Terapia y cursos para maltratadores en Texas

The New York Times

Un tribunal de San Antonio prueba una estrategia contra la violencia doméstica: ofrecer a los agresores la oportunidad de cambiar a partir de una clase.

Los delincuentes deben completar un programa intensivo de comparecencias | Meridith Kohut / The New York Times
Édgar Sandoval
The New York Times /

En una sofocante noche de julio, Jesse Falcon había consumido tanta cocaína, marihuana y alcohol que más tarde diría que apenas recordaba la explosión de violencia que se produjo.

Convencido de que su novia estaba tratando de llamar la atención de otro hombre en una reunión social en su complejo de apartamentos de San Antonio, Texas, empezó a agredirlo. Cuando su novia intentó intervenir, la empujó tan fuerte que le hizo un corte en el brazo.

De una cosa sí se acuerda Falcon, de 21 años, de aquella noche: “Estaba lleno de rabia”, afirmó.

Casos como el de Falcon les resultan preocupantemente familiares a las autoridades judiciales de San Antonio, que desde hace tiempo está plagado de un alto índice de violencia doméstica.

 “Los agresores salen de la cárcel más enfadados y resentidos, y el trauma continúa”, explicó Rosie Speedlin González, jueza de violencia familiar de la ciudad.
Los delincuentes deben completar un programa intensivo de comparecencias | Meridith Kohut / The New York Times

Los delincuentes como Falcon pueden evitar convertirse en otra estadística de la larga cadena de hombres, y un número creciente de mujeres, que van a la cárcel por agredir a sus familias, si son aceptados en un programa de desvío de la violencia familiar dirigido por el tribunal de González, que se conoce como Reflejo.

El problema no es exclusivo de San Antonio, metrópolis de mayoría latina del sur de Texas. En gran parte del país se produjo un aumento sin precedentes de los casos de violencia doméstica durante la pandemia, ya que los confinamientos, la pérdida de empleos y el consumo de alcohol llevaron a la gente a vivir situaciones tensas en sus casas.

Muchas ciudades han intentado abordar el problema, y los índices de varias ciudades están disminuyendo de nuevo. San Antonio se encuentra entre los lugares que han asignado más detectives a los casos de violencia doméstica. También está llevando a cabo “evaluaciones de letalidad”, en las que los agentes hacen una serie de preguntas para determinar si una víctima corre peligro de violencia grave o incluso de muerte si no se produce una intervención.

El nuevo tribunal es uno de los pocos del país que ofrecen incentivos a los agresores, además de exigirles que asuman su responsabilidad, con el fin de ayudarles a controlar sus impulsos violentos antes de que se conviertan en mortales.

A cambio de que se eliminen sus cargos, los delincuentes que comparezcan ante el tribunal de González deben completar un programa intensivo de comparecencias frecuentes ante el tribunal, terapia, tratamiento de las adicciones y pruebas aleatorias de drogas y alcohol.

Una tarde reciente, Falcon y un grupo de hombres que habían sido detenidos en algún momento por agredir a su pareja o a un miembro de su familia se reunieron en el despacho de la jueza. Falcon no tardó en responder a preguntas incómodas. Un monitor que debía llevar había detectado alcohol en su organismo, una infracción de las reglas del programa que podía regresarlo a la cárcel.

“Te irá muy bien si reexaminas tus pasos —le dijo González, mientras lo miraba con seriedad—. Eres joven. Quiero verte hacer grandes cosas”.

Aumento de violencia

Este año, los nueve homicidios por violencia familiar ocurridos en el condado de Bexar, la zona no incorporada que rodea San Antonio, superaron la cifra de cada uno de los tres últimos años, según la oficina del alguacil del condado. En la ciudad de San Antonio también se ha producido un preocupante aumento de los casos de violencia doméstica.

En 2019, el aumento de casos hizo que cientos de personas, muchas de ellas mujeres, acudieran a una reunión municipal en la que describieron asfixias, palizas y otros episodios de violencia cometidos con regularidad, en su mayoría por hombres de sus familias.

Un juez ordenó la creación de una comisión sobre violencia doméstica para ayudar a abordar el problema.

Los agresores suelen proceder de barrios pobres y a menudo reprimen los recuerdos de sus propios traumas infantiles con el consumo de drogas, señaló John Vacca, quien dirige una clase titulada “Caminos hacia la curación”, un requisito para quienes forman parte del programa de González.

Para González, que trabaja en estrecha colaboración con Vacca, la idea de un tribunal como el de Reflejo parecía de sentido común. Comentó que, incluso antes de ser elegida jueza en 2018, se había sentido frustrada en su trabajo como abogada y trabajadora social; pues las personas eran detenidas una y otra vez por agredir a un ser querido.

“Muchos reinciden, sin saber por qué, no entienden de dónde vienen esas emociones”, reflexionó.
Cuando empezó a proponer la idea de un programa para maltratadores, no para víctimas, se encontró con resistencia. Un político le dijo: “Nadie quiere ayudar a un delincuente violento, es mala política”, recordó González.

La legislación para crear el tribunal, redactada con la ayuda de la esposa de la jueza, Stacy Speedlin González, una académica que ha hablado abiertamente de sus propias luchas contra el maltrato y la violencia doméstica, fue presentada por dos legisladores locales y promulgada por el gobernador republicano Greg Abbott en 2019. El tribunal empezó a funcionar un año después.

Desde entonces, el tribunal ha graduado a 35 delincuentes y, hasta ahora, solo uno de ellos ha vuelto a ser detenido. Rosie Speedlin González dijo que solo conocía dos tribunales similares: uno en Ohio y otro en Florida.

Es difícil medir si el programa ha funcionado donde más importa: dentro de las familias. Las mujeres que tenían una pareja que participaba en el tribunal de Reflejo declinaron ser entrevistadas al respecto.

Los delincuentes deben completar un programa intensivo de comparecencias | Meridith Kohut / The New York Times

Muy bueno para ser cierto

No todo el mundo está de acuerdo con sus métodos. Marta Peláez, directora de Family Violence Prevention Services, una organización que gestiona un centro de acogida y trabaja para reducir la violencia familiar, dijo que le costaba creer que un maltratador pudiera curar rasgos violentos largamente arraigados en “cuestión de semanas”. En su opinión, el verdadero cambio se produce tras años, toda una vida, de tratamiento.

“Desconfío mucho de cualquier cosa que se acerque a 90 por ciento —comentó Peláez, citando la tasa de éxito del tribunal—. No es posible un cambio de actitud tan drástico. Una persona tardaría años en cambiar”.

A pesar de todo, Falcon cree que sin el tribunal de Reflejo, seguiría consumiendo drogas y tomando malas decisiones. Reveló que, en el último año, aprendió a regular sus emociones y a cumplir reglas.

“Al principio era difícil ser positivo …reconoció Falcon—. Pero me alegro de haber seguido por el buen camino. Me di cuenta de que solo quieren lo mejor para nosotros”.

En ocasiones, algunos miembros del programa flaquean. Deonte Hawkins, de 23 años, amigo de Falcon y también inscrito en el programa, fue detenido recientemente tras faltar a algunas de las reuniones obligatorias sobre consumo de sustancias.

En esa audiencia, González le pidió a la esposa de Hawkins que se sentara a su lado. Ella sollozaba incontrolablemente mientras la jueza intentaba razonar con él.

“Danos alguna pista porque estamos perdidos — e dijo la jueza a Hawkins—. Queremos ayudarte. ¿Es eso lo que quieres, hacerle daño de esa manera? La quieres, ¿verdad?”.

Hawkins bajó la cabeza. Su mujer se secó las lágrimas y vio cómo los funcionarios del tribunal lo esposaban y se lo llevaban. González dijo más tarde que Hawkins estaba mejor y había retomado el rumbo.

Al salir del tribunal aquel día, Falcon dijo que no quería encontrarse en la situación de su amigo. Dijo que había encontrado un buen trabajo como camarero en una cafetería y que, aunque no pensaba formar una familia en un futuro cercano, no lo descartaba para más adelante. Primero, dijo, tendría que crecer un poco más.
“Mi actitud ante la vida ha cambiado; ahora sé cómo responder ante las situaciones. Soy una persona diferente”. _
Los delincuentes deben completar un programa intensivo de comparecencias | Meridith Kohut / The New York Times

c.2024 The New York Times Company


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