Los patos salvajes contaminados con mercurio tienen más probabilidades de contraer gripe aviaria, según un estudio publicado el miércoles.
La gripe aviaria, muy presente en Asia, reaparece regularmente en Europa y Estados Unidos, y provoca cada año el sacrificio de millones de aves de corral.
Este estudio demostraría una vez más el impacto humano en la vida salvaje, y la facilidad con la que se propagan los virus a causa de esa compleja cohabitación.
Los patos salvajes son grandes diseminadores de virus por las grandes distancias que recorren durante sus migraciones.
Para este estudio, publicado en la revista británica de investigaciones biológicas de la Royal Society, los científicos cazaron cerca de 750 especies diferentes de patos salvajes en la bahía de San Francisco (noroeste de Estados Unidos).
Esa bahía está situada en un vasto corredor migratorio que va de Alaska hasta la Patagonia.
El mercurio tiene efectos nefastos en el sistema inmunitario.
Los expertos buscaron rastros de ese metal pesado en los patos y si estaban infectados con gripe aviaria, o la presencia de anticuerpos contra el virus.
Los resultados, publicados en la revista Proceedings de la Royal Society B, demostró que los patos contaminados con mercurio habían tenido hasta 3.5 más probabilidades de sufrir gripe aviaria en algún momento en los doce meses previos.
A mayor cantidad de mercurio en el cuerpo del animal, más probabilidad de prevalencia de anticuerpos, lo que atestigua la presencia del virus.
El estudio precisa que los patos dieron negativo a la cepa del patógeno más mortal del virus H5N1, que ha sido detectado en numerosos focos en todo el mundo, y que puede ser transmitido al ser humano.
Las complicaciones por la toxicidad en los materiales
La presencia del mercurio "aumenta la probabilidad de contraer cualquier infección, incluida la gripe aviaria", explicó la principal autora del estudio, Claire Teitelbaum, ecologista del instituto científico estadounidense USGS Geological Survey, que cuenta con un departamento dedicado a la conservación de la vida salvaje.
La bahía de San Francisco es "un foco significativo de contaminación por mercurio en Norteamérica (...) principalmente a causa de las minas de oro" que atrajeron durante el siglo XIX y XX a grandes cantidades de aventureros, explicó.
La epizootia bajó durante el verano boreal ya que "muchas aves salvajes volvían a sus nidos", situados más al norte. Pero "a medida que empiecen a bajar, probablemente vamos a asistir a un resurgimiento" de la gripe aviaria, aseguró la experta.
La presencia humana históricamente ha modificado de numerosas maneras el entorno natural. Los expertos en cambio climático y los defensores de la vida animal denuncian que ese impacto es básicamente negativo.
Daniel Becker, un biólogo de la universidad de Oklahoma que no estaba involucrado en la investigación alabó sus resultados, que calificó de "impresionantes".
"Sorprendentemente hay pocos trabajos sobre la concentración de agentes contaminantes en los animales salvajes y su relación con enfermedades infecciosas", en particular los virus que pueden cruzar barreras entre especies, como el virus H5N1.