Un joven ucraniano y otro ruso relatarán cómo la guerra ha afectado sus vidas en una participación en el Vía Crusis del Viernes Santo de este año que el papa Francisco dedicó a las "voces de paz en un mundo de guerra".
La oración completa se escuchará este viernes a partir las 21:00 horas locales en el Coliseo de Roma, símbolo de la persecución de los primeros cristianos y sede de un rito que se remonta al siglo XVIII.
Debido a la reciente hospitalización del papa Francisco el pasado 29 de marzo, éste no acudirá al Coliseo, pero seguirá el ritual desde su residencia en el Vaticano, indicó la Santa Sede.
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"Son ecos de paz que resurgen en esta 'tercera guerra mundial fragmentaria', gritos que provienen de países y territorios hoy desgarrados por la violencia, la injusticia y la pobreza", dice el texto del Vía Crucis, difundido por la Santa Sede.
Cada una de las catorce estaciones que componen el recorrido rememoran la subida al Calvario de Jesús, su crucifixión y su colocación en el sepulcro, e incluyen además una meditación sobre una situación de conflicto en el mundo.
La reflexión de la décima estación ha sido coescrita por un joven ucraniano y un ruso.
"El año pasado, mi padre y mi madre nos prepararon a mí y a mi hermano más pequeño para llevarnos a Italia, donde nuestra abuela trabaja desde hace más de veinte años. Partimos de Mariúpol durante la noche", arranca el ucraniano.
El joven señala que en la frontera los soldados detuvieron a su padre y le dijeron que "debía permanecer en Ucrania para combatir".
"Al llegar a Italia yo estaba triste. Sentí que me despojaban de todo; que estaba completamente desnudo. No conocía la lengua y no tenía ningún amigo", reconoce.
A pesar de que su abuela "se esforzaba" por hacerle sentir afortunado, su familia decidió volver a Ucrania.
"Aquí la situación sigue siendo difícil, hay guerra por todos lados, la ciudad está destruida. Pero en mi corazón quedó esa certeza que me decía mi abuela cuando lloraba: 'Ya verás, todo pasará. Y con la ayuda de Dios, la paz volverá'", implora.
Por su parte, el ruso admite que habla "con sentimiento de culpa" y rememora cuando una carta informó a su familia del fallecimiento de su hermano: "Todos nos decían que debíamos estar orgullosos, pero en casa había tanto sufrimiento y tristeza".
"También pasó lo mismo con el papá y el abuelo, ellos también se fueron y no sabemos nada. Algunos de mis compañeros, con mucho miedo, me susurraban al oído que había guerra. De regreso a casa escribí una oración: 'Jesús, por favor, que haya paz en todo el mundo y que todos podamos ser hermanos'", señala el joven ruso.
En el Vía Crucis del año pasado, al poco tiempo de que estallara la guerra de Ucrania, una mujer ucraniana y rusa llevaron la cruz juntas en una de las estaciones, un momento que protagonizó el rito pero que provocó las quejas de la Embajada ucraniana ante el Vaticano.
Tras la publicación del texto escrito por el ruso, el embajador de Ucrania ante la Santa Sede, Andrii Yurash, criticó la elección: "Se olvida de decir que sus parientes fueron a Ucrania a matar no sólo al padre del niño ucraniano, sino a toda su familia, y no al revés".
aag