Termoeléctrica de Tula ahoga Hidalgo y Valle de México con emisiones tóxicas de azufre

En 2006 la ONU catalogó a Tula, Hidalgo, como la ciudad más contaminada del mundo, para 2019 un integrante de Semarnat declaró que la zona está prácticamente inhabitable.

Tula fue declarada la ciudad más contaminada del mundo en 2006 por la ONU (Javier Ríos)
Tula de Allende, Hidalgo /

Cada día, sin parar, la Central Termoeléctrica Francisco Pérez Ríos de la CFE exhala una humareda de gases tóxicos que mantienen a este municipio bajo una tremenda crisis ambiental; las miles de toneladas de emisiones de dióxido de azufre (SO2,) y material "particulado" que se producen al año no se quedan ahí, el viento, que no tiene límites,  las transporta 80 kilómetros al sur, hasta el Valle de México, por lo que es la principal fuente de esos contaminantes en la capital.

En 2006, la ONU catalogó a Tula como la ciudad más contaminada del mundo; en 2019 el entonces titular de la Semarnat, Víctor Toledo, advirtió que se ha convertido en una zona prácticamente inhabitable por los altos niveles de contaminación del aire y agua; en octubre pasado el propio gobernador Omar Fayad coincidió con Toledo y sostuvo que “la región de Tula es un infierno ecológico”, ya que –dijo–, "aquí se asientan instalaciones de CFE y Pemex, las principales empresas productivas del estado, así como las principales cementeras del país."

Tula fue declarada la ciudad más contaminada del mudo en 2006 por la ONU (Javier Ríos)

De tal forma, si Tula es un infierno ecológico, el caldero es la termoeléctrica ubicada a solo 8 kilómetros de la cabecera municipal y a 83 de la Ciudad de México, que al año genera 140 mil toneladas de dióxido de azufre y cerca de 15 mil toneladas de material particulado, que van a dar al Valle de México.

“Desde 1989, esta zona de Tula está considerada como zona crítica de contaminación atmosférica; en el 2006, la ONU la nombró la zona más contaminada del planeta; en el 2008 la Secretaría de Salud hizo un estudio y está zona tuvo una incidencia de enfermedades respiratorias agudas más altas de todo el país. Es una de las empresas más contaminantes, prácticamente está usando el 80 por ciento de combustóleo para su operación, el resto lo hace con gas natural”, señaló Gerardo Castillo García, miembro de la Sociedad Ecologista de Hidalgo, en entrevista con MILENIO.

Incluso, el Programa de gestión para mejorar la calidad del aire (Proaire) en la Zona Metropolitana del Valle de México, reconoce que la Termoeléctrica de Tula y su contigua Refinería Miguel Hidalgo de Pemex, son la principal fuente de emisiones de gases tóxicos para la capital del país.

“Las elevadas emisiones de SO2, representan el 93.1 por ciento en Hidalgo, debido al contenido de azufre en el combustóleo pesado”, que rebasa el límite de la NOM-016-CRE-2016, de hasta 2 por ciento de azufre.
“La refinería y la termoeléctrica generan 45 veces más SO2 que toda la ZMVM. Para partículas, las emisiones de estas dos fuentes puntuales en 2016 equivalen a 23.6 por ciento de las emisiones de PM10 en la ZMVM y 36.4 por ciento de las partículas PM2.5 en el año 2018”, indica el Proaire.

Los primeros afectados, son las poblaciones que habitan en los alrededores, como Pradera del Llano, Teocalco, El Llano y Bomintzhá.

Las emisiones termoeléctricas tienen inhabitable a Tula, Hidalgo (Javier Ríos)
“Aquí hay muchos enfermos de cáncer de todo tipo, enfermos por la contaminación que hay. Llegan los olores muy fuerte en momentos, porque nos dejan venir las contaminaciones más que nada en la noche”, dijo Pablo Reyes Monroy, habitante de Bomintzhá, mientras riega la cancha de fútbol municipal con las chimeneas de la refinería y termoeléctrica de fondo.

Ahí cerca, su vecino Luis León Martínez confirma que “amanecemos con el olor de humo y contaminados por lo que son las chimeneas de refinería, humo de termoeléctrica, olores que nos llega aquí. Nos lastima lo que es la garganta y ojos irritados, pero quién sabe qué malestares vengan más a futuro o enfermedades”, reprocha afuera de su casa, que se ubica justo detrás de la termoeléctrica que opera desde 1975.

Por separado, el doctor Horacio Riojas, director de Salud Ambiental del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) indicó que el dióxido de azufre “predisponen a algunas enfermedades como las infecciones respiratorias o agravan el efecto en algunas personas por ejemplo los que tienen asma o los que tienen bronquitis”. Además, según estudios elaborados sobre la contaminación ambiental, se estima que cerca de 15 mil muertes anuales ocurren en el país por exposición a partículas menores de 2.5 micrómetros.

El dióxido de azufre provoca enfermedades respiratorias y empeoran los casos de bronquitis en las personas (Javier Ríos)
Por su parte, el doctor en ciencias ambientales, Adrián Fernández, director ejecutivo de la Iniciativa Climática de México asegura que en el Valle de México “habría no menos de 40, 42 casos de mortalidad prematura atribuibles específicamente a las emisiones contaminantes de esta planta”.

De esa forma, sostuvo que la termoeléctrica, “ilustra uno de los graves problemas que están en el corazón de la reforma eléctrica que actualmente se discute”, basada en la quema de combustóleo.

Explicó que el combustóleo es “el residuo que queda de la limitada capacidad que hay en la refinería de Tula de procesar el crudo mexicano de alto contenido de azufre, resulta que el residuo tiene 4 por ciento de azufre eso es altísimo, este tipo de residuo, combustible ya no se puede exportar a la mayor parte del mundo”.

Asimismo, Pablo Ramírez, especialista en energía y cambio climático de Greenpeace México, dijo que por cada barril de crudo que entra al Sistema Nacional de refinación, alrededor de un tercio deviene en combustóleo, por lo que su alta producción “se está volviendo un problema incluso logístico ante esta política de incrementar la refinación nacional pues la cantidad de combustóleo que se tiene muchísima y no se puede sacar por ningún lado más que quemándolo y ahora se busca sacar a través de las termoeléctricas”.

De esa manera, los especialistas demandan al gobierno federal reducir las emisiones de la termoeléctrica, y piden que en el corto plazo, la planta opere al 100 por ciento con gas natural. Destacan que México ya no cuenta con las reservas petroleras que lo caracterizaron, por lo que el gas natural no brindaría soberanía energética, ya que se importa el 70 por ciento de Estados Unidos, y también genera contaminantes, precursores de ozono, por lo que destacan que la mejor apuesta es la transición a las energías renovables.

“La soberanía energética, de ninguna manera va a llegar a través de los hidrocarburos, porque México ya no tiene hidrocarburos, seguir apostando hacia un modelo de desarrollo de infraestructura de los fósiles, lo único que va a hacer es atarnos a la dependencia de combustibles extranjeros”.

En entrevista con MILENIO, la secretaria de Medio Ambiente de la Ciudad de México, Marina Robles dijo que la Comisión Ambiental de la Megalópolis (CAMe) ya está discutiendo “la importancia de concluir el gasoducto que permitiría alimentar de gas a la termoeléctrica y que disminuirá las emisiones y haría más eficientes sus procesos”, por lo que se ha iniciado conversaciones con la CFE.

La Semarnat declaró a la zona de Tula en emergencia ambiental (Javier Ríos)

En tanto, en Tula, las organizaciones ecologistas demandan a la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) declarar zona de emergencia ambiental en los próximos meses.

“Que podamos hablar de que se están construyendo, a través de la de la subsecretaría de Normatividad Ambiental de la Semarnat las normas emergentes que son exclusivas para esta área... Tula tiene futuro, lo único que necesita es una mejor planeación, una mejor orientación y una mayor inversión de recursos públicos para el saneamiento ambiental”, señaló Marco Antonio Moreno Gaytán, presidente de la Sociedad Ecologista de Hidalgo.

RM

  • Fanny Miranda
  • Reportera de MILENIO, fan de la naturaleza y cazadora de atardeceres. Por sus trabajos sobre medio ambiente, ha ganado el Premio Aleman de Periodismo Walter Reuter 2022 (2do lugar) y Premio Nacional de Periodismo de Ciencia, Tecnología e Innovación en 2016, entre otros.

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