Lauren Shell, una mujer de 34 años, necesitaba hablar con un oncólogo urgentemente, pero el estar al menos a una hora de distancia del consultorio y encontrarse en horas laborales, decidió tomar una medida necesaria ante sus circunstancias de salud.
Shell, residente de Massachusetts, arregló una consulta vía Zoom con su médico de Boston, quien le aseguró que confiaba en el tratamiento que estaba recibiendo y que las posibilidades de que reapareciese su cáncer de pecho eran escasas.
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“Fue muy bueno poder hablar con él acerca de lo que sentía”, comentó. Se sintió reconfortada al “saber que no estaba sola en esto”.
Este es el futuro de la medicina una vez concluida la pandemia de coronavirus, según los médicos. La práctica ya estaba creciendo a paso acelerado el año pasado y parece destinada a reemplazar muchas visitas en persona y a ser parte de la rutina.
Imagínese más contactos con médicos y enfermeras y menos visitas a la oficina. Los pacientes pueden usar la telemedicina para revisiones de rutina, para hablar con un médico después de alguna intervención o para buscar una segunda opinión.
“Tu atención va a mejorar”, le dijo el doctor Thomas Lee, profesor de Harvard y experto en servicios médicos de la consultora Press Ganey.
Para que la telemedicina siga creciendo habrá que resolver temas espinosos sobre coberturas y pago a los médicos, pero es previsible que siga ganando popularidad porque puede abaratar costos y evitar que las salas de emergencia se vean desbordadas.
Médicos que no estaban acostumbrados a la telemedicina se apresuraron a aprender a manejarla al surgir la pandemia del coronavirus.
Instituciones como la Cleveland Clinic pasaron de 5 mil consultas virtuales al mes a 200 mil en abril.
El doctor Jay Meizlish, cuyos pacientes son mayormente gente de edad avanzada, dijo que al principio les costó tomarle la mano a la telemedicina. Tenía tarjetas con instrucciones para mostrarles a los pacientes cuando no lograban establecer una comunicación buena. Decían que activasen el sonido o que aumentasen el volumen.
Con el tiempo se dio cuenta de que lo que mejor funcionaba eran las conexiones vía FaceTime.
“Así es como les hablan a sus nietos”, comentó Meizlish, quien es médico de Yale New Haven Hospital.
Arielle Trzcinski, analista de Forrester, firma que hace investigaciones para seguros y hospitales, cree que muchos pacientes que probaron la telemedicina durante la pandemia se resistirán a volver a las visitas a los consultorios pues les toman mucho tiempo.
“La gente valora mucho el tiempo”, dijo Trzcinski, quien estima que las visitas virtuales reemplazarán un 40 por ciento de las idas a consultorios si no hay internaciones de por medio.
Shell, la paciente con cáncer, dijo que jamás hubiera podido ir al médico el día que sintió esa angustia.
Luego de usar las consultas virtuales varias veces durante la pandemia, espera que esa práctica se mantenga.
“Son más seguras, convenientes y accesibles”, afirmó.
Los investigadores no creen que las visitas virtuales representen el fin de las consultas en persona. Mucha gente no tiene acceso a la tecnología o una conexión a la internet confiable. Otros se pueden sentir reticentes a usarla.
Y no todos los males pueden ser tratados a la distancia.
Alexandra Thomas hizo una consulta virtual hace algunos meses cuando se despertó y sintió un vértigo y un mareo que casi no podía caminar. La enfermera facultativa que la atendió le dijo que debía ver a alguien en persona. Esto implicaba otro copago de 30 dólares y una espera de tres horas en una clínica de Charlottesville, Virginia.
La telemedicina, dijo Thomas, “es una buena idea en teoría, pero tal vez no tanto en la práctica” ya que no puede ocuparse de todos los trastornos de la gente.
FS