Liverpool vivió un segundo de tensión cuando la organización Stand up to Racism, junto con otros activistas, celebraba la paz después de que, tras dos días sin disturbios, la ultra derecha no hiciera acto de presencia en Pier Head, lugar en el que tenían programada una concentración en contra de la inmigración como parte de los actos que pusieron al Reino Unido en alerta máxima.
Tarde, pero con banderas de Gran Bretaña, cuatro ingleses llegaron para agitar tímidamente a los cerca de 800 manifestantes anti racismo.
Con una actuación rápida por parte de la policía, los “blondes” abandonaron el lugar; todos, menos una señora, que custodiada por las fuerzas de seguridad se acercó a hablar con otra mujer que gritaba las calles son nuestras”.
“¿Pero que estas haciendo?”, decía la defensora de la raza británica, mientras otros manifestantes le pedían que se calmara. Ella cuestionaba a la otra el por qué no quería caminar segura por las calles: “¿A alguien de aquí le dijeron que se calmara en la manifestación por Palestina? ¿Tu estuviste en la manifestación por Palestina? ¿Gritaste? Yo grité por la misma causa, y ahora, ¿por qué muestran su odio por mí?”.
La activista respondió con otra pregunta:
-¿Cuál es tu causa?
- Mi causa es una Inglaterra segura.
-Claro, estamos de acuerdo.
- Niños seguros…
- ¿Nuestra causa es por la seguridad de los niños? Sí, ¡estamos de acuerdo! ¿Qué más?
- Qué paren los botes.
- ¡No! Eso no está bien. Todos podemos vivir aquí con seguridad.
“No, porque lo he vivido, te lo digo bajo eso que me pasó. Detengan los barcos”, gritó y se fue.
Así culminó la contra protesta de este sábado. Sin entendimiento entre partes, pero con diálogo y sin violencia extrema en Liverpool y en otras partes del Reino Unido, que amaneció con los focos puestos en ocho localidades señaladas por los líderes extremistas para celebrar concetraciones y que no llegaron a concretarse gracias a la labor policial y social.
“La mayoría de la gente en el país estaba horrorizada por la cantidad de cosas que vimos.
"Las Mezquitas perdieron el control, sus comunidades fueron atacadas, además de los intentos de la extrema derecha de crear conflictos y violencia en nuestras comunidades”, dice el líder de la organización Stand Up To Racism, Mark, quien asegura que teme “por las comunidades, no por ellos. Son una muy muy pequeña minoría que tuvo su impacto la semana pasada, por los actos extremos. Manipulan a la gente que está a un lado”, aunque dice estar “optimista”.
Cada uno de los miembros de las organizaciones antirracismo sufrió los disturbios a principios de mes, por lo que juntaron esfuerzos para derrotar a los extremos.
“La situación ha sido algo aterradora. Alarmante. Ver los episodios de violencia cuando estas solo es así, pero con gente… (estando) todos juntos se minimiza el riesgo. Es bonito hacer que la gente se sienta libre”, explica una joven mientras acomoda la mesa de coperación.
“Yo organicé un grupo de defensa con gente que defiende las mezquitas y los inmigrantes así que el miércoles vimos las noticias y creamos la contra protesta atendiendo a las mezquitas y ayudando y fuimos muchos más que los de la extrema derecha. A la gente le gustó y adoptó el mood solidario” confiesa.
La ola de violencia contra las comunidades musulmanas e inmigrantes comenzó con el asesinato de tres niñas que acudieron a una clase de yoga con temática de Taylor Swift en la localidad de Southport, a unos 25 kim al norte de Liverpool.
El terrible acontecimiento fue usado por la ultra derecha que aseguró a través de redes sociales que el criminal era un joven musulmán en solicitud de asilo. El juez del caso, tuvo que desvelar la identidad del asesino a pesar de ser menor de edad: un adolescente nacido en Cardiff, la capital de Gales.
“De esos asesinatos en Southport, nada tenía que ver con la comunidad musulmana. No tenía nada que ver con los solicitantes de asilo.
"No tenía nada que ver con las pateras, ni nada por el estilo. Ha sido manipulado cínicamente por estas personas para sus propios intereses políticos”, subrraya Mark, visiblemente molesto.
Una manifestante analizó la situación después de confesar que “anímicamente me vine abajo. Claro que estoy asustada; somos minoría.
La ventaja es que tengo amigos, si no, no podría salir de mi casa, pero he visto masas de gente que se ha levantado para decir que esto no es aceptable”. También confía en el poder de las masas y su repercusión en la gente, esa misma gente que “está enojada”.
“No está enojada con los inmigrantes, está enojada con el gobierno. Es el gobierno el que decide cuantas casas se construyen, no los inmigrantes”, opina.
Las duras medidas del gobierno ante los protestantes y los que generen odio a través de las redes sociales, más la reacción rápida de los 6 mil elementos de seguridad desplegados por el territorio, y la suma de la sociedad anti racista en los puntos calientes de Inglaterra, mantuvieron la calma en las calles.
Se espera que el domingo, a pesar del inicio de la temporada del fútbol, continue sin incidentes. O así lo auguran los organizadores de estas contra protestas.
“Mi comunidad, mi país, mi sociedad no puede ser debatida. Inglaterra es una sociedad multicultural y estamos orgulloso de ello, solo queremos vivir en paz, en unidad. Y creo que es muy importante que el día de hoy la gente salga para aclarar que no va a tolerar este tipo de violencia”, concluye.
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HCM