, y recurrió ante instancias judiciales por negligencia médica del psiquiatra, en una situación que puso a debate la disforia de género y las evaluaciones que derivan en que una persona se someta o no a los tratamientos.
"Saber que no puedo tener hijos es absolutamente devastador", dijo al medio australiano, agregando que tras los sometimientos farmacológicos y clínicos, "ha sufrido y sigue sufriendo lesiones y discapacidades".
Entre las afectaciones se incluye menopausia, ansiedad y depresión, deterioro del funcionamiento psicológico, necesidad continua de tratamiento médico y disminución de la capacidad de empleo, según afirmó.
En el escrito contra el profesional médico se sostuvo que el psiquiatra consideró que Langadinos había sufrido desde muy pequeña la angustia por tener que vestirse como niña, con modales de "marimacho", así como la incomprensión, en una primera instancia, de sus padres, quienes "no aceptaban sus problemas transgénero".
Se agrega que el médico le recomendó "fuertemente" que recibiera terapia para la "fobia social", así como un seguimiento psicológico regular durante el procedimiento hormonal y que la asistencia familiar también sería útil.
Aunque los padres posteriormente apoyaron la mastectomía, su madre consideraba que se necesitaba un tratamiento por la ansiedad que le afectaba.
The Sydney Morning Herald sostiene que la situación entre la paciente y el médico podría repercutir en otras instancias similares, en los cuales se sigue debatiendo si se deben aplicar tratamientos hormonales y clínicos en jóvenes que consideran un cambio de sexo en esa nación.