El papa Francisco atribuyó al “gran acusador” la difusión masiva de los pecados de los obispos, que -dijo- deben verse amplificados públicamente para “escandalizar al pueblo”.
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En el sermón de su misa matutina, celebrada en la capilla de su residencia vaticana, la Casa Santa Marta, el pontífice advirtió también que los obispos no deben ser “carrieristas”, que se la pasan buscando posibilidades para avanzar en su ascenso personal.
“En estos tiempos parece que el 'gran acusador' anda suelto y que se las trae con los obispos. Es cierto, hay muchos, todos somos pecadores, no sólo los obispos. (Pero él) trata de revelar los pecados, que se vean, para escandalizar al pueblo”, señaló.
Con esas palabras hizo referencia al libro bíblico de Job, que presenta al demonio justamente como el “gran acusador” que “va por el mundo viendo cómo acusar”. Ante esto, el pontífice instó a los obispos a ser humildes y permanecer cerca del pueblo, sin darse a una vida aristocrática”.
También advirtió que el obispo no debe tener actitudes que lo lleven a estar lejos del pueblo, sino que debe tocar y dejarse tocar por el pueblo.
“No va a buscar refugio entre los potentes, entre la élite. ¡No! Así serán las élites las que critiquen al obispo; en cambio, el pueblo tiene esta actitud de amor hacia el obispo y tiene esta unción especial: confirma al obispo en su vocación”, siguió.
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Apuntó que el ser hombres de oración, humildes porque se sienten elegidos por Dios no obstante sus defectos y el estar con el pueblo son, dijo, un escudo para los obispos ante “las acusaciones del maligno”.