El papa Francisco celebró la tradicional Audiencia General de los miércoles y recordó a su predecesor Juan Pablo II, quien hace 40 años sufrió un ataque armado en la Plaza de San Pedro.
“Este acontecimiento nos hace conscientes de que nuestras vidas, y la historia del mundo, están en manos de Dios”, subrayó el líder religioso.
Era el 13 de mayo de 1981, durante las fiestas de la Virgen de Fátima. A las 17:19 horas, el papa Juan Pablo II de entonces 60 años, realizaba su ronda habitual entre los fieles reunidos para la Audiencia General.
Mientras saludaba a los fieles se escuchó un disparo que asustó a los presentes y tres detonaciones después terminaron por romper la paz en El Vaticano. Juan Pablo II resultó herido por un disparo en el abdomen y se desplomó sobre el papamóvil descapotable blanco; todo quedó captado frente a las cámaras de medios internacionales.
Entre la confusión, un agente de la guardia lo sostuvo en sus brazos, mientras el papa móvil avanzaba a gran velocidad por la plaza de San Pedro para llevar a su santidad a recibir atención médica.
Ahí se dieron cuenta que tres balas habían alcanzado al pontífice: uno en el estómago, otro en la mano y uno más el dedo. El Papa había sido víctima de un ataque directo, que dejó al descubierto la seguridad en la Ciudad del Vaticano. El perpetrador del ataque, Ali Agca, fue detenido inmediatamente.
Perdón para el agresor
El papa fue llevado al Palacio Apostólico y sus signos vitales bajaron precipitadamente, por lo que el líder religioso tuvo que ser llevado a un hospital; Juan Pablo II había perdido casi tres cuartos de su sangre debido a que la bala le había perforado los intestinos.
Fue atendido por el doctor Francesco Crucitti en el hospital Policlínico Universitario Agostino Gemelli, afiliado a la escuela de Medicina de la Universidad del Sagrado Corazón. Ahí, por casis seis horas, fue sometido a una cirugía intestinal de emergencia.
A través de la frecuencia radiofónica y mientras se recuperaba, cuatro días después, realizó la oración del Regina Coeli desde la habitación del Hospital Gemelli donde estaba hospitalizado, ahí Karol Wojtyla, ante miles de radioescuchas otorgó perdón al agresor, “al hermano que me ha atacado”.
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Ya recuperado, el 27 de diciembre de 1983, Juan Pablo II visitó a Ali Agca en la prisión de Rebibbia y expresó:
“Nos hemos reunido como hombres y como hermanos porque todos somos hermanos y todos los acontecimientos de nuestra vida deben confirmar esa hermandad que proviene del hecho de que Dios es nuestro Padre” afirmó tras el encuentro.
Agca fue sentenciado a cadena perpetua por un juzgado italiano. Posteriormente el Papa le otorgó el perdón. El presidente italiano Carlo Azeglio Ciampi otorgó el indulto a Agca a petición del pontífice, tras lo cual fue deportado a Turquía en junio del 2000.
En 1983, Juan Pablo II donó al Santuario de Fátima la bala que le extrajeron y que está engarzada en la aureola de la corona de la imagen de la Virgen, en forma de exvoto para agradecerle a la imagen mariana su intercesión para salvarse del atentado.