El presidente ruso, Vladímir Putin, cumple este martes 20 años de haber llegado al Kremlin, en los que ha pasado de la cooperación con Occidente, en sus primeros años en el poder, al abierto antagonismo con Estados Unidos y la Unión Europea en la última década.
“La relación entre Putin y Occidente ha sido muy dramática. Ha evolucionado desde una relación constructiva a una enconada rivalidad y a casi el enfrentamiento militar en los últimos años”, comenta el politólogo Fiódor Lukiánov, jefe del Consejo de Política Exterior y de Defensa de Rusia.
Putin, empeñado en recuperar la grandeza perdida de su país en la arena internacional, intentó tender puentes con Occidente –incluso tanteó la posibilidad de ingresar en la OTAN al recibir en el Kremlin al presidente de EU, Bill Clinton, en junio de 2000–, pero se decepcionó rápido.
La invasión de Irak (2003) y el ingreso de los países bálticos en la Alianza Atlántica (2004) le convencieron de que Rusia nunca sería aceptada como un igual, por lo que optó por el antagonismo en cada uno de los rincones del planeta, desde Europa a Oriente Medio o Latinoamérica.
“El leitmotiv de la política exterior de Putin no ha cambiado. Su misión era evitar que Rusia cayera al segundo o tercer escalafón. Todo lo que ha hecho desde entonces responde a esa estrategia. Y la verdad es que lo ha logrado. Ese riesgo ya no existe”, explica Lukiánov, director de la revista Rusia en la política global.
Desde que pronunciara su incendiario discurso en febrero de 2007 en Múnich, en el que acusó a EU de buscar crear un mundo unipolar y llevar a cabo acciones unilaterales al margen del derecho internacional, la confrontación con Occidente se convirtió en realidad.
Desde entonces, Putin ha dado un vuelco a la política internacional. Ha forjado una alianza con China, invadido Georgia, reconocido la independencia de Osetia del Sur y Abjasia, anexionado Crimea, intervenido en Ucrania y en Siria.
Además, ante la inacción de la Casa Blanca, se ha convertido en el nuevo árbitro en Medio Oriente al evitar el derrocamiento de Bashar Asad, vender armas a Turquía y Arabia Saudí, y reforzar lazos con Egipto, Israel e Irak.
También ha regresado con fuerza a África por medio de los contratos de armas y en América Latina ha dado su apoyo a Nicolás Maduro en Venezuela y Evo Morales en Bolivia.
“La imagen que tiene Putin en el mundo occidental no se corresponde con la realidad. Putin es parecido a Merkel en que es un pragmático. No le gusta tomar decisiones arriesgadas y es de los pocos líderes mundiales que tiene todo el orden mundial en su cabeza. Piensa en términos de geopolítica y en el balance de fuerzas en el mundo”, destaca.
Además, recuerda que son las potencias occidentales las que han perdido peso en el mundo, por lo que Putin ha optado por reducir lo más posible su dependencia del exterior, incluso en internet.
“La interdependencia se ha convertido en un arma arrojadiza. Lo vemos con EU y China. Putin busca otras vías para reducir los riesgos de una excesiva dependencia. Rusia nunca estuvo del todo integrada. En su momento eso fue un defecto, hoy puede ser una virtud”, explica.
En cuanto a la imagen de que Moscú es una “amenaza” para la democracia en Europa y EU, cree que esa visión no cambiará en las próximas décadas y lo relaciona tanto con la supuesta “agresividad rusa” como con la “profunda crisis de identidad que vive Occidente”.
En su opinión, “el problema no es Putin” y pronostica que Occidente se llevará una “gran decepción” cuando se dé cuenta de que los futuros dirigentes rusos mantendrán el mismo rumbo de colisión.
Reacciones
• “Su misión era evitar que Rusia cayera al segundo o tercer escalafón. Todo lo que ha hecho desde entonces responde a esa estrategia. Y lo ha logrado”
• “Rusia nunca estuvo del todo integrada. En su momento eso fue un defecto, hoy puede ser una virtud”
Fiódor Lukiánov
Consejero del gobierno ruso.