El secretario de Comercio de Estados Unidos, Wilbur Ross, se quedó dormido durante el discurso ante la ONU del presidente estadunidense, Donald Trump, que habló con un tono mucho más apagado y monótono que de costumbre.
Ross, de 81 años, tiene fama de quedarse dormido en muchas reuniones del Departamento de Comercio y también lo había hecho alguna que otra vez en público, pero hasta ahora las cámaras nunca lo habían captado con los ojos cerrados en un momento de tan alto perfil como el discurso de Trump ante la Asamblea General.
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Sentado a la izquierda del vicepresidente Mike Pence en las sillas reservadas a Estados Unidos, Ross pareció estar dormido durante unos 15 minutos hacia la mitad del discurso de Trump, según la cadena televisiva CNBC.
El tramo que se perdió incluía referencias a la guerra comercial con China, el tema más importante para su departamento de los incluidos en el discurso.
Su somnolencia pudo tener algo que ver con la forma de pronunciar el discurso de Trump, conocido por las apasionadas arengas en sus mítines pero que suele aburrirse cuando tiene que leer un texto preparado y no se siente demasiado cómodo ante la Asamblea General de la ONU, que el año pasado reaccionó con risas a su discurso.
El tono apático y cansado de Trump fue uno de los aspectos más comentados en Twitter sobre el discurso de un mandatario al que le gusta criticar la "baja energía" de sus adversarios políticos y contrastarla con su propio brío.
Pero no está claro que fuera la entonación de Trump lo que durmió a Ross, que en mayo de 2017 también se echó una siesta durante un importante discurso del mandatario al inicio de su primera gira internacional, en Arabia Saudita.
La tendencia de Ross a cerrar los ojos es tan notoria en el Departamento de Comercio que esa cartera ha llegado incluso a modificar el horario de sus reuniones más importantes para programarlas cuando suele estar más despierto, según informó en julio el diario Político.
Aunque Trump ha dejado claro a miembros de su equipo su insatisfacción con Ross, del que piensa que "su mejor momento ya ha quedado atrás", tampoco ha dado señales de querer despedirlo, y ha preferido otorgarle un papel ceremonial en temas clave como las negociaciones con China.
El funcionario octogenario no fue el único espectador de la Asamblea General que desvió su atención del discurso de Trump: en otro punto del auditorio, una representante de Venezuela se aseguró de que las cámaras la captaran leyendo un libro sobre el libertador Simón Bolívar mientras el mandatario criticaba el chavismo.
jos