La Asociación Nacional del Rifle (NRA) de Estados Unidos enfrenta una dura prueba tras los dos tiroteos del fin de semana, aunque pocos creen que este influyente lobby afloje su presión sobre el Congreso o el gobierno de Donald Trump.
La NRA es uno de los grupos de presión más poderosos de Estados Unidos, y pese a una serie de crisis en los últimos meses, mantiene enorme influencia en el Capitolio.
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En la primera mitad del año gastó 1.6 millones de dólares para cabildear contra un aumento de los controles de antecedentes de los compradores de armas, informó CNBC.
También apoyó la carrera electoral de Trump de 2016 con más de 30 millones de dólares, según monitoreos de fondos de campaña.
Entre 2000 y 2012, la NRA y sus aliados de la industria de armas volcaron 80 millones de dólares en campañas políticas, según el Center for Responsive Politics, que investiga ese tipo de aportes.
Pero la NRA sufrió últimamente algunos golpes, incluyendo la salida de su presidente Oliver North debido a disputas por los fastuosos gastos de la asociación y la renuncia de tres de sus directores la semana pasada.
Además, sus finanzas están complicadas: las contribuciones cayeron 21% -más de 26 millones de dólares- entre 2016 y 2017, según cifras de la propia organización.
Una auditoría obtenida por OpenSecrets señala que la NRA tuvo un déficit de 31.8 millones de dólares en 2017, tras un rojo de 14.8 millones el año anterior por su apoyo a la candidatura de Trump.
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"Si alguna vez la NRA tuvo un punto débil, es ahora", dijo el congresista republicano moderado Pete King al diario The Hill. "Están debilitados. Y todos nosotros, incluido el presidente, deberíamos aprovechar esa situación".
Algunos republicanos comienzan lentamente a abogar por reformas en las leyes de armas.
jos