El reciente rapto de una niña de ocho años y la ejecución de un empresario alertaron a las autoridades sudafricanas, que ven multiplicarse los secuestros, una tendencia criminal relativamente nueva en este país asolado por la delincuencia.
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En este periodo de fiestas, la policía pidió a los padres extremar la vigilancia en playas y centros comerciales.
"Los niños desaparecen, es una realidad", declaró a la AFP Robert Netshiunda, un portavoz del cuerpo armado.
Los secuestros se han multiplicado en los últimos meses, con 4 mil casos entre julio y septiembre, el doble respecto al mismo periodo del año pasado, según la policía.
La mayoría de los casos están vinculados a robos de coches, atracos y violaciones, pero los expertos en delincuencia subrayan que hay cada vez más víctimas directas de secuestros.
Este "dramático" aumento del último año es "el más alto de la historia de Sudáfrica", alertó Yusuf Abramjee, un destacado activista contra la delincuencia, a la AFP.
"En Sudáfrica es relativamente nuevo: hace cuatro o cinco años no conocíamos el fenómeno", explica Jean-Pierre Smith, responsable adjunto de seguridad de Ciudad del Cabo.
Según él, los rescates pueden alcanzar los millones de rands, la moneda local, e incluso de dólares.
Una de las últimas víctimas fue Kevin Soal, un empresario de unos 60 años apasionado por las carreras de caballo. Su hija reportó a mitades de diciembre que se encontraba desaparecido.
Las autoridades encontraron su coche de lujo abandonado en un gueto a las afueras de Pretoria y días más tarde encontraron su cuerpo con heridas de bala.
"Se retiraron importantes cantidades [de dinero] de su cuenta", aseguró una fuente policial.
"Siembran el terror"
Un mes antes, Abirag Dekhta, de ocho años, fue secuestrada cuando iba de camino a la escuela, cerca de Ciudad del Cabo. Según la fiscalía, fue raptada por cinco hombres a bordo de dos coches en apenas algunos minutos y a plena luz del día.
Los ciudadanos extranjeros, en su mayoría empresarios indios o personas de Pakistán, Somalia o Etiopía, están cada vez más en el punto de mira, explica Abramjee.
Las familias musulmanas de origen indio, de las que se cree que poseen grandes fortunas en el extranjero, también se han vuelto blanco de los secuestros, precisó una fuente policial.
Recientemente, un empresario somalí fue secuestrado en un hotel de Johannesburgo, recuerda Abramjee.
Los analistas creen que la delincuencia se ha visto alimentada por la participación de grupos delictivos extranjeros sospechosos de operar desde Mozambique y Pakistán, entre otros países.
Los secuestros aumentan desde 2016 en el país, según la organización sin fines de lucro Iniciativa Global contra el Crimen Organizado Transnacional (GI-TOC, por sus siglas en inglés).
En un informe publicado en septiembre, la organización indicó que el alza de los secuestros "sugiere que se ha vuelto una práctica establecida y lucrativa en Sudáfrica".
El año pasado, la policía creó una unidad especial para atender este tipo de delincuencia.
Los rescates pedidos pueden llegar a los millones de rands y en un par de ocasiones, los secuestrados exigieron que el rescate se pagara en "cuentas bancarias en el extranjero a través de bitcoin o de casas de cambio en Dubái", según Abramjee.
La policía está "abordando con determinación estos delitos que siembran el terror", prometió Bheki Cele, el ministro encargado de la seguridad, ante la prensa.
Dekhta, la niña de ocho años, fue liberada en noviembre durante una espectacular intervención policial.
Llevaba once días secuestrada en una choza del gueto de Khayelitsha, uno de los más grandes del país, controlada por siete hombres.
ledz